Veinte años separan entre sí las dos películas venezolanas en las que ha destacado como actor el puertorriqueño Daniel Lugo (en la gráfica). La más reciente es Cien años de perdón, de 1998, en la que interpreta a uno de los cuatro sufrientes venezolanos clasemedia quienes, tras la decisión de resolver sus problemas económicos robando un banco, se encuentran con que el gerente del banco ya se lo había llevado todo. La más añosa —y que representó para Lugo la consagración definitiva como actor— es El enterrador de cuentos, de 1978, una pequeña joya cinematográfica basada en una pequeña joya literaria: un cuento homónimo del escritor merideño Román Leonardo Picón.
«El enterrador de cuentos» es un relato muy breve, y es natural pues Picón es —además de guionista— un autor de relatos breves. La anécdota es simple y conmovedora: un mendigo recorre las calles del pueblo arrastrando la urna donde previsiblemente algún día tendrá que caerse muerto.
Fue publicado dentro del volumen El enterrador de cuentos y otras barbaridades el mismo año en que se hizo la película. Un libro de relatos breves, algunos brevísimos —lo tuve en mis manos, también, por breve tiempo, aunque sí el suficiente para leerlo un par de veces—, que bastaron para ubicar a Picón en uno de los sitiales de mayor respeto de nuestra narrativa contemporánea.
De las brevedades magistrales de Picón este botón:
Noctuario
De los gallos le desconcertaba su excesiva puntualidad para el canto. Y estaba por asegurar la estrecha relación entre sus voces y la fuerza que posibilitaba la salida del sol. Un día, amordazó a todos los gallos vecinos para fabricar un eclipse, y el sol salió para podrir a los gallos asfixiados.
Hay más aquí. Y aquí. Disfrútenlo. Román Leonardo Picón, el autor de El enterrador de cuentos y otras barbaridades, vive en Mérida y ha publicado otro libro, Cuentos de una sola palabra.
Muy sugestivo el título del último libro. El cuento Géminis me recuerda uno de la cubana Maria Elena LLanas que se llama «Nosotras» donde la protagonista habla con su otro yo por teléfono. Los cuentos brevísimos son una de mis debilidades junto a las hamburguesas, la coca cola, dormir…
Saludos, siempre paso por acáa así sea en silencio y no En medio del ruido.