Ha muerto John Hurt. Más que un actor, un símbolo del gran cine de siempre; con un rostro que sabía ser adusto o afable, dependiendo del personaje que tuviera que hacer o de la situación en la que se encontrara.
Hoy lo recuerdo con especial cariño por uno de sus últimos papeles: el Doctor de la Guerra, la oscura personalidad en la que encarna el Doctor para —renegando de la promesa implícita en el nombre que escogió para su devenir como Señor del Tiempo— ganar la Guerra del Tiempo. Un verdadero guerrero cuya misión es resguardar el tejido de la realidad. De esta interpretación es la imagen de arriba.
Pero además estuvo en muchas de las películas que moldearon mi cine personal: fue Max en Expreso de Medianoche, fue el Kane del que brotó el monstruo en Alien, fue el John Merrick de El Hombre Elefante —donde su trabajo actoral estuvo por encima del hecho de que el maquillaje impide ver el rostro del actor—, fue Montrose en Rob Roy, fue el acorralado Winston Smith en Mil novecientos ochenta y cuatro y una especie de Hermano Mayor en V for Vendetta; estuvo en sagas como Indiana Jones, Harry Potter o Hellboy y además en la primera versión (de 1978) de El Señor de los Anillos. Hizo de rey Lear, de dragón (en una serie sobre el mago Merlín), ¡de Jesús! en La loca historia del mundo de Mel Brooks.