Chantajes literarios

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No me chantajeesNo me gustan los chantajes literarios. Me parece grosero y desconsiderado que se trate de condicionar la apreciación literaria de un texto a una situación de dificultad que viva su autor.

Dos casos clásicos para explicarme mejor. El primero, el de escritores en el exilio, o que alguna vez vivieron en el exilio, y antes de darte a leer un poema te dicen: yo estoy (estuve) en el exilio. El segundo, el de escritores minusválidos que, de la misma manera, te hacen ver cuánto sufren y cuán difícil es para ellos escribir en sus condiciones.

Lo peor es que se molestan mucho si uno lee el material y con toda sinceridad les da su opinión, desprovista de elementos extraliterarios. Se muestran ofendidísimos y te dan a entender que no tienes sensibilidad, cómo se te ocurre decirme que mi relato no te gusta, ¿es que no ves que estoy en una silla de ruedas (o en el exilio)?

La literatura es un sistema que se mueve a tracción de sangre y cerebro. Mucho de pasión, mucho de técnica; nada de conmiseración. Como ser humano, doy mi brazo solidario a quienes se encuentran en situación difícil, sea por motivos de salud o por motivos sociopolíticos. Pero como lector prefiero ser implacable: no me hables de tus problemas, dame tu obra y ya.

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8 thoughts on “Chantajes literarios

  1. Como discapacitada – recuerda que minusválido es «politicamente incorrecto» – me pongo de tu lado. Estas personas quieren montarse en el carrito por puesto de la literatura de gratis a venderte baratijas porque tienen un problema. Muy bien dicho, !la obra o la vida!

  2. Tienes razón, escribir implica un gusto, una necesidad, no un chantaje. La escritura debe ser, surgir y no ser limitada con avisos como: Soy minusvalido o Viví en el exilio. Se ecribe y ya. Lo que nos haya pasado sólo debemos emplearlo, si de algo sirve, como detonador para nuestras narraciones o poemas… no como bandera ni carta de presentación.

  3. Claro, leer a alguien de quien tienes la indicación de aceptar porque es lo «correcto», impide la espontaneidad, y la crítica libre. A mí también me enoja que me chantajeen.

    Un abrazo. Tu blog es de primera 🙂

  4. Más desmitificaciones del exilio:

    Paco Umbral: «Los del exilio», en «Las palabras de la tribu» (1994).

    «Los exiliados en bloque se benefician de un prestigio, una gloria, un aura, un carisma que muchos nunca hubieran tenido en una España republicana y normalizada. Cualquier nombre del exilio se vuelve mítico, hasta Juan Rejano o Julián Andújar. […] Lo que pasó con la vuelta del exilio y la difusión de sus libros, tras el primer deslumbramiento, es que no pasó nada. O sea, que los buenos seguían siendo los buenos, los que ya se sabía, y los malos o mediocres siguieron siendo malos, más el agravante de una prosa o una poesía detenida medio siglo antes.»

    Roberto Bolaño: «Literatura y exilio», en «Entre paréntesis».

    «La cantinela, entonada por latinoamericanos y también por escritores de otras zonas depauperadas o traumatizadas, insiste en la nostalgia, en el regreso al país natal, y a mí eso siempre me ha sonado a mentira. Para el escritor de verdad su única patria es su biblioteca, una biblioteca que puede estar en estanterías o dentro de su memoria. El político puede y debe sentir nostalgia, es difícil para un político medrar en el extranjero. El trabajador no puede ni debe sentir nostalgia: sus manos son su patria.»

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