María Calcaño contra la naftalina

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María CalcañoEsta belleza es María Calcaño, una poeta de Maracaibo a quien le habría cuadrado perfectamente aquel verso con el que Celaya define a su poesía como un arma cargada de futuro expansivo / con que te apunto al pecho. Incapaz de leerla la sociedad venezolana de la época, saturada de naftalina como estaba, pareciera que María Calcaño hubiera escrito para nosotros, pese a que murió hace casi cincuenta años.

Publicó sólo tres libros, el último de los cuales apareció póstumamente: Alas fatales (1935), Canciones que oyeron mis últimas muñecas (1956) y Entre la luna y los hombres (1961). Su escasa producción, en la que aborda el amor y el erotismo tan mal vistos en una señora decente de entonces, grita libertad desde la garganta de una mujer que se declara ser humano, y que reclama la dignidad que aún hoy le sería negada en más de un término. Y todo esto envuelto en un celofán de delicada sutileza que convierten su lectura en todo un placer —en el más absoluto sentido de esta palabra.

Ana María Romero P. la describe, en este interesante estudio sobre la literatura del Zulia, como «una exquisita y aislada poeta vanguardista sin seguidores ni antecesores, ni en la región, ni en el resto de Venezuela».

Es vano todo lo que pueda decirles sobre ella. Mejor que hable ella misma:

Había olvidado las muñecas
por venirme con él.

De puntillas,
conteniendo el aliento
me alejé de mis niñas de trapo
por no despertarlas…

Ya me iba a colgar de su brazo,
a cantar y bailar
y a sentirme ceñida con él:
como si a la vida
le nacieran ensueños!

Yo no llevaba corona,
pero iban mis manos colmadas
de bejucos floridos de campo,
de alegría, de amor, de fragancias.

Muchas noches pasaron encima
de aquella honda pureza sagrada.
Todo el cielo volcado en nosotros!

Había olvidado las muñecas.

Ahora él se ha ido.
Lo mismo.
Despacito, por no despertarme…

Del poemario Canciones que oyeron mis últimas muñecas, 1956

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25 thoughts on “María Calcaño contra la naftalina

  1. maria calcaño es la poetisa mas incomprendida de nuestro país, sus anteceentes se remontan a Sor Juana de la Cruz, Doy gracias a Dios por haberla descubierto, en un día troste de octubre, cuando pense que en la punta de esos pies se iba el mundo para siempre.

  2. María Calcaño:
    Versos para enhebrar la vida

    Cuando en marzo de 1940, a su llegada a Quito, vació sus datos en los documentos de identidad, se definió como María Calcaño de Roncajolo, ama de casa. A pesar de que, en los últimos cinco años de su vida, cada paso pendía de los vaivenes públicos de un libro que, ciertamente, le dio la fama: Alas Fatales. Una publicación que la obligó a un peregrinaje por caminos llenos de estaciones, Pamplona, Bucaramanga, Bogotá, Quito, Lima; por años de ausencia; por infinitas horas de dolor e insomnio-

    Y es que en María, poeta hasta en el modo de vivir, esta necesidad de expresarse a viva voz y sin medidas, era la existencia. Sus versos se vuelven, entonces, una crónica eterna del cotidiano, del entorno, de la intimidad. Y es este atrevido paseo por los pensamientos y los sentimientos lo que Maracaibo no entiende ni perdona. Y el amor de Juan, su esposo, deplora sin resentimientos.

    El 16 de abril de 1940, dirigiéndose a Héctor Cuenca –amigo de ambos- le pide: agradezco todo interés en aconsejarla a fin de que no escriba cosas tan fatales para mi y mis hijos como su primer libro. Días después, la sabia respuesta…¿Qué quiere usted si ella es una Calcaño i esta es una familia toda de poetas?

    Y María, en un eterno relato:

    ¡Qué linda es la noche
    sobre tu boca sin preguntas!
    La espuma del mar salpicó tu mundo
    cuando me amaste.
    La luna te creció en la boca.

    Juan y María estuvieron encadenados por una infinita ternura. Mientras él le seguía susurrando el cariñoso “Currutaca” de cuando la tuvo niña, en sus semanales mensajes ella correspondía: —“pegados a tu carta …vinieron unos pétalos de flores que conservaré como un querido recuerdo”.

    Y ella, en un eterno relato:

    En las ramas de un naranjo
    echo a secar tus camisas
    ¡Qué alegre amanece el patio
    de la casa!
    …son tus camisas de fiesta
    tus camisas de trabajo…
    brillando de puro blancas
    calle arriba, calle abajo
    por todas partes te llevan..

    Juan amó a María –hasta el dolor- todos los días de su vida. Y, a ratos, este amor se le cuelga de la rabia por la ausencia…”seré más humano y más decente que la poetisa, ya que en su bella cabecita de escritora no cabe más que su amor propio i por sus libros i sus versos se olvida no digamos de su marido sino del padre de sus hijos”. En una carta en la que pide a Cuenca que le cierre “la trompita con una cinta azul por embustera”. Solicitudes que alterna con renovados afectos: “por aquí hay muchas taritas o mariposas ¡qué feliz pudieras ser viendo estas cosas bellas”. Y es que nunca dejó de estar presente en el cotidiano de ella: “Lamento muy de veras tu enfermedad y espero saber que todo haya marchado mejor al recibo de esta carta”.

    Marijuana, un hato invadido de ciruelos hacia el norte de Maracaibo, fue el hogar que los habitó. Los inviernos eran bravos. La lluvia anegaba la planicie y las cañadas corrían presurosas hacia el Lago. “Nada menos anoche, cayó un aguacero matasapos; pero ya vendrá el buen tiempo del verano y entonces…”

    Ella, en un eterno relato:

    Mi casa es blanca
    Pequeñita, pobre
    Alegre de blanca
    en el vasto camino…

    En aquella época la cocina era de fogón, y ella le seguía a sembrar hortalizas, ordeñar las cabras y llevar la leche en burro. Pero en esa casa reinaba el bienestar, con alegres almuerzos -en vajilla de plata- de palomitas en arroz y hervidos de Armadillo. En la huerta, se hermanaba la patilla con la yuca y la auyama con los melones. La casa se apoltronaba en el centro de un vasto terreno preñado de frutales. Y a través de los ventanales regaba el bosque sus aromas. Pero la ciudad fue invadiendo las tierras.

    Y ella, en un eterno relato:

    Abrieron la calle…
    Y esta casa, tan linda antes,
    ahora se ve pequeña, triste, extraña,
    arrimada a la esquina
    ¡como si no fuera mía!

