Un vuelco extraño el que ha tomado el caso del poeta cubano Raúl Rivero, al menos para quienes, en pro de nuestra salud intelectual, nunca nos interesamos demasiado en analizar los hechos políticos. Supongo que hizo lo suyo la presión internacional. Rivero llegó a España el viernes a la 1:40 de la tarde acompañado de su esposa, su hija y su madre.
Digo que es un vuelco extraño porque Rivero mismo, al describir las condiciones en que salió, ha hablado de que goza de un permiso temporal y de que el gobierno cubano le da hasta dos años para volver si así lo desea. El poeta ya ha anunciado que se dedicará en España a sus quehaceres poéticos y periodísticos, y a luchar por la libertad de los presos cubanos: con él habían sido encarceladas otras 74 personas, 30 de las cuales son periodistas. Me pregunto qué será de su suerte.
Según esta nota de El Mundo, el viaje de Rivero a España fue dispuesto entre los gobiernos de España y Cuba después de que el poeta contactara, hace tres semanas, a Trinidad Jiménez (en la foto con Rivero), secretaria de Relaciones del PSOE. Las gestiones, en las que participó el mismísimo Rodríguez Zapatero, se realizaron con la máxima discreción tratando de evitar que el asunto se politizara. ¿Puede este caso sustraerse de sus implicaciones políticas? Difícil eso.
De cualquier manera, esta es una historia a la que hay que seguirle el curso. La página de Rivero está desactualizadísima, pero es de esperar que en su nuevo estatus nos sirva para hallar nuevas luces sobre el tema.