Justo este fin de semana conversaba con un amigo, a quien me precio de haber evangelizado en la lectura de Bolaño, y nos preguntábamos por qué sus obras no han sido llevadas al cine, con la maravilla descriptiva que las atraviesa. Con lo que teníamos a la mano -El gaucho insufrible, Monsieur Pain, Los detectives salvajes y 2666- nos pusimos a fantasear: «El gaucho insufrible» da para una pequeña épica; no llegamos a decidir si le dábamos «El policía de las ratas» a David Cronenberg o a Tim Burton; Monsieur Pain tendría que ser dirigida por un maestro para no ser un filme demasiado aburrido… Y por supuesto Los detectives salvajes y 2666 se los daríamos a Peter Jackson para que las filme, si quiere, en Nueva Zelanda.
Ayer revisaba las noticias literarias para la próxima edición de Letralia y me encuentro con que alguien más ha estado jugando con ideas parecidas. El director catalán Álex Rigola (en la foto) ha anunciado que llevará a las tablas una adaptación, que ya escribe con Pablo Ley, de 2666. Si ya el libro es un desafío para el cine, no quiero ni pensar en las peripecias que el dúo tendrá que hacer para montarlo en teatro, tarea que Rigola ha resumido en una frase medio críptica: diseccionar bien lo que quería contar el autor, hacer una columna vertebral y buscar un camino para contarlo al espectador. Esperemos que no se quede corto el cascabel para la fiera a la que hay que ponérselo.
De ser buena la obra haríamos peregrinaciones para ir a encontrar la luz. Un Camino de Santiago transatlántico. La desventaja con el teatro es la exportación, a menos que la graben y la suban al E-mule
Claro! Esa no es la idea…
Los detectives salvajes…otra que está en la pila de los pendientes ¿será que la cole’o?
Cuando lei 2666, la parte de los crímenes, recordé siempre, todo el tiempo los de Alto Hospicio, al norte de Chile…las sombras que tardaron en llegar para investigar un crimen más en nuestra lejana latinoamérica.