    Estaban ahora muy lejos los tiempos en que Juan negociaba con fresas en Táriba y Pamplona. La muerte se asomaba a sus días cuando todavía soñaba con el reencuentro…”y ya veremos el año que viene que puede hacerse para nuestra unión; precisamente en el año en que cumpliremos nuestra boda de plata, 25 años ¡Bendito sea Dios!, tengamos siempre mucha fe y mucha perseverancia para que algún día podamos ser felices…”

    Y ella en un eterno relato:

    Tenía un recuerdo
    de mañanas lindas…

  3. Debo aclarar que estos «comentarios» acerca de MAría Calcaño son, en realidad, una copia al calco de una crónica de mi autoría recientemente publicada en la revista Cittá bajo otro título: Juan, el amor oculto de María. Puesto que la autora del mismo no lo señala así, me parece prudente aclararlo. Me comprometo a hacerle llegar un ejemplar de la mencionada revista. Le anuncio, del mismo modo, que esta crónica forma parte de un libro en proceso sobre la biografía de la poeta. Gracias Marlene Nava

  4. PLEGARIA
    A María Calcaño
    En cada aurora mi sentimiento muere, y en cada anochecer vibra mi alma, porque te advierte augusta y poderosa, en el cielo brumoso de mi espíritu, como el maestro gentil, Venus hermosa, que por sus lampos mágicos y bellos, vivo el milagro de existir por ellos con la agonía de mis palabras mudas, sufriendo silente resacas en mi alma, acribillada por la ley de la vida.
    ¡Alma mía! que aleteando como el ave sin rama, va azotada por cruel torbellino, sin poder soñar, sin poder morir, con los eternos gritos del amor, del dolor, de la angustia y de la nada.
    ¡Soy un llanto interminable, plasmado en todas las tragedias de mi destino roto!
    Se ha quebrado el cristal, de mi mágica ilusión, y han volado en aristas que me persiguen, con la nostalgia de un amor inextinguible. Soy tu cantor asesinado por el frío estilete de tu injusto desprecio.
    En las tornasoladas madrugadas los bronces herrumbrosos de una iglesia cercana, van nunciando el destino de mi trágico mal.
    ¡María! Tu tienes la materia para tu pedestal, yo minaré del llano, tu cumbre poderosa, y diré para siempre, en mi vida fuiste la mujer más hermosa
    Aurelio

    ——————————
    Lima 29 Diciembre de 1946

    Recordada María:
    Estas líneas escritas con lagrimas de sangre, no son ya, para suplicar tu compasión, porque como si pagara culpas ajenas, has pasado por mi vera arroyándome con cruel indiferencia, y entonces recuerdo unos versos de Vallejo que dicen: “le pegaban todos en el suelo, con un palo”.
    ¡Cuanto tiempo estando a tu lado, y yo no sabía que te amaba, en forma tan sublime, que va más allá de la carne y del amor!
    Y ahora recuerdo, los años floridos, en que quise intensamente a una mujer, que recién descubro, no era más que la idealización de mi mente soñadora, que la visitó con todos los colores de la fantasía; pero tuvo la enorme dicha, que al alejarse, quedaron grabados dulces recuerdos.
    Contigo mi espíritu, ha vivido un drama intenso, desde que te conocí, he visto desfilar los jinetes apocalípticos, y allí donde fui olvidar encontré el dolor más grande de mi vida. ¡Que lindo hubiera sido Diosa mía, que de mis cenizas, cual ave Fénix hubiera resurgido radiante como un lucero!
    Quisiera olvidarte, pero estás en mi alma, en mis ojos, en el cielo, en las flores ¡y en todos los azules del mundo!
    Si supieras que largos y tediosos paso los días, sufriendo la terrible obsesión de tus ojos, de tu voz, que parece haberse vengado de algo que no hice, y esa voz a cumplido lo que dijo: “yo te voy a enseñar a morir” te acuerdas?, tu sabrás porque lo dijiste.
    María, hermana de espíritu, perdóname, yo no tengo la culpa de esta pasión infinita, de lo que decidas depende mi futuro, que en tus manos divinas está.

    P.D.- Dentro de un mes está totalmente impreso mi libro, el cual estará dedicado a ti, que eres mi enorme herida incurable, y si tu deseas mándame una foto pequeña donde Remigio o llámame al teléfono 31912
    Adiós, vida mía

    cartas enviadas a Maria Calcaño. Autor: anomimo. copia de documento origial.propiedad cecilia morales. http://cantacorazon31.spaces.live.com/default.aspx?_c02_owner=1

  5. María Calcaño: escritora que se adelanta a su tiempo

    Víctor Vielma/Educador/victormvielma@hotmail.com
    Una obra de la magnitud de la Biblioteca Pública del Estado Zulia, merece el epónimo de la escritora María Calcaño.
    Hay que darle nombre a las cosas y saber tocarlas con lo propicio. Porque la historia está llena de resultados que no se desmontan con lo irreverente.
    Sin hechos notorios, sin quehacer humano no pueden existir resultados válidos.
    María Calcaño, demostró con su pluma que podía construir un templo de belleza desde su irreverencia. Es por ello que nada ni nadie puede destruir su templo. Puesto que su interesante legado está sustentado en sus obras: Alas fatales (1935), Canciones que oyeron mis últimas muñecas (1956) Entre la luna y los hombres (1961).
    Su límpido verso, su adelantada disposición y su atrevido mensaje acusan permanente vigencia.
    Tenemos que saber que lo íntimo es propio del artista y su obra propiedad del pueblo como patrimonio de la humanidad.
    Desde Safo a María Calcaño existe un mundo controversial e interesante. Y qué decir de las viragos y de otras hermosas damas que trascienden hasta nosotros por su alta sensibilidad y belleza creativa.
    Quién puede destrozar la obra de Teresa de la Parra, de Frida Kallho o, yendo más lejos, la de la filósofa y geómetra Hipatia (375-415) acusada por intrigas y diatribas político-religiosa de dar muerte a un maestro y lapidada, como lo reseña Eugenio d´Ors por “instigación de Cirilo, el patriarca”. O alguien se atrevería a invalidar al gran Paganini por la supuesta leyenda de “pactar con el diablo”.
    Muchos intentan lo innegable como Germain Levy, rabino liberal que intentó negar la existencia de Judas Iscariote.
    Las losas y las piedras con que se construyó esta alta casa de la cultura deberían llevar en altos relieves el nombre de la insigne escritora zuliana María Calcaño; para acallar a toda voz hipócrita.
    Cualquier acto contrario rinde culto a Sexto Empírico, quien de manera gratuita, dirigió palabras contra poetas, filósofos y las ciencias.

