No sé si tiene razón porque es un clásico, o es un clásico porque tiene razón: Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé… / (¡En el quinientos seis / y en el dos mil seis también!). El agregado es mío, claro, con perdón de don Enrique. La pared del viejo edificio de la Cantv, en el cruce de las calles Independencia y San Juan en Cagua, está siempre empapelada de porquería electoral, valga la redundancia. Es una suerte de máquina del tiempo de las elecciones venezolanas, aunque las urgencias publicitarias de los candidatos muestren sólo los comicios más recientes. Chávez pidiéndote que te enmoroches, por ejemplo, en alguna de las innumerables elecciones de su período. Teodoro, desarrugado gracias a las artes photoshópticas, creyendo que esta vez sí superará el 5%; él mismo es una máquina del tiempo, un coronel con treinta y dos guerras perdidas. El buen doctor Borges, que hace su mejor esfuerzo por ser populista haciendo promesas que ni siquiera el venezolano de la calle (que siempre creyó cualquier cosa) se las cree. Y silenciosos, con la mirada oculta tras los anteojos oscuros, incógnitos pues, Servando y Florentino, los fantasmas de las navidades futuras. Quizás se lancen algún día, ¿no?