Robin Williams se ha ido y uno siente como que se ha ido un tío de uno. La muerte nos hace sentir extraños. Cuando se te muere alguien sientes esa inflamación en el pecho, ese ardor en las orejas. En algún momento te das cuenta de que no tendrás a esa persona nunca más ante ti y reconoces el sabor del desconsuelo.
Uno, que le siguió la pista a este tipo tan extraño desde que interpretaba al más extraño extraterrestre de sitcom —digna evolución del tío Martin—, no puede dejar de acordarse de lo extrañamente grato que fue verlo, a través de los años, saltar de la comedia al drama y mezclar ambos géneros con la habilidad de un maestro. Robin Williams hizo dos villanos mortíferos en One Hour Photo e Insomnia, fue amante de María Conchita Alonso e hizo hasta Shakespeare y siempre fue convincente. Pero fue en sus papeles más extraños donde más lo disfruté. Aquí un pequeño tributo con cinco de esas rarísimas interpretaciones.
El Rey de la Luna
Cuando su cabeza removible flota en el espacio, él es un dios extraño que se solaza en la contemplación del universo. Pero cuando su cuerpo la atrapa, se convierte en un esclavo de las bajas pasiones. Come como un cerdo, es celópata y tiránico y sólo piensa en tener sexo con su reina. Robin Williams apareció en los créditos de Las aventuras del barón de Munchausen (Terry Gilliam, 1988) con el seudónimo «Ray D. Tutto», una forma de decir «rey de todo».
Jerry, el mimo que habla
Este es un cameo. En una película de payasos, el mimo es el enemigo. Robin Williams interpreta al mimo Jerry, un profesor de mímica con un poco disimulado mal humor que trata de enseñar a sus alumnos a palpar la pared invisible y se disgusta cuando, al presentar a un nuevo compañero, no pueden contener el impulso de aplaudir. En Shakes the Clown (Bobcat Goldthwait, 1991) sale como «Marty Fromage».
Jack, el hombre de diez años
No es que la película me guste demasiado, pero creo que la interpretación de Williams lo convence a uno de que sólo él podía encarnar el papel del niño que, por una extraña enfermedad —en realidad una versión exagerada, para propósitos del filme, del síndrome de Werner—, luce como de cuarenta años cuando en realidad tiene diez. Jack (Francis Ford Coppola, 1996) fue, además, la última aparición de otro grande de la comedia, Bill Cosby, en un filme estrenado en cines.
Popeye
Algo que dice mucho de la versatilidad de Robin Williams es que el maquillaje que se le aplicó en el rostro es mínimo, pero cuando uno lo ve en Popeye (Robert Altman, 1980) no le cabe dudas de que está viendo al marinero peleón. La película fue un fracaso y se dice que a Robin Williams no le gustaba ni que se la nombraran, pero tiene su lugar reservado en la historia por haber sido su primer papel protagónico. (De cuando en cuando algún babieco pregunta cómo se entrenó Williams para fortalecer sus brazos para esta película).
Robin Williams
En Barney/Never (Louis C.K., 2012), un capítulo de la excepcional serie Louie, Robin Williams se interpreta a sí mismo. Él y Louie son los únicos presentes en el entierro de un amigo común al que luego recordarán en un café cercano. Y es tan extraño verlo como un tipo normal, que en su primera aparición en pantalla no lo reconoces; crees que es sólo un tipo ahí. De todas las interpretaciones que he visto de Robin Williams, esta es la que se me ha quedado con mayor insistencia en la memoria.