Oscar Marcano y Josefina, su esposa, llegaron a Mérida el mismo día que yo, el martes, por tierra. El miércoles, en el desayuno, me hablaron de los portentosos picantes que venden en el Mercado Principal, y desde entonces estuve buscando un huequito para irme a buscar uno de esos menjurjes de fuego con los que tanto me gusta acompañar el almuerzo. Pero Mérida estaba de disturbio en disturbio, pues los estudiantes protestaban por la malvada reelección infinita (aunque, según me contaron los amigos, estos disturbios son una costumbre local en diciembre). Así que sólo pude aventurarme hasta el mercado el viernes en la mañana. Además del picante y unos detalles para los niños, me traje unos licores y los archiconocidos dulces abrillantados que algunos detestan pero que, para otros, justifican la visita a Mérida.
Ah, y no me lo van a creer: olvidé tomarle fotos a los picantes.
A mí los dulcitos también me parecen guacatelísima, pero el picante, los vinos y el miche son una delicia.
¿No le tomaste una fotito a los disturbios tampoco?
Qué va, LC, los disturbios ocurrieron en el centro, y nosotros estábamos en la avenida Universidad, cerca de la Vuelta de Lola.
Pero Jorge, tú como que andas perdido. En Mérida no saben nada de picantes. Eso es en Trujillo. Pero muchacho necio, ¿por qué no me preguntaste?