  6. MARIA CALCAÑO
    Páramo de los Conejos: Noviembre de 1935- Alborotada melena, como la cabeza de Medusa, hecha de rizos indomables, los ojos fulgen como faros fantásticos que embrujaran los mares.
    Pensaríase en una nihilista que enfocara en sus ojos inmensos el panorama de la estepa incendiada. De su figura se desprende un hálito de pavorosos dramas, de extraordinarias reivindicaciones. Toda ella irradia un fluido de rebeldías.
    Para referirnos a su literatura y a su alma exquisita no tenemos sino fe en su talento, y el homenaje de una comprensiva admiración.
    Fuerte y destacado temperamento poético. Sin mixtificaciones. Sin influencias. Sin mezcla. Realmente autóctono. Positivamente venezolano y único.
    En la historia de nuestra literatura, esta poetisa de un solo empuje alcanza la cima. Desnuda como una diosa, su alma vibra con la fuerza de su propia inspiración. No es la Alfonsina Storni. Ni la Mistral. Ni la Ibarbourou. Ninguna de esas graves señoras que sirven de modelo a la literatura femenina de América. Es María Calcaño. La nuestra. Sin parecidos. Sin afinidades. Sin parentescos con nada ni nadie. Es “María de Venezuela”, según frase afortunada de José Fulgencio Gutiérrez, el critico colombiano de nombradía continental.
    Podemos enorgullecernos de su talento. De su belleza. De su decoro de gran dama. De su estirpe. De su sangre, como ninguna, tumultosa de glóbulos rojos.
    Su inspiración está en su carne púber que palpita como un corazón. En su espíritu que ignora los prejuicios. En su juventud que tiembla bajo la ley eterna y propagadora de la vida. Nunca un alma de mujer se sacudió con la tempestuosa valentía de esta insigne poetisa que canta con la voz del instinto. Con la voz de la tierra. Con la voz de la raza.
    Nuestras poetisas le han tenido miedo a la “opinión pública”, esa hipócrita señora que se burla discretamente de todas las virtudes que predica. Y, debido a ese temor han permanecido estancadas en la inocuidad, cantando la canción de cuna, circunscritas a los temas hogareños, tan emotivos y tan divertidos, pero ya sin trascendencia, y tan vulgares.
    En la literatura de Venezuela, María Calcaño es un caso único de Valentía, de sinceridad y de talento. Su poesía filtra mieles de un exquisito sabor extraño. Forma nueva. Técnica nueva. Visión nueva. El más atrevido, el más puro y artístico realismo literario. He aquí las cualidades que acusan su autenticidad poética, y las características que la singularizan y la sitúan en un lugar prominente.
    Es posible que la crítica jesuita y gasmoña de los presbíteros laicos proteste contra esta manera de Sentimiento y de Expresión. Y, es posible que con el acierto de siempre le señale los lunares que necesariamente tendrá su poesía. Pero, por encima de todo, la extraña musicalidad de sus versos y la múltiple sensibilidad de su espíritu, flotarán sobre el oscuro pozo de la incomprensión; como una niebla de maravillosas luminosidades de crepúsculo.
    Si fuéramos profesionales de la Crítica estaríamos desempolvando nombres de famosas poetisas para equiparar a esta joven escritora que no ha querido parecerse a ninguna.
    Para elogiar “La Vorágine”, el poema épico más alto que se ha escrito en español después de “Don Quijote”, se comparó con los libros de tres o cuatro portugueses. Con los de Dostoiewsky. Y, hasta con el “Infierno” del Dante, siendo que no es inferior, ni superios, ni semejante, sino simplemente distinto, único en las letras de América, y enorme.
    María Calcaño resistiría el parangón con las tres grandes poetisas de nuestro Continente. Pero, nada ganaría con ello. Ella va sola a la cumbre con “Alas Fatales”. Esas fatales alas que la naturaleza le ha dado a todas las mujeres y que solo a pocas les enseño a volar con ellas.
    La literatura venezolana necesitaba la poetisa de mayor vuelo, de honduras espirituales, de estro definitivo, de voz independiente y nueva que orientara el pensamiento femenino hacia remotas cumbres de rebeldes evoluciones eficaces. Con la aparición de “Alas Fatales”, libro de María Calcaño, se realiza plenamente esta inquietante aspiración.
    A la soledad del Páramo sombrío han venido los versos luminosos. Ellos nos han sugerido estas líneas de justicia. Para terminarlas con algo muy bello, tomamos al acaso cuatro poemas que ofrecemos a nuestros lectores, como cuatro rosas inmensas, como cuatro joyas labradas en un metal extraño, y en cada una de las cuales tiembla el alma de María Calcaño como una voluptuosa mariposa que se incendia en el sol.

    Enrique Méndez

  7. MIRANDO CON MI LENTE
    “ALAS FATALES”
    (LIBRO DE VERSOS DE MARIA CALCAÑO)

    Ella escribió un libro de versos, porque tiene talento, como agua tiene el mar, fuego el sol, éter el espacio. Hace versos, porque élla misma es un verso; y los hace raros como joyas exóticas; bellos como rosas; en sus versos se tuerce en espasmos divinos, el divino Eros, porque ella, sabe bien, lo que es bello y grande en ese Dios que da la dicha para arrebatarla después. Ella los hace armonías, porque su cerebro es finísima araña, y en su corazón hay musica de Schubert, de Liszt, de Wagner. Y hace versos que embriagan como el opio, que queman como llamas de fuego sagrado, para que ardan eternamente en nuestra mente, que perturban como besos ardientes, que emocionan como el misterio.
    Ella, tiene talento, y lo derrama en sus versos como lluvia de nieve que abrasada por el fuego del sol forman policromías de belleza incomparable. Y los hace profundos como la Vida, porque élla, conoce el dolor de Job; conversa de la muerte, porque es amiga de la Pálida, que le cuente las leyendas del Destino. Hay mucho amor en su corazón como hay corales en el fondo del mar. Poetisa es, como Juana de América. No hace versos tontos; ni copia ni imita; es élla misma, la que se rompe, y salen versos lindos, inefables y amargos. Ella, es grande porque ama mucho la Naturaleza y a Dios; desnuda está su alma como desnuda está Venas, y la entrega íntegra, en todo el esplendor de su radiante belleza a todas las pupilas de la envidia, como una estrella.
    Mujer, hecha con arcilla, donde el sílice es diamante y perlas por alúmina; todo lo que brote de élla, tiene el dolor y el encanto de su Vida. sus versos no se pueden analizar; las retortas académicas se romperían con la fuerte y ácida sustancia de sus poemas de Amor, de Vida, de Muerte. Sus versos son par sentirlos. Inyectan voluptuosidad y perfuman como nardos.
    Juana de Ibarbourou tiene una hermana que se llama María Calcaño.
    Luís Em. Eizagurrie

