Amelia Gómez, Íñigo Jáuregui, Juan Sebastián Cárdenas y Carlos García trabajan en la histórica y casi cincuentenaria librería madrileña Fuentetaja, y se han declarado en huelga en protesta contra un aumento irrisorio después de ocho años de salarios congelados. Además, han identificado varias de las fallas en la conducción de la empresa:
Durante los últimos años se ha esgrimido como excusa que la librería no da beneficios. De hecho, la inexistencia de estructura de trabajo alguna en Fuentetaja, difícilmente ayuda a tal propósito. Tras los seis primeros meses transcurridos desde la reapertura en su nuevo emplazamiento, los anaqueles siguen vacíos en numerosas secciones y departamentos, inexplicablemente se pospone la creación de una página web, funcional y estructurada desde un punto de vista comercial, la dirección no pone medios ni atiende con el debido interés los pedidos (institucionales y de clientes particulares) de modo que sean servidos eficazmente, una tercera parte del espacio de la librería está inutilizado (i.e. el sótano —con una “gélida” sección de ofertas— o lo que se supone una cafetería —también fantasmal y hasta ahora inactiva—). Por no mencionar también las cuestiones más generales, pero imprescindibles en el día a día de cualquier librería que se precie: no se vigila el fondo de librería y no existe un concepto rector de librería definido.
En marzo del año pasado la librería tuvo que ser cerrada por el derrumbe parcial de su fachada. En septiembre fue reinaugurada en otro local de la misma calle por nada menos que César Antonio Molina.
Quienes lo deseen pueden firmar el manifiesto que se ha preparado para apoyar los reclamos de estos trabajadores.