Vinton Gray Cerf, vicepresidente de Google, estuvo ayer en Zaragoza hablando de protocolos y otros asuntos técnicos y aprovechó de recordarle a los chicos que de vez en cuando es bueno usar la biblioteca.
A menudo los profesores se quejan de que sus alumnos se despistan conectándose por Internet en clase, porque asimilan información distinta a la que se está exponiendo e incluso, consiguen a veces información incorrecta. A los profesores, les propongo un ejercicio de clase que consistiría en invitar a todos a conectarse en un mismo sitio web y preguntarse: «¿Esta información es buena o no?». Se darán cuenta después de ello de que tienen que acudir a la biblioteca real, porque toda la información no está en Internet.
Esto que parece una obviedad es en realidad uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el educador contemporáneo. Lo peor es que muchos docentes ni siquiera tienen idea de que están ante el problema (muchos, incluso, podrían preguntarse: ah, ¿es que hay un problema?). Por un lado está el vicio, por parte de los estudiantes, de considerar que Internet es la fuente documental absoluta, algo que está aún muy lejano dado el volumen de información que jamás ha sido tocada por un escáner. Y algo, además, en lo que tiene mucho de culpa el docente que no comprende las dinámicas de la información y por lo tanto es incapaz de traducir el tratamiento de las fuentes al material que el estudiante localiza en Internet. Por otro lado, está la desinformación respecto al uso de Internet como una fuente válida, que lo es siempre que el usuario disponga de las herramientas para clasificar los datos, aprovechando la información buena y desechando la rumorología, los errores y los datos interesados. Estamos en la cuerda floja y muchos docentes son incapaces de verlo.
La multitud y variedad de situaciones generadas por este problema darían para llenar decenas de blogs. Por ahora comentaré una: la fuentización de Google. La presencia del buscador es tal que muchos usuarios pasan por alto la barra de direcciones del navegador; cuando estos usuarios necesitan entrar a www.letralia.com, escriben la dirección en la casilla de búsqueda de Google. En la mente del despistado usuario, Google es Internet, no una parte de ella. De la misma manera, es común toparse con textos en cuya bibliografía se considera a Google como una fuente. Pongamos por caso: «La fuentización de Google, por Jorge Gómez Jiménez. Fuente: Google». La ignorancia es generosa: casos como este los he visto en textos tanto de estudiantes como de profesionales universitarios que, por supuesto, no dudan en presentarse como el doctor o el licenciado Fulano de Tal. Analfabetismo con diploma.
Cerf será investido hoy con un doctorado honoris causa por la Universidad de Zaragoza.
¿Por qué te nombró?
Era un ejemplo, Su. 😀
Google es un gran chorro, aunque no llegue a fuente en sí mismo 🙂
Muy de acuerdo… Con frecuencia me pregunto si Wikipedia no hará más daño que otra cosa a los estudiantes.
Saludos.