    ALAS FATALES
    Desde la ciudad de Maracaibo viene a posarse- trayendo toda la gracia de una gentil dedicatoria de mujer- otro conjunto de páginas poéticas, sobre nuestra mesa de trabajo. Su título es el mismo que cobija estos renglones. María Calcaño vuelca en este libro el juego de la vena que le otorga el nombre de poetisa, valiéndose de la modalidad puesta en boga,- entre las mujeres que sienten el delirio de escalar el Parnaso- por esa sensibilidad delicadamente voluptuosa, que fluye limpia y elegante, del verso ondulante y coquetón que construyen las plumas célebres de Juana de Ibarbourou y de Rosario Sansores.
    Acogerse a una modalidad determinada, no supone una servil necesidad de imitar, por parte de los enamorados de una escuela. La poetisa Calcaño exhibe en la travesura galante de sus estrefas, la inquietud amorosa de su temperamento, forjado en la plenitud del trópico ardoroso. A través de la sucesión de los poemas del volumen, nuestra imaginación cree ver las curvas mórbidas de una figura de alabastro tostado, que refleja su “pose” excitante en las ondas de un Lago…. Como el de Maracaibo.
    EL DIARIO felicita con respetuosa cordialidad a la gentil autora de “Alas Fatales”, a quien debe agradecimiento por la deferente dedicatoria que su cortesía estampó en el ejemplar que nos ha permitido, del cual nos permitiremos desgajar unas estrofas para el deleite de nuestros amables lectores.

  8. Ramillete Lírico
    (Especial para “Exelcior”)

    De mano amigas llegó a las mías un manojo de cuartillas en las que resaltan, en apretados accesitos, como las hierbecillas del prado, versos, entre los que predominan el metro de doce. Las cuartillas están en su mayor parte, mecanografiadas. En en algunas se ven enmendaturas hechas a pluma, con una letra firme y clara, denotadota de fuerza de voluntad. Por ninguna parte hay rastros del autor de los versos. La persona amiga que me hizo la entrega, me informó que son de la señora María Calcaño, y recabó de mi una opinión sobre dichas producciones.
    No ha podido ser menos feliz la elección. Nó por la circunstancia de que no conozco ni de vista a la autora de los versos- que esto garantiza la imparcialidad de la crítica- sino porque yo, que tantas cosas buenas y malas he hecho en mi vida, jamás he podido hacer un verso, ni en la época yá lejana de mis amores juveniles. Más afortunado que el personaje de Rabelais, no sólo hablo en prosa, sino que escribo en la misma forma. Jamás he podido exteriorizar de otro modo mis sentimientos.
    Sin embargo, esta mi incapacidad lírica no me inhabilita para que dé mi opinión sobre cuándo me gustan o no me gustan unos versos. Me sucede lo mismo que con la música. Ni tambor toqué de cuando chico, y ahora a duras penas toco las puertas, muchas de las cuales no se me abren. Pero tanto con la música como con la poesía, para mi es buena una melodía o una estrofa cuando al oírlas, me recorre un calofrío por la médula, algo así como eso que el vulgo llama “la muerte chiquita”. De suerte, pues, que mi sentido crítico es esencialmente medular y que habría sido un fracaso de haberme dedicado a lo que la mayoría llama crítica.
    En el caso del ramillete lírico que llegó a mis manos y que ha dado motivo a estor párrafos, hay en mi contra, además, el detalle de que no conozco a la autora de los versos; no se por ende, de qué color son sus cabellos, ni sus ojos, ni como es el timbre de su voz, etc. Solo hay un punto que fija mi atención: el apellido Calcaño que ostenta la autora. En las letras patrias, este apellido es pasaporte de talento. Efectivamente no ha habido hasta ahora que xxx ninguna Calcaño que no descuelle intelectualmente. Partiendo de ese principio, me dí a gustar el mosaico de estrofillas, que me hicieron recordar esas chucherias calcadas en marfil que se exhiben en los basares levatinos, y encontré en esos versos alma, emoción, algo que busco yo siempre que oigo tocar una melodía o recitar una poesía. Esa alma que no se improvisa, que no puede fingirse, porque brota espontánea de la estrofa, como el perfume de la flor y el panal de dulce dumbre de miel. Y alma, y mucha, brota de los versos de la señora Calcaño, alma que se rezuma por entre las censuras de los hemistiquios, como por entre los poros de una vasija de barro el refrescante líquido.
    Fué una sensación de frescor la experimentada por mi en la lectura de esos versos. Después de la forzosa lectura de códigos y comentaristas, mi espíritu se reposó en sus versos, como la mirada, que luego de estar contemplando una árida llanura, se fija de pronto en un riente prado cubierto de bellas flores y de rumorosos arroyuelos.
    La señora Calcaño no se ciñe a los cánones literarios consagrados. Su verso es libre y eso, en mi concepto de profano, constituye su mayor encanto. Me permito aconsejarle que siga por ese sendero, que le brindará ricos y sazonados frutos.
    Oiga siempre su propia inspiración; béba en su vaso, aunque sea pequeño, y el triunfo definitivo recompensará su esfuerzo, pues debe bastarle saber que tiene talento, y eso no puede decirlo todo el mundo.

    Eduardo López B.
    Maracaibo: fbro. de 1934.

  9. BIBLIOGRAFIAS
    UN LIBRO Y UNA MUJER
    (REDACCION)
    “ALAS FATALES”,
    Poemas. María Calcaño.
    Imprenta, Nacimiento.
    Santiago.- Chile

    Empezaremos por afirmar que para nosotros, los hombres jóvenes de Venezuela, la publicación de un volumen de versos como los que contiene “ALAS FATALES”, representa el mayor nivel de valentía. Para los viejos- lo sabemos muy bien-, el irrespeto más inaudito. De allí que en torno a esta mujer que tiene el inconcebible valor de expresar lo que siente, sin hipocresías ni escrúpulos gazmoños, se desatará un mundo de comentarios. Pero sobre la algarabía y la trapisonda desenfrenadas, quedará, puro y firme.- como un batalón de rebeldías-, gesto de esta mujer que vien a construir un mundo nuevo dentro de este hecho de palabras.
    “ALAS FATALES” no es un libro para niñas beatas. En él no cabe el pudro de sacristía ni la virtud del confesionario. Contrariamente, es la mas plena manifestación de impudor, si le asignamos al vocablo la acepción estricta y lo enfrentamos al concepto prejuiciado que de él se tiene entre nosotros.
    María Calcaño es una excepción en nuestro medio, como lo es también esa talentosa muchacha Olga Luzardo. Su libro está sacudido por un dinamismo estremecedor, por una vitalidad aplomada y serena y- lo que es realmente meritorio-, por un exceso de sinceridad. Su espíritu es antena aptísima; pero antena que sólo capta las vibraciones de su mundo interior. Avizora de sí misma, se nos dá toda, íntegra, desnuda de artificios. No conocemos mujer que, de manera tan sencilla, haya desplazado más hondura de sentimiento.
    Entre las poetisas de la América no le encontramos sino un alma afín: Juan de Ibarbourou. En ésta podrá más belleza exterior, pero María Calcaño la sobrepasa en el meduloso ritmo que le sacude las más íntimas fibras, y en la expresión sin mordazas metafóricas, empapada de un atrevido realismo. Esa semidesnudez, ese temor, ese querer decir las cosas totalmente que tanto impera en nuestras cantoras americanas, no existe en María Calcaño. Para ella la vida es de una sencillez maravillosa: de improviso de ha sentido “alas en los hombros” y se ha puesto a cantar. Y no con la emoción apresurada de la chiquilla romántica, sino con la voz madura y responsable que le revienta en el trance de la suprema gravidez. Regocijo exquisito de madre que se siente pimpollada!

