El corrector automático de Microsoft Word normalmente trabaja bien, aunque preferiría que me ofreciera alguna manera de afinar sus funciones. Ya que esto quizás no ocurra, el programa me compensa haciéndome reír de vez en cuando…
Categoría: Artefactos
El corrector es una ayuda grande pero a veces merece hedores. ¡Muy simpático este caso!
Seguro que Andrés Bello siempre tubo que tener cuidado con lo que escribía, ya que nunca tubo una herramienta electrónica que lo aconsejase cada vez que cometía un horror gramatical.
Eso nos lleva a tener perlas increíbles en nuestros escritos. Pero gracias a esa despreocupación, relajamos y así tenemos más tiempo para jugar con los conceptos y las palabras. Lo único malo, es que da ladilla andar explicándole a la gente que en vez de criticar lo que escribimos, se lo pasa reclamándome mi manía de cambiar las vb(s).
Ocurre que como escribimos con frecuencia en español y portugués, caemos en el “ erró “ de dejar por cuenta de Word la piedad de corregirnos. Y estos portugueses escriben muy mal nuestras “ palavras “ en todos los » livros » y hasta le cambian el género a “ las arvores “, dejándonos mal parados cuando en nuestro idioma son válidas algunas sentencias. O peor aún, viene Word y nos hace la troca automáticamente cuando le da la gana.
A final de cuentas, “ Tubo “ es apenas una vaina cilíndrica, larga y hueca por dentro. Eso ya lo sé. Pero discúlpenme. Es el perverso de Word que no me entiende.
¿O “ deveríamos “ decirle perberso, por lo mayúsculo de la ratada?