lateral escogió el cabalístico viernes 13 y su edición 133 para anunciar lo que su jefe de Redacción, Robert Juan-Cantavella, llama su «deceso»:
Por la presente, damos cumplimiento al destino último de toda revista cultural independiente que se precie, quién sabe si a la más elevada de sus funciones: desaparecer. Y lo hacemos como Dios manda, es decir, porque no queda otra, aplastados contra la pared y alojando en el costillar dos centímetros de espada, con la cabeza bien alta y sin el más leve signo de consentimiento.
Así mismo, nos reservamos el derecho a la resurrección.
Mihály Dés, fundador y director de la revista, elude cualquier explicación por considerarla innecesaria:
No me hago ilusiones. Los once años de lateral no han marcado una época, pero, al menos, tampoco la época —dominada por una mezcla de cultura ferial e industrial— ha marcado a lateral. Y este legado constituye, acaso, la mayor esperanza de aquellos que, como yo, están afligidos por la desaparición de la revista y desean su resurrección.
La revista se publicó desde 1994 en formato tabloide y en 2004 redujo el tamaño. Más de diez años de vida y un excelente trabajo la convirtieron en una de las más importantes del medio.
Y tanta porquería impresa!
Es más difícil saber marcharse que llegar. Sus razones tendrán.
Así es, MB; pero ya se sabe, lo bueno dura poco.
Luis, siempre queda la rendija de la posibilidad de que regresen, como bien dicen allí. Pero todos sabemos lo difícil que es mantener una publicación de este tipo hoy en día. Quienes tienen el cerebro no tienen el billete, y viceversa.