    Decía Nietszche que “el gran problema del feminismo se llama materialidad”
    En “ALAS FATALES” es una madre la que canta. Primero es el deseo que la inquieta,- tizón ardoroso que chisporrotea llamas de tentación-, y le hace nacer voces emocionadas:- “Revélate gigante- que en mi vida- tu cabes”. Luego- ya maduro el deseo- sueña con el hijo y exclama- “te estoy pidiendo un hijo- con la voz honda- de la tierra movida- que asombra- a

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    UN LIBRO Y….
    VIENE DE LA PAG 1
    La tierra misma”. Y en el minuto estremecido, cuando la noche la envuelve, en la semipenumbra de la alcoba, siente el goce inefable, la caricia que ha de volver llamas:
    -“Ya suben tus manos- en mi carne apretada”. Después cuando el terrón fértil presiente la gravidez de la semilla que lo fecunda, se alza el regocijo vibrante: “he querido tener un hijo- y ya no me queda- nada que desea-

  10. BIBLIOGRAFIAS DE UN HERTALDO
    UN LIBRO DE AMOR Y DE FUERZA
    María Calcaño.- “Alas Fatales”.- Imprenta nacimiento, Santiago de Chile.

    Con una amable dedicatoria para nuestro Director, desde Maracaibo nos han enviado este libro, libro de versos cuya lujosa presentación es elocuencia de fino trabajo de la Imprenta Nacimiento de Santiago de Chile. Libro éste de una insinuación tal, que nos ha empeñado en su lectura dentro del más cálido ambiente.
    En “Alas Fatales” nos hemos conseguido con una mujer intensamente amplia y personal. Desde su primer verso se presenta cordial:
    estaré en ti
    cuando me leas

    (pasa a la 3ª pagina)

    Sábado 9 de noviembre de 1935
    UN LIBRO DE AMOR Y DE….
    (Viene de la 3ª pagina)

    …Mente moral, con la moral biológica, porque:
    Cualquier vagabundo,
    hombre callejero,
    me mira toda,
    me aprende fácil.
    ¡Y cómo me empaña
    la mirada insolente!
    Ella la nueva, es la que llegará con ética del porvenir, consecuente con la verdad de los hechos, después de la experiencia, como consecuencia que sabe de toda la miseria, de todo lo tremendo que fue la lucha de siglos, y se arremansa entonces, con una limpidez de bondad.
    La seis parte en que se divide “Alas Fatales” con la melancolía fatalista del fragmento “Después, y con todo, es una canción perfecta de lo que puede la juventud de hoy, sin prejuicios, inquieta, buceadora. María Calcaño maneja el verso de ahora, simple, recio, con su pura emoción íntima, con su suave sugerencia de claror, en la poesía desnuda de la “crinolina” del metro antañon, “pared de los suspiros”, todavía, de uno que otro empolillado conde o plebeyo lírico. La aparición de este libro en Venezuela, apunta un comienzo de poesía feminista, sexual, lejos de la otra cardiaca, convulsa de histerismo intelectual, apegada a la reja conventual aunque soñando con la desnudez soberbia del amor. Poesía coventual, de evocaciones, de recuerdos, de flores marchitas, de besos a la luna, bien lejos de esta otra sexual integrada en la propia carne socia, matriz del momento.
    Ya ha llegado la hora de fijar el centro de la poetisa del presente.
    De darle su propia cedula en el organismo que se está integrando. Cábele un doble papel de mujer y de educadora de masas. Sí, tócale, porque el instante es de vigoroso empuje hacia la propia naturaleza, y el arte su complemento, su voz mas íntima, debe cerrar las filas de su valer para entrarse en una labor pedagógica, digamos utilitaria. El arte cobra valor de cátedra. De contemplativo ha pasado a la acción. Lo quiere la hora presente desesperada de medios para lograr su fin propuesto. Estado de guerra por una conquista definitiva. Por eso, es central la actuación espiritual de la Poetisa del mundo actual. Se pide de su boca muy pocos besos, de sus manos muy pocas caricias, porque urgen que se endurezca, que tenga callos, que sea fuerte para la tarea ardua. El poema de la poesía para un “fin”, es un poema de máquina, al que se le exige combustión, hierro, fuerza, para ponerse en marcha sobre el mudo. Para viajar sobre el dolor. Palabras que sean capaces de darle contextura de acero a los sueños, a los que no se realizaban, a los que estaban paralíticos. Pero ahora, no estamos para mirarnos las alas y desfilar los recuerdos. Por eso el arte se va madurando en el nuevo valer, en la nueva angustia.
    La cubana Mirta Aguirre ha empezado en la América la cruzada de esta poesía femenina. Sus versos crudos le duelen ya al mundo que no sufre. Otras han de seguir mañana como esta otra le sigue sin seguirle. Porque María Calacaño dentro de su arte útil que se espera ha hecho notar la división; aquél, arte de la calle, obrero; éste, arte del hogar moderno. María Calcaño tiene su casa, pero amplia:
    Mi casa!
    Nunca podrá codearse
    con casas de hombres ricos,
    porque ella en su pobreza
    tan sólo me guarda a mí
    con mi belleza
    y mi ensueño…
    Unidad. Cociente psicológico de este injerto de la raza mixta. Su casa, como decir su juventud fresca, su belleza amplia, regenerada para ser flor del mundo, como su casa. Cósmica unidad de esta canción del sexo que inicia una forma de ser mujer para el mundo, queremos decir, una moral sin mezquindades para lograr los frutos.
    Momentos es otro fragmento interesante de “Alas Fatales”. Hallamos en él como un comienzo de otra mujer más honda, que se da a fragmentos, de prisa, en síntesis, en el poema nuevo, desatado, sin disciplinas estúpidas. Hemos dicho verso proletario. Es que María Calcaño empieza a presentirse.

