La ciencia ficción no es uno de los géneros más cultivados en la literatura venezolana. ¿O me equivoco? Una oportunidad para empezar a conocer la realidad del género en el país se presenta este viernes, cuando se realice en la librería ReadBooks de Las Mercedes la I Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror.
Los detalles en el blog de Jorge de Abreu, alguien que tiene mucho que decir sobre el tema. La cosa arranca a las 5:30 de la tarde y se termina a las 7 de la noche, hora de cierre de la librería. El tocayo dice que los contertulios serán libres de continuar la rumba en otro lugar (obvio, siempre es así). La organizadora, Susana Sussmann, es física y escritora de ciencia ficción. Me cuenta el tocayo esta semana por correo electrónico:
La historia es larga pero, resumiendo, la convocatoria corre a título personal de Susana, quien es activa en las listas y desea que de una vez por todas se produzca un encuentro real de venezolanos y no pura pajita virtual.
Como no sé si podré asistir, envío desde ya mis deseos de éxito, que es lo menos que puede hacer un ausente.
Jorge, quizás sea interesante preguntarnos por qué en nuestra literatura no se ha cultivado con demasiado afán la ciencia ficción.
No sé. Yo creo que los venezolanos tenemos una relación muy enfermiza con la tecnología. La mayoría de nuestros teléfonos públicos no funcionan; lo mismo sucede con nuestros cajeros automáticos… Conseguir un telecajero en Mérida, por ejemplo, es una hazaña.
No sé, Jorge. Para escribir ciencia ficción necesitas estímulos y Venezuela no se caracteriza por su proliferación. Nuestro aeropuertos son una birria; vas a un ministerio y, para darte un documento, te tienes que esperar horas para que un funcionario disfuncional llene tus datos a mano o, en el mejor de los casos, con una máquina de escribir tecleada a super velocidad únicamente con los dos dedos índices.
Hablar de cohetes despegando desde una base interestelar que queda en Chivacoa es un chiste. Hablar de selenitas aterrizando en Juan Griego o en Güiria es una extravagancia que pasa por un cuento de borracho… No sé. Yo creo que hacer una ciencia ficción a la venezolana es una vaina imposible… Quizás alguien pueda contar un cuento a partir de las cucarachas que deben vivir en los rincones de la sala donde se encuentra el reactor nuclear dormido del IVIC, pero de ahí a que logremos un texto de ciencia ficción, no sé.
Ojalá me equivoque.
Un abrazo.
R.E.
Me viene a la memoria el lío que hubo con la lanzadera que querían poner en el Amazonas y Chávez se negó, aquel señor que hizo un avión que volaba con sus propias manos, otro que manejaba la electricidad de forma autodidacta. Aquel venezolano que iba a volar en el Columbia, a Jacinto Convit… Poquita cosa, los cubanos consifuieron mandar a un cosmonauta con los rusos… Pero nosotros, nosotros nos parecemos más a esa novela tremenda y eterna llamada «La vorágine»… Me gustan tus post Jorge, coincido con tigo en la forma de analizar las ideas, será vicio de profesión… Un saludo…
No jodas, la de cuentos extraterrestres que se oían en Caracas, que si salieron del Ávila, que si los vieron en el amazonas, que si dejaron paralizados a unos y les metieron una sonda por el chiquito… Y había quien decía: Una sondota gordota, ¡así de este color!
Yo imagino una Venezuela voraz, que te engulle en su naturaleza pero en la que pervive una cultura ecologista de una altísima tecnología. Nuestra ciencia ficción conectaría con la telepatía y los pensamientos como aquel cuento de Peri Rossi en “La Tarde del dinosaurio” Sería algo emotivo.
Pero es verdad, algo hay, hay un cuento Guajiro que podría llamarse de ciencia ficción. El de un indígena (ahora indigentes), que ve a un camión que pasa de pronto, y se asombra y se asusta porque nunca antes había visto algo así. Entonces el carajo pregunta qué come ese animal que corre tan rápido. Y le contestan que con candela y gasolina… Así que compra gasolina y se la echa a su burro y lo prende para que vaya más rápido. Su burro, que murió quemado… Otro cuento que me contó Chirinos, bien bueno era el de los españoles y la brea. Cuando la descubrieron en América, agarraron a un esclavo que se ofreció voluntario, lo untaron y lo prendieron para ver que pasaba. Hay uno más prosaico. Es ese de experimentos genéticos que hicieron en Barinas. No sé quién me contó que Chávez teiene una paloma en el pecho, oculta bajo el chaleco antibalas…
Supongo que: dado que nuestros paisitos latinoamericanos no vivieron una Revolución Insdustrial y, que aún ahora los esfuerzos se encaminan más por acercarnos aunque sea a la ciencia, pues nos fuimos alejando de la idea de «¿Qué será lo que podemos lograr en el futuro?» que asaltaba a los hombres ilustrados que vivían en sociedades con la posibilidad de lograr algo. Mas que a la ficción nuestra región y sus hijos escritores se ha acercado al «Realísmo mágico» que es lo que tenemos a la mano y que, aunque no es lo mismo se confunde igual, dado que en el fondo la pregunta del hombre del realísmo mágico es más o menos la misma: «¿Hasta dónde podemos llegar?»
