El afiche de esta película es un engaño. Un absoluto engaño. A ver, ¿qué denota una imagen en la que un hombre parece recién llegado de una teletransportación como las del Enterprise, parado en el horizonte del planeta Tierra de tal manera que da la impresión de ser un gigante o un dios? Lo primero que uno piensa es que se trata de una película de ciencia ficción. No está equivocado quien lo crea.
The man from Earth es, en efecto, una película de ciencia ficción. El engaño del afiche es que no hay teletransportaciones ni el tipo es un gigante o un dios, por mucho que la imagen inspire tales suposiciones. No hay ni siquiera un miserable efecto especial. Ni un rayito. Ah, tampoco le dio trabajo al departamento de maquillaje, pues no hay extraterrestres ni seres de otras extranjerías.
Se trata simplemente de un tipo que en la sala de su casa le cuenta una historia a sus amigos. En eso se va la hora y media que dura la película. A veces se ven los exteriores de la casa, pero casi no hay otro escenario que la sala, en la que interactúan ocho personajes que lo único que hacen es hablar. Sin embargo, no me cabe duda de que esta película de ciencia ficción, pues sí que lo es, será recordada por siempre como una de las mejores del género.
El tipo que cuenta la historia es, redundancia por delante, un profesor de historia. Los otros son sus colegas, que se enteran de que después de diez años de vivir en el pueblo, ha decidido mudarse y no precisamente a otro vecindario. Extrañados por la intempestiva decisión, especialmente porque no se tomó la molestia de informarles, se presentan en su casa. Durante la improvisada despedida, por supuesto, le preguntan los motivos de su partida (y alguno llega a sugerir motivos nada dignos). Insisten, hasta que el hombre accede. Entonces les cuenta que se va porque es inmortal, lleva más de catorce mil años vivo y cada diez años tiene que mudarse por un mínimo sentido de la prudencia: ese es más o menos el tiempo que tardan quienes lo conocen, en cada sitio donde vive, en darse cuenta de que no ha envejecido.
Por supuesto, los colegas se lo toman en broma, y pasan toda la película del escepticismo a la sorpresa manteniéndolo a uno pegado a la pantalla mientras intenta, junto con ellos, averiguar si la cosa es en serio o no. Lo demás es carpintería. Que el tipo se llame John Oldman puede inducir a más de uno a pensar que se trata de una especie de chiste. Los colegas le preguntan a quién ha conocido y él cuenta historias sobre grandes y pequeños personajes, sobre cambios sociales, sobre cómo era la Tierra hace catorce mil años, sobre el tiempo, la memoria y el olvido. Hay también un par de revelaciones asombrosas que escandalizan a más de uno de los colegas y un gran final que, por supuesto, no les contaré. El caso es que así, sin un solo phaser, sin un solo hombrecito verde, The man from Earth se le queda a uno rebotando de las paredes del cráneo como la gran historia de ciencia ficción que ningún George Lucas podría contar ni con todos sus animalitos y colorines.
Luego está la otra historia, igual de interesante. Me refiero a cómo llegó a la pantalla este cuento del tipo que lleva catorce mil años vivo. La idea es de uno de los patriarcas del género: Jerome Bixby, un autor conocido principalmente por sus guiones de Star Trek y The Twilight Zone, pero que también publicó una novela, Day of the Dove, escribió cuentos y fungió de editor de importantes publicaciones de ciencia ficción. Ya en 1969 había dado al público una suerte de derivación del guión original, en la forma del capítulo Requiem for Methuselah de Star Trek, en el que el capitán Kirk, el señor Spock y el doctor McCoy se tropiezan con un hombre que dice haber vivido seis mil años.
La leyenda cuenta que escribió un primer guión de The man from Earth a principios de los 60, pero como se le puso difícil convertirlo en película, pasó el tiempo perfeccionándolo hasta su versión definitiva, que habría terminado en su lecho de muerte en 1998. Esta es la versión que ha llegado hasta nosotros en la forma de esta película de 2007, coproducida por el hijo de don Jerome, Emerson Bixby, y dirigida por un desconocidísimo Richard Schenkman, un tipo que hasta entonces había hecho aquel bodrio en el que Vanessa Williams interpreta una versión farandulera de Ebenezer Scrooge, dos películas de Playboy y poca cosa más.
Convertida en pocos meses en película de culto, gracias principalmente a su difusión en Internet, The man from Earth es el triunfo, el gran final de Jerome Bixby.
Interesante dato… Gracias por echar el cuento.
La ví este fin de semana. Te digo que no pude despegarme un segundo de la pantalla. Gracias por los datos
Tocayo, para contestar tu comentario le iba a hacer un poquito más de propaganda a la película, pero ya Argénida lo dijo todo (gracias, Arge) 😀