  11. MAS QUE POETISA, MUJER
    Para COMENTARIOS

    Eso es María Calcaño. Una gran poetisa. Y antes que eso, una gran mujer. Pero una mujer entera. Sin trabas. Sin coqueterías felinas. Sin convencionalismos absurdos.
    Una mujer sincera que siente la llamada de su sexo. Y atiende a élla, sin mojigaterías y sin hipócritas esguinces. Y se dá toda, “integra”, como una copa de agua clara.
    Sus versos son palabras amplias de franqueza. Porque ella no es cobarde. Es una mujer valiente que dice su “dulce pecado”. Y no se avergüenza de él.
    María Calcaño es un acontecimiento literario. Su libro “Alas Fatales” viene a decir la verdad sobre nuestra mujer tropical, verdad tantas veces oculta bajo florecitas mustias y esquelitas cursis que pregonaban un amor eterno, y por eterno absurdo. Esta poetisa tan humana es la mujer que besa, sin importarle que esos labios en que posa los suyos, sen mañana besados por otros.
    Hasta ahora, me leo los poemas de su libro, nada conocía de esta alta poetisa zuliana, de esta dulce y fuerte cantora venezolana, de esta formidable María de América, como se le podría decir, teniendo la seguridad de que Doña Juana no se negaría a compartir con ella su título. Porque “Alas Fatales” es una revelación. Más una consagración.
    Para María Calcaño, “la poetisa del amor biológico”, como la calificó un poeta amigo, están abiertas, de par en par, las puertas de la gloria, en el arte y en la vida!
    J.N.Silvia Castllo.
    Cabudare, Nvbre. 1935

  12. Mi casa!
    Nunca podrá codearse con casa de hombres ricos, porque ella con su pobreza tan sólo me guarda a mí con mi belleza y mi ensueño…
    Unidad. Cociente psicológico de este injerto de la raza mixta. Su casa, como decir su juventud fresca, su belleza amplia, regenerada para ser flor del mundo, como su casa. Cósmica unidad de esta canción de sexo, que inicia una forma de ser mujer para el mundo. Queremos decir, una moral sin mezquindades para lograr frutos.
    Momentos es otro fragmento interesante de “Alas Fatales”. Hallamos en él como un comienzo de otra mujer más honda, que se da a fragmentos, de prisa, en síntesis, en el poema nuevo, desatado, sin disciplinas estúpidas. Hemos dicho verso proletario. Es que María Calcaño empieza a presentirse:
    Reventando en gritos!
    Como madre nueva
    Me he de desangrar
    ——————————————————————————————
    Y vengo sola
    No puedo
    Nadie
    Con mi desnudo
    Este libro es otro anuncio de aurora para la poesía americana femenina. Para la que esperan los corazones humildes.
    Pedimos para esta señora el aplanso gentil, la rosa, porque ella es poetisa de América.
    F.E.R

  13. PAGINA
    Alas Fatales
    Poesías de MARIA CALCAÑO
    (Editado por la Imprenta Nascimiento, Chile)

    María Calcaño ha publicado su primer libro de versos, i este libro nos ha revelado a la poetisa. Nos la ha revelado a nosotros i a la América entera, que puede enseñorearse de este nuevo tipo de mujer i de este nuevo sentido de la belleza i de la poesía que ella nos muestra así, sin orgullo, no como cosa lograda sino como cosa escapada sin esfuerzo que viene a ponerse frente a nosotros desnuda toda, aún en el gesto, porque no tiene pose estudiada sino esa maravillosa armonía del abandono artístico.
    Este libro de María Calcaño es sensación pura. Sensación que se agita, que prende i que luego vuelve a la cama con esa dulce tranquilidad tibia, de quien se va quedando dormido, sin pensar en nada, sintiendo apenas, casi sin sentir otra cosa que el leve contacto de las ropas. Para leer estos poemas de María Calcaño no es necesario ahondarse en el pensamiento persiguiendo la solución de un jeroglífico intelectual, basta con sentir, porque la interpretación de ellos está a flor de piel. Este es el concepto de poesía nueva que ella nos ofrece, una poesía para la sensibilidad i no para hacer maromas intelectuales como pretende una pseudos-neopoesía, que navega en el aire o que dibuja laberintos cuya salida sólo se encuentra luego de fatigosa búsqueda mental.
    Ese ha sido el concepto de poesía nueva que pretende sostenerse a costa de todo. Pero la poesía no está en esa abstracción irrazonada: está en la carne también i hai que hacerla vivir en nosotros, hacer que hasta nos duela como nos duele un golpe de navaja. En María Calcaño la poesía arde, nos lastima el roce violento de la piel. Ella es la pasión que emerge abrasadora de la imaginación i entusiasma los sentidos, que bajo la presión irresistible de esa fuerza se erizan i enloquecen. Es luego la pasión en la carne misma que siente, que necesita ser satisfecha i que luego de serlo, retorna a la calma para enfurecerse nuevamente.
    Esta poesía suya es toda sensibilidad, emoción suspendida a su más elevado picacho. Desde el pináculo de un poema de María Calcaño, se siente el vértigo de las alturas, la atracción del abismo, esa fuerza incontenible que parece atraernos desde el fondo de las grandes honduras.
    El sentimiento central en la poética de María Calcaño es el sentimiento erótico. Hai en ella un gran deseo que lo envuelve todo, que a su paso va arrollando hasta a las cosas más extrañas, aún a la muerte pues cuando ella la evoca, cuando piensa en que ha de morir, lo hace en un tono en el que vibra la sexualidad:
    “¡Ah flor de pulso
    quiero tenerla encima,
    quiero verla llegar!”
    así como si pensara en el amante que hubiera de llegar a buscarla i al pensar en quién he de enterrarla, recuerda los brazos fornidos de Olimpiades, i hai en todo el resto del poema un cierto efluvio sexual.
    Podría creerse que al ser en ella lo erótico el motivo central se aproxima de esta manera a Juana de Ibarbourou. Sin embargo, una gran distancia las separa. La Calcaño es más enérgica en la expresión; la pasión en ella tiene fogosidad de bestia enervada, su sentimiento está más afinado i responde así a la más leve excitación artística.
    Pero hai todavía otra mayor diferencia: el sentimiento erótico en la Calcaño es egoísta. La Ibarbourou cuando dice: “Tómame ahora que aún es temprano”, piensa en las ventajas para su amado de tomarla en ese momento en que está fresca, pero en nada entra allí su propia satisfacción, atiende sólo al otro, al hombre. En cambio, a la Calcaño el amado le importa poco, es ella, es ese deseo inmoderado que en ella clama, vibra, indiferente a lo demás, atendiendo solo a las propias ventajas de que se la tome. I al ser así, su pasión es indiferenciada, no tiene elegido:
    “Me mató el hastío
    ese hombre…
    arriero, peón!,
    me mató el hastío
    con una crudeza
    salvaje, feroz…
    Saludemos a María Calcaño a la poetisa más sublime que ha producido Venezuela en la presente época.
    Publicamos varios poemas suyos para que el público juegue por sí mismo.