Todos estos comentarios me hicieron acordar de un profesor suplente que tuve de Lengua y Literatura en bachillerato: se veía que era poeta, o al menos «pensador»; para el momento estaban en las carteleras de cine, simultáneamente «El pez que fuma» de Chalbaud y «Pregúntale a Alicia», aquella morbosidad donde violan al personaje con una palo de escoba. Pues bien, nos recomendaba el maestro no ir a ver la segunda, nos explicaba que este tipo de situaciones eran para pueblos con otras realidades y que en cambio la primera nos daría una experiencia de primera mano con nosotros mismos (bueno escándalo, a unos adolescentes decirles que nos veríamos reflejados en un prostíbulo). Pero en fín, creo que eso es lo mismo que ocurre con la ciencia ficción en Venezuela, como que hay otros temas más urgentes de que ocuparnos, queda como aquella película de la Blair.
yo me acuerdo de lo de los extraterrestres, a mediados o finales de los setenta, y que supuestamente El Avila se iba a partir en dos mitades por culpa también de esos invasores interplanetarios y recuerdo que miles de personas salieron de la capital ese fin de semana. había algo con los extraterrestes y sabana grande (no sé si es que aparecían allí) y algo tenía que ver el entonces gobernador de Caracas Diego Arria y unos potes de concreto que puso en las calles. tengo como el rompecabezas desordenado y me faltan piezas. ¿alguien recuerda bien esa historia? da para un cuento.
por cierto, me encantaría ir a ese evento que reseñas, vamos a ver si me escapo!!!
Y no te digo, un poco antes, aunque Maga, tu como que eres más vieja de lo que dices… Cuando yo era niño se habló mucho de le Era Espacial, y de los vuelos al espacio, y de crear una industria aeronáutica venezolana. Pero lo que más me alucina fue una experiencia que tuve cuando era niño y que seguramente más de un caraqueño recordará. Se trata de una vez que usaron la ciudad para realizar un simulacro de combate aéreo y los tipos abrieron las comunicaciones que se podían escuchar por radio. Recuerdo viendo por el balcón con mi papá, al que abarazba lleno de miedo y fascinación, como un tipo decía como si hablara dentro de una cajita con la nariz tapada: Permiso para romper la barrera del sonido… Y una voz le respondía: Negativo, negativo, que vamos a tener que pagar un realero en vidrios rotos… No sé yo era muy carajito y a lo mejor medio cuento es inventado, pero lo recuerdo así. Aquellos aviones haciendo piruetas imposibles sobre el cielo de Caracas, pasando a muy baja altura por Sabana Grande… Y claro, después llegó ET y me jodió el sueño.
¡Gente! ¿Qué les pasó? ¿Se quedarón en los cuenticos de Isaac Asimov, o Julio Verne?
*quedaron
NO carmelo, no soy más vieja de lo que digo. Yo digo la verdad. Cuando tenga tiempo te busco la fecha, fue como en el 76 o 77, yo era una chama.
Topocho, esperaba que alguien lo dijera antes que yo. Gracias por eso.
Roberto, disiento de tu opinión porque no se necesita estar rodeado de estímulos relacionados con un tema para desarrollarlo. Nuestro entorno quizás sea una pifia tecnológica, pero eso no priva a la hora de evaluar la cantidad o calidad de nuestra literatura de ciencia ficción. La ausencia de «estímulos tecnológicos» como los que mencionas no me parece algo limitante sino, al contrario, el reto más sabroso.
Además del hecho básico: no dependo de la geografía para escribir. Puedo hablar de selenitas en Juangriego o en Cagua, pero también puedo «desenfocar» geográficamente la historia (como de hecho ocurre en lo poco que he escrito en el género).
Hay un mea culpa que necesito poner aquí: mi nota empieza haciendo referencia a la literatura de ciencia ficción y olvido agregar que en fantasía y terror sí que hemos escrito a borbotones. Pero bueno. Justo eso es un blog, se escribe agarrando un tema a dentelladas y a veces se olvidan cosas.
Carmelo, esa lanzadera es herencia de una vieja idea (ya tiene visos hasta de leyenda urbana). También yo recuerdo, como tú y Maga las historias de platillos voladores en los cerros de Caracas, con que me despertaba Radio Rumbos cada mañana, allá a finales de los 70.
Maga, a veces la edad es un cuento de ciencia ficción.
Pienso que la clave de nuestra escasa literatura de ciencia ficción la da la nota que escribe Martha Beatriz: la educación. Creo que lo único que se acercaba a la ciencia ficción, en los programas de bachillerato cuando estudié, era El mago de la cara de vidrio, de Eduardo Liendo. Los planificadores educativos se empeñaron en hacernos creer que la única opción en cuanto a literatura eran aquellos mamotretos decimonónicos que, sin orientación, se vuelven tan fastidiosos. No había pasión por la literatura en los educadores; por ende, era poco lo que podían hacer para inocularnos tal pasión. Menos aun podía pedírseles que nos introdujeran en géneros poco tradicionales y el límite estaba un poco más allá de Gallegos y el (para mí) insufrible Jorge Isaacs.
