Luis Barrera Linares deja hoy de ser un individuo común y corriente para convertirse en Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, en sustitución de don Pedro Krisólogo Bastard, como acaba de publicar Héctor Torres en el boletín informativo de su Ficción Breve Venezolana.
Como corresponde con estos tiempos, el discurso con el que LBL se monta en su silla se llama “La lengua y la literatura en-red-@-das: nuevos temores hacia antiguas estrategias comunicativas”, y será contestado por Francisco Javier Pérez (de quien fui alumno hace siglos, por cierto). Los interesados en ir a escuchar esta disertación sobre literatura en Internet, láncense al Paraninfo del Palacio de las Academias, en la avenida Universidad, en Caracas. Confío en que algún alma caritativa me pasará luego copia del discurso, pues no podré estar allí.
Luis es autor de un librito delicioso llamado En el bar la vida es más sabrosa. Relatos y poemas sobre ya saben qué. Les transcribo el comienzo del relato que le da título al libro, pues me parece que tiene esa sencillez característica de las cosas geniales:
Usted no se imagina, miqueridoamigo, lo que nos cuesta recordar una historia de borrachos (y claro está que esa posibilidad es menor cuando resulta que usted era uno de ellos).
Y es ese, de hecho, el leit-motiv del cuento: lo difícil que es narrar una historia de borrachos con alguna coherencia. El libro produce algunas sonrisas pero en algunas líneas puede ser dramático y sufriente como la vida misma. Como sé que contarlo no es suficiente, y no sin vanidad pues compré el libro hace años en un remate inaudito en Cagua, les transcribo «Escape», uno de sus poemas:
La gitana le presagió que moriría picado por un alacrán.
De una vez el hombre decidió marcharse a un país de frío eterno.
Un día se emborrachó con su amigo y le contó la historia.
Sonriente porque había burlado al destino.
Su amigo quiso saber cómo era el alacrán.
Y el hombre se lo dibujó sobre un papel cualquiera.
Cuando cayó muerto sobre la silla
su amigo apretó entre las manos el papel en blanco.
Ahí tienen, pues.
Si los camareros hablaran.
En la Academia supongo que la vida no será tan sabrosa.
Cuando el rijoso bebe…