Hace unos años plantamos un arbolito en el jardín de nuestra casa. Sus breves dos metros de estatura aún son insuficientes para que dejemos de considerarlo un arbolito. Pero desde el punto de vista de una paraulata, nuestro arbolito se ha convertido en el lugar ideal para albergar a sus pequeños.
Los descubrimos la semana pasada. Están tan chicos; aún ni siquiera han abierto los ojos. A veces nos acercamos con curiosidad; al sentir nuestra presencia, abren por instinto sus fauces de juguete y pían exigiendo comida.
Ya ven que todo depende del punto de vista. Lo que para nosotros es un arbolito, para esta familia ha sido mucho más: cobijo y protección; en suma, un hogar.
Os crece vida en el jardín. De ahí al paraíso, un paso. 🙂
Bonita estampa. Lástima que no tenga sonido, dejé a la imaginación su piar…