Nada estimula más la imaginación de la gente que la muerte de alguien famoso. Amelia Earhart, Marilyn Monroe y hasta Adolfo Hitler han sido vistos, años después de morir, en playas, suburbios o hasta en el mercado.
Elvis Presley es uno de los casos más patentes de esto. Su muerte estuvo tan desprovista de ribetes épicos que muchos la ponen en duda. Quizás tendría que haber muerto sobre el escenario, o asesinado enfrente de todos, pues la muerte de un drogadicto obeso —pesaba 117 kilos y no había sido su mayor kilamen—, mientras resuelve problemas fisiológicos, no es digna del Rey.
En todo caso, los fanáticos —tanto los de Elvis como los de las teorías conspirativas— sostienen que hay muchas razones para pensar que Elvis no murió el 16 de agosto de 1977. Silenole ha publicado en esta nota diez de ellas. Yo rescato aquí tres de ellas:
5. Dos horas después de anunciarse su muerte un hombre muy parecido a Elvis compró un pasaje de avión a Buenos Aires. Pagó en efectivo y dijo llamarse John Burrows, el mismo alias usado por el cantante en varios momentos de su vida.
6. El día después de su muerte una de sus ex novias recibió una rosa por correo de parte de “Lancelot”. El apodo que usaba Presley durante su relación y que sólo ellos dos conocían.
10. Hasta hoy, nadie ha cobrado su seguro de vida.
Además de este mito, Elvis engendró otro no menos interesante: el mito de que basta con vestirse como él para parecérsele. Si hay hasta versiones en miniatura, fíjese usted.