El 15 de septiembre del año pasado, la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, anunció que el premio Café Gijón de Novela había sido ganado por Cazadores de no mundos, del escritor catalán AG Porta, el mismo Antoni García Porta que en los 80 escribió Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce a cuatro manos con nada menos que Roberto Bolaño.
Esta nota de Álvaro Matus cuenta cómo fue el proceso de creación de aquella novela policial, publicada originalmente por Anthropos en 1984 y que ahora ha sido reeditada por Acantilado, para beneplácito de los fanáticos de Bolaño y de los actuales lectores de un García Porta que durante años se había alejado de la literatura.
La idea, de hecho, había sido bosquejada en 1979 por García Porta, con una fiebre de 39 grados a través de la cual hiló unas cincuenta páginas en cinco días. Acababa de conocer a Bolaño y éste se interesó por la historia, en la que se involucró con entusiasmo. En 1981, Bolaño le escribe a García Porta algunos cambios que considera imprescindibles para los protagonistas de la novela:
a) fijarlos más en cierto prototipo que nos permita juegos, guiños al lector; b) aclarar —volver más compleja— la escenografía por la que se mueven; por ejemplo, hacerla definitivamente de serie negra; c) trabajar el personaje femenino y añadir tal vez uno o dos protagonistas más; d) enfocar la novela, tú y yo, como si rodáramos una película de aventuras, permitiéndonos todos los cortes, todos los montajes, etc.; e) profundizar la veta joyceana del personaje central; de hecho, hacer de esto uno de los leitmotivs de la obra; de una manera modesta y en policíaco, hacer con Joyce —o con el Ulises de J. J.— lo que éste hizo con Homero y la Odisea. ¡Claro! ¡La diferencia es grande! Pero puede resultar muy interesante, una especie de dripping polloqueano, la traslación de símbolos y obsesiones joyceanas a una novela rápida, violenta, breve.
Bolaño y García Porta escribirían también el cuento «Diario de bar», que está incluido en la reedición de Acantilado. Tras la aparición de Consejos…, García Porta ya tenía decidido dejar de escribir. Transitaría su pausa por más de quince años, hasta finales de los 90, cuando empezó a escribir nuevamente tras reducir las horas que le dedicaba a su trabajo en el Departamento de Mercadeo de una editorial de textos educativos. Le hacía caso así a su amigo Roberto Bolaño, quien lo llamaba por teléfono y, al término de cada conversación, le increpaba: «Escribe».
El inicio de esta novela lo propuse para la lista de Iria. Me parece genial: «La muy puta conducía a toda velocidad». No me había enterado de la reedición en Acantilado: es una magnífica noticia.