Pero este es un tema ya no para una de estas notas, sino para blogs enteros. Y el tiempo no alcanza… Pero volveremos sobre ello posteriormente.
¿Y los argentinos? Mira como alucinan los argentinos, nosotros debimos tener ese tema central de composición escrita en nuestras escuelas: la vaca…
Bueno, en serio, tendré que pensar que en el resto de américa Latina sí hubo una literatura de ciencia ficción. En su contexto creo que tan escasa como la nuestra. Me parece sano pensar en nosotros, «nojotros» como dice chirinos, cuando hablamos de literatura nacional, porque al final, los fenómenos son similares en nuestra América hispana.
Bueno, muchachos, me parece bien que hagamos la precisión: una cosa es la literatura fantástica y otra muy distinta la ciencia ficción.
En Venezuela se ha escrito muy poca ciencia ficción. De eso no hay duda. ¿Qué hay de malo en eso? Creo que nada. Yo lo que he hecho es preguntarme el porqué de semejante fenómeno y esbozar una inferencia que quizás sea discutible.
Aquí se ha escrito mucha y muy buena literatura fantástica (Ramos Sucre, Julio Garmendia, Jiménez Ure, Jiménez Emán), pero el fuerte de nuestras letras está en el realismo (sea éste documental y crítico, social, urbano, etc.), y eso se debe a que en nosotros pesa mucho el entorno. No sé por qué, no me pregunten a mí, yo tampoco tengo la respuesta… Lo cierto es que tenemos la tendencia a hablar en nuestros libros de eso que nos rodea. Tal vez sea que luchamos contra nosotros mismo por cambiar nuestras ciudades, nuestra realidad política y social, nuestra forma de ser… Es otra inferencia…
Jorge, tienes toda la razón cuando dices que el lugar donde vivimos no debería limitar nuestra imaginación, pero aún tomando en cuenta la validez de semejante premisa, el entorno nos traga y nos pone a hablar de él, así sea de manera oblicua. Quizás por eso no hayamos escrito muchas historias que hablen de unos venezolanos viviendo en Marte o de unos margariteños que, al igual que los personajes de Luciano de Samosata, hayan llegado a la Luna en barco.
Quizás sea éste el momento propicio para comenzar a hacerlo.
Un abrazo para todos.
R.E.
Estoy leyéndome I.Asimov… sus memorias y documento donde se refleja la historia del género que se inició en los veinte en la época de la gran depresión en USA formalmente como ciencia ficción. Por supuesto sus precursores Julio Verne etc fueron anteriores, pero en un momento en que no existía como género. En otros países coincidió en las fechas, porque fue la década que luego de la primera guerra dió el inicio a la preeminencia de la ciencia sobre la religión. El venezolano vive muy dentro de sus fronteras y su realidad… en eso coincido con Echeto, pero también hay una suerte de ausencia de respeto por los géneros de este tipo que demandan no solo conocimientos cientificos que avalen cierta plausibilidad de lo narrado sino además una imaginación desbordada y sin prejuicios. Hace falta además apoyo editorial, no solo para este género sino la novela negra, de terror y hasta la romántica… Y es porque heredamos ese prejuicio de que el que escribe en estos géneros no es escritor de «verdad»… en fin esto es solo un ranteo… pero dejo el pensamiento para alguna otra reflexión…
Llegué hasta aquí por casualidad, pero como conozco a Susana Sussmann, la persona que está en el vértice de la Tertulia Caraqueña y como yo ocupo un sitio parecido en la Tertulia de Buenos Aires (acabamos de hacer la IV Tertulia el viernes pasado) me animo a meter baza en el tema de marras. Veo que a algunos de ustedes la ciencia ficción se les ha quedado atascada en los cincuentas y sesentas, cuando sin tecnología no había cf. Pero las cosas han cambiado y si bien no nos hemos podido desembarazar de la etiqueta (y tal vez nunca lo logremos) es muy cierto que las fronteras se han expandido. Yo prefiero hablar de ficción especulativa o realismo conjetural, según sea el cristal con que se miren los cambios a los que nos vemos sometidos los seres humanos por acción de la tecnología, entre otras cosas. No es este el lugar para una larga perorata. Los invito a leer a los venezolanos que hemos publicado en Axxón, que no son pocos. Lean a la propia Susana, a Jorge De Abreu, a Ronald Delgado, a Ruth Abello y a Jorge Letralia, a quien no le hemos publicado un cuento de cf, pero sí le hemos publicado un cuento que no desentona entre los del género; a eso llamo yo realismo conjetural. Dense una paseo por Axxón, http://axxon.com.ar y luego me dicen algo sobre la cf venezolana.
Sergio Gaut vel Hartman