    HOMBRE LEJANO
    Beso de un hombre
    que se fue…
    De su boca ignorante
    me iba cayendo
    como un sabor lejano.
    A flor de lengua, Dios,
    i no pude saberle
    el tamaño
    Ahora él está lejos,
    i se hace la noche,
    i estoi como nunca
    llena de recuerdos.
    Mientras el silencio
    en la mano me cae
    como un salario pobre…

    SALVAJE
    Quiero un amor salvaje.
    Llama de deseos fuertes
    que me dejen rendida…
    i un ardiente oleaje
    que en los vasos inertes
    me derrame la vida.
    Esta locura extraña
    forja una amor desnudo
    con fuerza de tormenta
    i sabor de montaña:
    un golpe fuerte y rudo
    en la carne sedienta.
    Yo me siento en las venas
    la sangre poderosa.
    I grito i espero ansiosa
    Quien me mate el veneno.

    AQUELLA MAÑANA
    Aquella mañana
    apenas despierta,
    me ahogó la vergüenza
    de su boca amada,
    pues al ser abierta
    él me halló menguada
    cuando soi inmensa
    I quedé suspensa
    frente a la ventana
    fosca de matices:
    como mariposa
    cautiva en la trenza
    azul de la mañana.

    FIEREZA
    Cuando me llama él
    me sabe a miel
    el nombre.
    I hasta la pena
    me sabe a flor,
    a cosa buena perdida…
    Hondo i arraigado
    llevo en sagrado
    signo su cariño,
    i un pensamiento fiero
    me filtra su lejano
    gozo venenoso:
    porque hasta su nombre
    fuera mío solo,
    quisiera matar ese hombre!

    EL PANADERO
    Tengo un panadero
    puntual, que madruga.
    ¡Vaya un bullanguero
    el que me ha tocado
    de panadero!
    Pasa cantando por la carretera
    llenándolo todo
    de luz mañanera.
    Cuando se me arrima
    me aturde la alegría
    de las cien calles que anda
    que él se las trae en su canción.
    Verdad que soi amiga
    de este muchacho
    que me enseña cantares
    madrugadores.
    Si estuviera niña
    me fuera con él
    cualquier mañanita,
    cuando pasara con su algarabía
    de cuatro dominguero…

    PASTEL
    Un caminito
    desnudo de árboles:
    Juntos están allí
    Para decirse adiós,
    un soldado i una muchacha.
    Una tapia los escuda
    de todo el otro camino.
    El está triste
    ella muda…
    Cielo rubio de alborada
    los cobija
    I se abrazan i se besan
    junto a la tapia desierta
    donde parece que muerta
    va a quedarse la muchacha…
    MARIA CALCAÑO

  14. POEMAS DEL LIBRO ALAS FATALES
    Por María Calcaño

    Grito Indomable
    Cómo van a verme buena
    si me truena
    la vida en las venas
    ¡Si toda canción
    se me enreda como una llama-
    rada!,
    y vengo sin Dios
    y sin miedo…..
    ¡Si tengo sangre insubordinada!
    y no puedo mostrarme
    dócil como una criada,
    mientras tenga
    un recuerdo de horizonte,
    un retazo de cielo
    y una cresta de monte!

    Ni tú, ni el cielo
    ni nada
    podrán con mi grito indomable.

    INJERTO
    Me vas a hacer un hijo.
    Te lo sacaré hermosos
    con todo el regocijo
    que quiebra mi reposo.

    Un brazo que te arranco
    para los años de mañana.
    Ya vendrá el rebose blanco
    A henchir los pechos anhelantes.

    ¡Hombre! presto al trasplante!
    Seas tú quien me cure
    con una de Dios
    el desampara

    UN HIJO
    Cuando me llega un hijo
    qué emoción la que siento!
    Alegría grandiosa
    que me muerde en los ojos,
    y con callado estruendo
    me despierta los pechos
    palpitantes y blancos.

    Tú eres infeliz,
    mujer, si no sientes
    este sagrado estremecimiento
    esta brecha honda….

    Mírame el delicioso
    afán que me sube al rostro,
    afán que es apenas
    lívido reflejo
    de la fiesta interior.

    ¡Infeliz! ¡infeliz si no has sentido
    Este entusiasmo loco
    De tener un hijo!

    Después del Fruto
    Estoy encendida
    de savia toda,
    y tengo en la herida
    de la última poda
    la carne golosa
    de belleza

    Estoy deliciosa
    con mi promesa
    de mañana,
    y aguardo en latidos
    como en primavera
    los primeros nidos….

    Me he quedado pobre,
    pero nuevecita,
    y una mañanita cualquiera
    me sentiré sobre
    la huella sedienta
    una bocanada de retoños.

    DESANGRE
    Tenía un recuerdo
    de mañanas lindas
    sujeto en los ojos,
    y esta mañana
    se me vino del tronco
    el hijo nuevo….
    ¡y se me ha roto el gozo!

    Fracaso de la siembra pródiga
    en el vientre partido de miseria

    ¡Sangre mía absoluta!
    impetuosa
    y ardiente:
    ¡cómo deseo ahora
    con el orgullo suelto,
    sentirme toda pinpollada
    en cien brotes altos!

    La raíz lastimada.
    Los pezones baldíos.
    Mi gozo eu suspenso.
    Y la vida me duele
    como una cosa grande….
    por no haber afirmado
    bien el gajo pequeño!

    Estos brazos seguros
    Por ti
    llevé cien años
    los brazos implorantes.

    Para sostenerte
    a ti, hijo mío,
    se han tornado salvajes
    de fuerza y de bravura.

    Ahora duermes,
    duermes…..
    Y tu madre vela.
    Afuera,
    ¡que se abnan los caminos negros!

    Por tí llevé cien años
    los brazos implorantes,
    y se han vuelto salvajes
    estos brazos que son
    para sostenerte
    a ti, ¡hijo mío!

    AMA….
    ¡Mujer!
    ábrete el corazón,
    que es una flor de llamas,
    una sola canción….

    ¡Dá tu vida a cien hombres!
    ¡Que te duela la herida!

    Que seas como un vaso
    Levantado en un brazo….

    Que vientos de placer
    Te preñen los ojos,
    ¡mujer!

    Ama….
    Tuya es la alegría.

    ¡Como un golpe de hombre
    En la honda sangría!

