Los inventos son como las mascotas del conocimiento humano. Llegan a nuestras vidas, nos acostumbramos a ellos, se nos hacen indispensables… hasta que un buen día, como todas las cosas, mueren y deben ser reemplazados.
Hay inventos que no duran mucho tiempo y por eso no los echamos de menos. Un caso que se me ocurre en este momento es el de los discos Zip: con su capacidad extraordinaria de 100 o 250 Mb, la facilidad con que podía instalarse la unidad y su tamaño apenas un poco mayor que los disquetes comunes, prometían una verdadera revolución en portabilidad… hasta que se popularizaron los quemadores de CDs. En la tienda de la esquina un CD virgen me cuesta 600 bolívares. El último Zip que compré (en aquel lejano 2001) me costó 20.000 bolívares, 33 veces el precio de un CD.
El problema es cuando una tecnología se establece por décadas. ¿Se acuerda alguien hoy de la máquina de escribir? Su reinado duró más de un siglo, entre 1874 y, digamos, los 80. Más de cien años de tácata-tácata-plín y dedos doloridos. Fue desplazada por ya-saben-quién, y no se puede decir que sin traumas. Me cuenta un amigo que en un diario caraqueño los periodistas de entonces se declararon en rebeldía cuando la directiva anunció la llegada de prácticas y modernas computadoras: nadie quería abandonar la fiel máquina de escribir.
Y, lo sabemos, estamos en pleno proceso de desaparición de la cámara fotográfica tal como la conocimos hasta ayer nomás. Tecnorrante le dedicó al tema esta nota, donde comenta la decisión de la cadena británica Dixon de no vender más esas anticuadas y onerosas cámaras (un tema del que también habló, con otra fuente, PJorge). Como hace Tecnorrante con sus dos Olympus, yo me abrazo a mi Pentax (un adorable armatoste que lleva casi dos décadas conmigo) y estoy de acuerdo con él en esto:
Algo que le recomiendo siempre a los panas aficionados, o que ni siquiera son aficionados sino que quieren entrar en la «moda digital» de la fotografía (lamentablemente hay muchos así), es que compren una cámara digital de una empresa que ya tenga experiencia en cámaras de película. Es decir, empresas como Olympus, Canon, Kodak, Nikkon, Leica, y otras son quienes mayor probabilidad tienen de sacar buenas cámaras digitales, por su conocimiento del mundo óptico en el que se mueven.
La tecnología de estos tiempos nos hará olvidarnos de muchas otras cosas. Para quienes duden, ya está firmada la sentencia de muerte del celuloide (vía Alt1040). Y, el viernes, mi amigo Eloy Cano reportaba que también empezaron a buscarle las cinco patas a la guitarra, aunque estimo que ni yo ni mis hijos estaremos aquí cuando acaben con ella.
Y ese es el zeitgeist: temporalidad-transitoriedad.
Todo va a un ritmo furioso y acelerado como magistralmente lo insinuó ese visionario Alvin Toffler en aquel ‘Shock del Futuro’. Con los objetos- y demás-, en un par de años, doce meses, se llega a un desesperante, cruel y terrorífico: «es demasiado viejo». Una frase que al parecer está caracterizando a nuestro agitado espacio urbano mundial.
Bárbaro, Jorge! Honor aparecer reseñado en JorgeLetralia, no tengo palabras.
Mil gracias y espero que esta bitácora dure más que las máquinas de escribir!
Saludos.
Los inventos…fabulosa oportunidad de demostrar la valia del hombre sobre la tierra….sabes cual es la diferencia entre cientificos e inventores?
Los cientificos descubren lo que Dios creo…los inventores creamos lo que Dios nunca imagino!
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Raul