Gracias al Real aprecio del rey Juan Carlos de España, Mario Vargas Llosa es desde ayer el marqués de Vargas Llosa, según ha quedado establecido en el Real Decreto 134/2011 publicado hoy en el Boletín Oficial del Estado (PDF, 147 Kb):
La extraordinaria contribución de don Jorge Mario Vargas Llosa, apreciada universalmente, a la Literatura y a la Lengua española, merece ser reconocida de manera especial, por lo que, queriendo demostrarle mi Real aprecio, vengo en otorgarle el título de Marqués de Vargas Llosa, para sí y sus sucesores, de acuerdo con la legislación nobiliaria española.
El título —que le fue otorgado también al seleccionador de fútbol Vicente del Bosque, al catedrático Aurelio Menéndez y al empresario Juan Miguel Villar Mir— es un extraño chiste para la mayoría de nosotros, o al menos para quienes consideramos que la única nobleza que vale la pena está más allá de los otorgamientos reales. El mismo Vargas Llosa está de acuerdo con esto, según la nota de la RPP:
Hay que tomarlo con humor, viviendo y siendo de un país republicano; con agradecimiento porque es un gesto muy cariñoso del rey de España; y con una sorpresa descomunal pues jamás imaginé que me harían marqués. (…) Agradezco a España, agradezco al rey. Y al mismo tiempo digo que yo nací plebeyo y voy a morir plebeyo, a pesar del título.
El título de marqués es intransferible pero, por otra parte, hereditario, por lo que Vargas Llosa bromeaba —en la misma nota— sobre cómo lo tomaría su hijo Álvaro, «un republicano visceral», cuando le toque.
Qué cosas tiene el rey: la guinda que le faltaba a Vargas Llosa. Debe ser pavoso semejante título nobiliario. Desde ahora será el premio Nobel Marqués de Vargas Llosa.
Buena entrada amigo Jorge.
Esta sí que es una pendejada.
Si tratamos de un detalle, bien estaría; ¿Hereditario?
Si de méritos hablamos, ¿Sólo valoran a los famosos?
Si se trata de una valoración del rey; ¿Quién valora al rey?
La valoración de unos determinados trabajos no está mal en sí misma; si bien el sueldo y las ganancias de los laureados ya eran de por sí un premio superlativo.
No me parecen tiempos apropiados para estas prebendas.
En resumen, no me parece el peor chirrido, pero la carreta chirría por muchas de sus estructuras.