El arte de la ciencia

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El esqueleto pensanteEl grabado, de 1545, muestra un esqueleto «en pensamiento profundo» con un rostro casi, digamos, expresivo, y las piernas cruzadas en modernísima actitud. No sé si es intencional, pero se me hace que hay algo de ironía en el hecho de que la calavera que «piensa» se posa sobre una mano, mientras que la otra mano se posa sobre una calavera. Es una de las imágenes de la exposición «Imágenes de la ciencia: 700 años de ilustración científica y médica», de la Biblioteca Pública de Nueva York, que puede ser apreciada en línea y que, aparte de esqueletos como este, sistemas nerviosos, corazones, músculos y otras lindezas corporales, permite ver cómo dibujamos este y otros mundos en los últimos siete siglos. Hay máquinas, instrumentos, constelaciones, planetas, formaciones geológicas y hasta «protuberancias solares» captadas por telescopios del siglo XIX. Además, por unas monedas se puede pedir un póster de esta o cualquiera de las imágenes.

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2 thoughts on “El arte de la ciencia

  1. El arte surge, por donde y cuando, menos se espera.

    Este simple dibujo tiene una cierta similitud con “El farmacéutico de Figueres” de Salvador Dalí. A su alrededor sólo se aprecian fragmentos y soledad, impotencia; pero aún una cierta dosis de reflexión. ¡Hasta dónde hemos llegado!

    También pudiera expresar un simple dolor de cabeza ante las desventuras originadas por el viejo contenido de ese cráneo.

    Entre ondas, chips y quantos; el dolor de cabeza no sé si lo podremos suprimir alguna vez.

    Te propongo buscar otro boceto que refleje el optimismo radiante.

    El otro día me ocurrió en la consulta. Mire doctor, durante el último mes me continuaron los dolores de cabeza, ya llevo unos días que noto dentro como grillos revueltos. Vamos a ver que se puede hacer. Casi déjelo porque si me vuelven los dolores es mucho peor.

    En fin, cabezas.

    Saludos cordiales.

  2. Ja ja, esa circularidad barroca me encanta. No tengo ninguna duda de la ironía. Esa figura que juega a ser Dios, cuando mira indolente o burlona a ese cráneo un poco fastidioso, pueril, abandonado sobre la mesa… Esa soberbia y esa autosuficiencia tan característica de nuestra especie, y sin embargo… «alguien» la está radiografiando, subvirtiendo a hurtadillas…

    (Rafael, tu anécdota «vale un perú» 🙂

    Saludos.

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