El escritor Orhan Pamuk recibirá este domingo el premio Nobel, por lo que el diario turco Milliyet publicó esta semana una encuesta del Instituto A&G según la cual Pamuk tiene suerte de que la Academia Sueca no esté llena de turcos. Alrededor de 40% de los compatriotas del escritor opinan que no debió concedérsele el premio, dado que en su selección privaron —a juicio de los consultados— razones políticas. La encuesta arroja un 20% a favor de Pamuk y otro 40% que prefirió pasar por debajo de la mesa.
Alguien con un dejo de suspicacia podría sumar el 40% en contra de Pamuk y el 40% que no opinó y decir, calculadora en mano, que 80% de los encuestados estuvo en contra de Pamuk. Pero algún entusiasta lector-fan podría en ese caso aducir fácilmente que el 40% que no opinó, más el 20% que opinó a favor, equivale a un 60% de encuestados que no creen que la concesión del premio a Pamuk tuvo causas políticas. Es el problema de los numeritos, que bien tratados pueden satisfacer a cualquiera.
Ya se sabe que Pamuk no es profeta en su tierra. Por fortuna, dirá él el domingo, cuando —al margen de cualquier encuesta— tendrá en sus manos la medalla de oro, el diploma y, por supuesto, el cochino dinero.
La verdad es mas amarga que el veneno
¡En todas partes se cuecen habas! Pareciera que el éxito de los demás molesta.