Esta mañana tomé el tren hasta Alcalá de Henares para conocer la casa natal de Miguel de Cervantes, en cuya entrada pude sentarme un rato a conversar con don Alonso y su prudente escudero. Confieso que hace tiempo no me emocionaba tanto. Hice el trayecto de Atocha a Alcalá con mucha impaciencia y salí del tren con tanta prisa que cuando empecé a caminar fue que me di cuenta de que no sabía dónde quedaba la cosa. Afortunadamente los españoles han resultado ser muy cordiales y bastó con preguntarle al primero que se me cruzó.
En la casa de don Miguel, como ya suponía, no permiten tomar fotografías, a excepción de la zona del patio interior, que es un recuadro bastante pequeño. Así que la experiencia es de esas que son hechas para conservar en la memoria y nada más. Como los consejos de don Alonso.
Mi comentario se cifra en un ruego, sería interesante conocer la transcripción del diálogo intuido cuando observamos la fotografía. Algo rumiaría también el bueno de Sancho.
Seguro que nos irás contando impresiones interesantes de tanto intercambio. Estamos expectantes.
Lástima no haberte seguido más de cerca en ese periplo por tierras de España.
Saludos cordiales.
Jorge, ¿y de qué habla el hombre de la armadura?
¡Nunca me lo hubiera imaginado, en lugar de avión has volado en la máquina del tiempo, porque si no, dime tú como es posible que estés entre Don Alonso y Sancho Panza !
(Espero no haberme confundido 😀 porque en mi ordenador se ve muy oscuro)
Supongo que ya habrás regresado a casa, de aquí son las 22.25 del sábado.
Fue un placer charlar contigo.
Un abrazo,
Estrella
un saludo desde otro blog de libros.
Qué profunda emoción!
Debe ser sumamente importante lo que te dice don Alonso Quijano a juzgar por el interés que ha despertado en ti, aunque para el bueno de Sancho ya a de ser historia vieja a juzgar por su actitud desgarbada y semi aburrida (quizá está pensando en su ínsula de Barataria, quién sabe…)
Gracias por la nota y la foto. Saludos
Alfredo Campos
¡Qué buena foto!!! Me daría mucha emoción estar en esa casa. Justamente hoy tengo que dar clase sobre el Quijote en la escuela.
Permítaseme la libertad de escribir este comentario ya que es un tema que siempre me ha interesado, su artículo me ha gustado mucho y no puedo por menos que enviarle estas notas sobre el lugar de la Mancha y otros enigmas cervantinos. Tengo el problema de cómo contarlo pues el tema es largo de explicar, hasta el punto de que he tenido que escribir un libro y algunos escritos más. Mi libro es de cerca de 400 páginas, también tengo un ensayo de unas 27, finalmente he escrito un articulo de unas diez, demasiado resumido pero más fácil de digerir y trato de que sea ameno y entretenido, ninguno de estos escritos ha sido publicado. El lugar del Mancha es sin ningún genero de dudas Urda y las razones básicas que doy para identificar este lugar son las siguientes:
1ª) A don Quijote lo daba el sol en la cara en su primera salida en un día de los calurosos del mes de julio dirigiéndose a Puerto Lapice, eso indica una procedencia del oeste y a una distancia de unos 40 Km., justo donde está Urda.
2ª) En la segunda salida, esta vez con Sancho Panza, recorre el mismo camino, se encuentra con unos molinos de viento (los de Consuegra y Madridejos) a unos 10 o 15 Km. del lugar de partida, pero para esto se necesita un pequeño desvío hacia el norte (a unos dos Km.) cosa que explica diciendo que en ese momento el sol les daba “a soslayo“ y no como en la primera (en la que al hidalgo el sol le causaba “más pesadumbre“).
3ª) En el primer regreso, con Puerto Lapice necesariamente a su espalda, se encuentra con unos mercaderes toledanos que van a comprar seda a Murcia. Si trazamos una línea desde Toledo a P. Lapice y calculamos unos 40 Km. desde este último pueblo nos encontraremos con Urda.
4ª) Todo un prólogo para explicar que como nadie le hace unos versos iniciales los tiene que hacer él mismo. Los primeros y extraños versos que aparecen (son de pies cortados y muy misteriosos) se titulan “Al libro de don Quijote, URganDA la desconocida, y ahí se habla de unos “indiscreto hieroglíficos” y de no “fijarse en dibujos“.
5ª) Pero si se observa bien el dibujo que aparece en la “E” capital del comienzo de la narración “En un lugar de la Mancha …” se puede resolver este curioso jeroglífico del lugar ya que aparecen camufladas cuatro letras: U, R, D, A.
6ª) En la segunda parte del libro, una vez derrotado en Barcelona y de regreso a la aldea, pide permiso al Duque para continuar camino ya que es más propio de vencidos caballeros habitar en una ÇaURDA que no en reales palacios.
7ª) En su último libro (Persiles) desde el Quintanar llegan a un pueblo “de cuyo nombre no me acuerdo (así, en presente de indicativo)” tras una curiosa introducción a esta parte y donde se cuenta que hay dos alcaldes y uno de ellos ha estado cautivo en Argel. Urda tenía dos alcaldes en aquella época pero además los nombres de dos regidores, Berrueco y Crespo, se corresponden con los pocos nombres que Cervantes asocia con el lugar de la Mancha en el Quijote. El apellido Cervantes también se corresponde con el de uno de los dos alcaldes que había en Urda en aquella época y fueron muchísimos los alcaldes de Urda con ese apellido, así como hay algún Crespo. En la confluencia de este pueblo con el camino de la ventas aparece la Vega de Esquivias y las Casas de la Vega de Esquivias, están en lo que ahora es la antigua Estación de Urda. Urda perteneció a Alcázar de San Juan y éste a Montiel, lo que también coincide con lo que se dice en el Quijote, que al salir de su aldea hacia P. Lapice se encontraba en el Campo de Montiel o en sus contornos. Entonces se podría decir que no mentía Cervantes, porque los campos de Montiel comenzaban en los mismos términos municipales de Alcázar de San Juan, y conociendo como conocemos, que este comprendía el lugar del hidalgo, nada se contrapone geográficamente con la aseveración de lo novelado por Cervantes. Para más coincidencias tiene una cuestecita que subir y luego bajar para llegar a él desde Barcelona, tal y como se afirma en la última llegada, y además está rodeado de hermosas carrascas que podrían corresponderse con las mejores bellotas de la Mancha que según le habían asegurado a la duquesa eran famosas las de allí por su tamaño.
Cervantes era muy aficionado a las adivinanzas, en la Galatea, al final del libro, nos proporciona 9 con la particularidad de que en una de ellas la solución es la propia adivinanza y en la última no se proporciona la solución (a modo de intriga o “continuará”). También deja el enigma de quién era Avellaneda, pero dando pistas veladas que han hecho correr ríos de tinta. Los tres enigmas están resueltos actualmente, de eso trata mi libro. Todo esto es difícil de explicar y queda claro que lo he tratado de resumir al máximo, lo bonito e interesante es verlo sobre el terreno, es decir sobre los textos. La oportunidad que pido es dejarlo exponer más largo y tendido, con más datos, citas y comentarios, pero para eso se necesita más tiempo y más páginas, un libro en definitiva y por supuesto un editorial que quiera publicarlo, cosa más difícil de lo que parece. Esperando haber despertado su atención, un saludo
Fernando Álvarez Junco, (fajunco@hotmail.com)