En esta nota reciente, José Donayre describe un mal que por estos lares ya conocemos de sobra:
Que muchos activistas de la igualdad sexual (mal llamada “de género”, salvo que se esté hablando de cuestiones gramaticales o del taxón que agrupa a especies que comparten ciertos caracteres) cometan la burrada de hablar de “niños y niñas” o “peruanos y peruanas”, en pro de la inclusión y otros principios sociales de moda, puede ser justificable y aun comprensible; pero que la necedad en cuestión forme parte del discurso del Ministerio de Educación ya es cosa grave. ¿Acaso nadie en este poco educado ministerio o en sus burocráticas UGEL sabe referir correctamente al conjunto de sujetos con penes y seres con vaginas?
No has visto nada, José, tales hábitos del deslenguaje cunden rápidamente, quizás por la propensión de la mayoría a confundir lógica con cursilería.
Jorge: tal deslenguaje-jé, en su hemorragia diarréica (excusa la escatología), debería incorporar todas las variantes a saber:
-venezolanas;
-venezolanos;
-venezolanes (sic);
-venezolan@s (sic).
Abrazo sin asombro aunque son sombra, JML.
Pues ni te cuento cómo se está poniendo la cosa en el mundo laboral, sobre todo en las empresas públicas, donde se están impartiendo cursos para cambiar dichos «hábitos del lenguaje sexista». Un martirio tío, sobre todo porque a quienes nos gusta la lengua sabemos de sobra el peso que tiene la intencionalidad en el significado.
Pásate por mi blog y echa un vistazo, es todo literatura.
http://www.enunblog.com/Aguirre
Saludos
Por estos lares los discursos se prolongan hasta la extenuación por mal utilizar ese lenguaje políticamente correcto. Un abrazo/abraza.
Por estos lares los discursos se prolongan hasta la extenuación por mal utilizar ese lenguaje políticamente correcto. Un abrazo/abraza.
Bueno, me voy con Javier Miranda-Luque… peero… espero, Jorge, que en el ministerio rojo rojito del poder popular socialista eterno castrista guevariano para la educación bolivariana solidaria perfecta para las naciones no lean ese comentario….
porque, ¡zas! al programa y a la constitución van derechitos…
salud!
j.
Siempre he cuestionado todo el rollo del lenguaje sexista y las aparentes «medidas» del gobierno para evitarlo. Lo que sigue es un fragmento de un trabajo viejo en el que precisamente pongo el problema sobre la mesa:
«Los ejemplos de expresiones sexistas y las maneras de evitarlas son tan numerosos como discutibles, así como el límite entre lo estrictamente lingüístico y lo cultural o social. Expresiones como «mujer pública», para referirse a una prostituta, en contraposición con «hombre público», para hablar de un hombre destacado en lo social, son muestra de ello; o volviendo al ejemplo citado, a pesar del innegable prestigio que por condiciones femeninas se ha ganado la mujer dentro del campo de la docencia, la palabra maestra, en el contexto que sea, siempre evocará una fémina rodeada de párvulos, pero la palabra maestro, fuera del aula, en un contexto reverencial por ejemplo, equivale al uso de un título que ninguna mujer ha podido alcanzar… “a la memoria del maestro”. O llegaremos al extremo zoológico de crear palabras, como creamos buey para designar a un toro que se ha despojado de su condición de macho (extirpado los testículos) pero que aún no es vaca, para usarlo en determinados contextos, cuando la acción masculina se feminice o inversamente (el tan en boga metrosexual, un hombre feminizado sin llegar a ser gay, es un buen ejemplo de ello). ¿Representan estos casos sólo sexismo en el lenguaje o muestran una actitud discriminatoria de los hablantes? ¿Hasta dónde es responsabilidad de este prejuicio la estructuración del género en español? ¿Se evitará realmente el sexismo con el uso a pie juntillas de las medidas anteriormente citadas? ¿Puede ir el lenguaje por delante de la sociedad, y determinarla por completo (función transformadora a largo plazo), seguir históricamente el proceso natural hasta que un cambio se dé por necesidad natural o uso (función reproductora), o debe el lenguaje acompañar, marchar paralelamente con la evolución de la sociedad?»
Un día de estos te envío la versión completa a ver qué te parece. Pero en todo caso te adelanto que el lenguaje sexista se discute, en términos de desinencias, de manera muy superficial… es como ponerte ropa limpia sin haberte bañado, no?
Saludos!
¿Será que no se han dado cuenta que en una revolución los cambios son y deben ser drásticos? La lengua, en el futuro, cuando la conciencia revolucionaria se habrá afianzado, se definirá revolucionariamente como «órgano sexual que antiguamente se usaba para hablar»
Hoy aparece una artículo de Javier Marías al respecto:
Hundidos en una ciénaga
Un saludo, Jorge