Solemos emocionarnos cuando estamos frente a las herramientas con las que un autor escribió un libro que marcó nuestras vidas. Un bolígrafo, unos anteojos, un puñado de papeles manuscritos nos encienden como si estuviéramos ante el autor en persona. Pero, ¿tiene la era digital, también, sus reliquias? Pues claro. Lo comenta Andrés Hax en la introducción a esta entrevista a Matthew Kirschenbaum —el amigo de la foto—: la Universidad de Emory compró cuatro computadoras de Salman Rushdie para estudiar los dieciocho gigabytes de información que contienen. Dos tipos distintos de hrönir se han incorporado a la obsesión del hombre por documentarlo todo; el primero es el objeto en sí, la computadora vieja o nueva en la que un escritor hizo su trabajo; el segundo es el conglomerado de relaciones culturales que se pueden encontrar en sus archivos.
Y es aquí donde entra Kirschenbaum, quien está realizando una investigación sobre la relación del escritor con la informática y sobre el trabajo de los documentalistas ahora que documento no define sólo a algo plasmado en papel. A la pregunta de cómo responderá la vieja guardia ante esta nueva realidad, dice:
Las bibliotecas y los institutos tienen recursos limitados. Y los materiales nacidos digitales requieren más dinero, más tiempo, más conocimiento para trabajarlos. Creo que mucha de la gente dentro del rubro espera que les toque jubilarse antes que este tema se convierta en prioritario… Sin embargo este tema ya se reconoce como importante. Ahora es un tema más de recursos y capacitación. Aun con los archivos de papel lleva mucho tiempo procesar las adquisiciones.
El trabajo que Kirschenbaum deberá entregar a Harvard University Press se titula Track Changes: A Literary History of Word Processing, o dicho en español, Control de cambios: una historia literaria de los procesadores de texto). Debe estar listo en 2013, por lo que el investigador está invitando a quienes se animen a ayudarlo, que encajen en alguna de estas categorías (y, supongo, que puedan escribirle en inglés):
- Autores que adoptaron la informática para su trabajo en los primeros tiempos de las computadoras (y, de otra parte, autores que deliberadamente decidieron no usar jamás una computadora).
- Editores, agentes y otros profesionales del medio editorial.
- Técnicos que hayan trabajado con los primeros procesadores de texto.
- Cualquiera con información de primera mano sobre el tema.
- Cualquiera que conozca textos de ficción sobre los procesadores de texto (como, por ejemplo, el cuento «El procesador de palabras de los dioses», de Stephen King).
Kirschenbaum publicó el audio de una conferencia que dio en diciembre sobre el tema, basado en el primer capítulo del libro. Está disponible en Archive.org.