    MOMENTOS
    Por algo me sabe
    la vida a poesía
    No serán poetas
    mujeres vacías
    y coquetas….
    —————————
    ¡Yo conozco a Jesús
    cuando lo sueño como un nnardo,
    desnudo,
    sin milagro y sin cruz!
    —————————–
    Y quieren hacerme
    Una mujer cualquiera,
    incapaz de un pecado
    ni una palabra sincera.
    ¡Con estos diamantes
    prendidos en las sienes!
    ——————————
    Me ven libertina
    porque soy rebelde
    de muchas cosas,
    y porque llevo
    la carne abierta
    en rosas.
    Atea.
    Laberinto
    de voces en protesta.
    Asombro
    Del hombro
    Que quizo pasar la cabeza.
    ———————————
    Yo he nacido.
    qué importa cómo!
    ¡Si ya me han crecido
    Alas en los hombros

  15. Lima 1 de Septiembre de 1943

    Señora doña
    María Calcaño
    Quito- Salvador 72

    Mi amiga María:

    Me proporciona este momento el grato placer de escribirte y de acercar la distancia con estas letras. Hoy como otras veces, siento la necesidad de tu compañía, de afines pensamientos, para descargar en ti, eso que pesa en el alma y que llamamos conciencia. Solo una mujer como tú, que tiene el privilegio de ahondar las almas por encima de los rostros; puede saber mí mal. Me hace tanta falta tu consulta, como la que busca el enfermo al médico del cuerpo…
    Quiero empezar antes que todo hablándote de Inés, preguntarte, que es de ella?… Me asusta su suerte, me angustia el dolor que yo haya podido causarle!… lucho por arrancármelo de mi pensamiento y es como una llaga que sangra…. sangra… Te digo que son mis sentimientos el mal del cual cojeo. Ansío ser fuerte, pero a pesar de todos mis esfuerzos, me martillan en mi mente y me da un dolor inmenso… no puedo vivir como los demás, del recuerdo, yo muero de ellos. Después de que hago mi mal, me inquietan ellos, siento una infinita pena de vencer al vencido. Seres que les he inspirado a vivir, que les doy mientras estén a mi lado, bienestar espiritual, vida, mucha vida…. Carne y palpitaciones de macho; sublimidad en todas las cosas…. Y en mi fondo soy un perro, me como la carne y muerdo al amo. Soy el Pígmaleon invertido, modelo mi estatua, le doy vida antes de terminarla…. y cuando tiene la vida…. La rompo, la destrozo.
    Créeme María, mi remordimiento hace preso mi espíritu…. te lo digo a ti, porque se que me comprendes. Eso es todo. De Quito llevo uno de mis mejores recuerdos y uno de mis mayores dolores. Una mujer me llamo en esa; incomprensivo, tenaz, loco, inconciente y estoy por creerlo… Sabes como me despedí de Inés,?… Con un gran silencio… le di mis últimos besos y le dije que volvería dentro de tres días; planié mi fuga… me buscaría!…. me buscará y me encontrará siempre en su mejor y más ingrato recuerdo…. La até a mí vida…. pero creo que la de ella debe haber quedado vacía……
    Mi amor para ella, fue trágico, tú sabes los motivos. Para mí fue Inés, toda dulzura y amor…. yo también la hice dichosa…. la hice soñar con cosas muy bellas…me adentré a su ansiedad…. le hice florecer su espíritu… su fe en mí, era indestructible…
    Por eso comparto con ella hoy, sin que esta pueda imaginárselo nunca, la amargura y la desdicha que le sentó mi mal. Compartí con ella, sus alegrías y su amor, hoy comparto también sus tristezas. Pago el triunfo de mis amores con el remordimiento de mi conciencia……
    Soy muy débil en ese sentido… soy incompleto, porque no soy enteramente malo… Te dejo la palabra, Que dices a todo esto María?
    Ahora pasemos a hablar de otras cosas, preguntarte, porqué no te has venido a esta?… Que hay de tus proyectos?… fueron acaso espuma que se evaporaron. Cada día he estado esperándote, tengo ansiedad de charlar mucho contigo.
    De Lima, te diré, que es muy linda la ciudad, es muy moderna, tiene lindos parques y preciosas mujeres, el costo de la vida es más o menos que la de esa. Pero hay un obstáculo para ti, que es el siguiente: Aquí las autoridades de inmigración y extranjería, son muy estrictos, es muy difícil conseguir prórroga para mayor tiempo dado por los consulados, residencia, ni pensarlo, eso es inútil hacer gestiones. Yo tuve que valerme de la Embajada, nuestra para poder conseguir tres meses mas de permanencia, de no haber sido por la Embajada, hubiera tenido que salir en el acto de cumplírseme el tiempo de treinta días que tenía en mi visa, o abonar quinientos dólares. Consta que ando bien de todo, dinero, carta bancaria, etc. De esto que te digo, deducirás lo demás.
    Del viaje de esa hasta esta, si puedo decirte que es lo mas fácil y rápido, solo cuatro días de Guayaquíl a aquí. El costo es irrisorio, pues con doscientos sucres se pone uno de esa hasta Lima, como máximo, llegando a los mejores hoteles y viajando con comodidad.
    De mi persona te diré: de salud, como siempre, como un roble, diversiones, algunas, no muchas, todavía ando tanteando el terreno, pero ya veremos en lo futuro.
    Espero que tú y los tuyos estén todos bien. Dime que has hecho?.
    Que has tenido de nuevo después de mi venida?… Dime como supiste mi viaje?… Yo te he recordado como no te lo imaginas… espero ansioso me contestes esta y así tener la dicha de leer una tuya. En otra que te haga, te contaré muchas cosas nuevas, entre otras te hablaré de tus amigos que tienes por esta.
    Querida María, no te pido disculpas por no haberme despedido de ti, bien sabes que te dije que desaparecía de un momento a otro y así lo hice. La noche antes de mi venida, me tentó el deseo de hablar contigo antes. Lo aguante, y aquí me tienes, vivito y coleando, pero sin pensar hacer mas mal a nadie.
    Cierro esta formulando mis mejores votos por tu salud personal enviandote un estrecho abrazo. Saludos y recuerdos para Blanca, Conzuelo y todos tus demas muchachos. Perdonaras lo malo de esta, pero ya te he dicho que no se escribir mui bien, soy nada mas un desertor de la pala y el pico.
    Tu amigo que te abraza y te estima mui alto……

    Mi dirección es: Nuñez 253- Lima- Perú

  16. Diario maria calcaño,esta este poema inedito.
    Año 1940

    ¡Qué fina arena pisas
    que no quisiera tu aliento!
    Donde te acuestas, el viento.
    Y hai una llamarada intensa
    que me quema las voces.
    Cuando los pájaros duerman
    caerá lluvia fina sobre tus pasos
    y estaremos silenciosos
    para que la risa nos dure.
    Habrás de ser tú
    el que busque mi corazón.
    ¡Qué linda es la noche
    sobre tu boca sin preguntas!
    La espuma del mar salpicó tu mundo
    cuando me amaste.
    La luna te creció en la boca
    cuando soplaron los vientos
    i se llenaron las nubes
    i tus pasos leves en la arena.
    Te cubrías el rostro
    con mi brazo desnudo.
    Con mi eternidad de aguas..

    Bucaramanga y Popayán

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