El lento deseo de Manuel Cabesa

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“Un lento deseo de palabras”, de Manuel CabesaTodos los amigos de Manuel Cabesa pensamos lo mismo al enterarnos de que Monte Ávila publicaría este año su poesía reunida: es un acto de justicia. Manuel, un hermano con el que comparto no pocos genes, tiene una amplia producción poética, narrativa y ensayística que, salvo su primer libro, Vida en común, de 1985 —publicado por Fundarte—, ha llegado a un número limitado de sus lectores a través de publicaciones en diversas editoriales alternativas y sitios literarios entre los que se encuentra, claro, Letralia.

Manuel recogió toda su obra poética hace unos años y la envolvió en un libro llamado Crisaire que no llegó a ver la luz hasta ahora. Monte Ávila lo convirtió en Un lento deseo de palabras, que era el título del texto introductorio que Manuel preparó entonces. Allí, el poeta se ponía la cachucha de ensayista y decía, entre otras cosas:

Borges dice que la lectura es una forma de la felicidad. Leer por gusto es leer para ser felices. Cuando se lee por placer el único sistema metodológico que existe es la mirada del lector, el lector que vive en el poema, que convive con sus palabras, las saborea, se realiza en su lectura, se torna más feliz por ella. La felicidad, continúa Borges, no exige esfuerzos, por eso al leer debemos evadir los esfuerzos: ha de leerse por un acto de amor, un amor que como el amor físico se logra a través del placer.

La poesía es más que un producto del lenguaje, es la conciencia y memoria de una lengua, el instrumento más apto para explorar los recursos creativos e imaginativos de una sociedad. La poesía se desdobla, se duplica, multiplica el campo de comunicación entre los hombres. Por eso la poesía es irreducible a cualquier discurso analítico, pues como dijimos, todos miran sólo una parte del fenómeno.

Y digo yo: se suele hablar mucha palabra vana, mucha zoquetada, en la presentación de un poemario. Quizás es por algo que también deja entrever Manuel en ese breve prólogo, algo de lo que hemos hablado en los bares infinitos de Maracay, Cagua y otros lares: entre la gente que no se atreve a leer poesía, y los poetas que escriben para sí mismos, la poesía termina siendo la más menor de las minorías. Sépase que no es vano lo que diré: la poesía de Manuel lo refleja sin ambages como un espejo. Unas líneas de su primer libro ya muy mayor de edad:

Es tan deleznable toda poesia amorosa

Tendrás que saber
que este es un poema de amor

Me pregunto cómo lo escribo
si al decir te quiero no lleno el vacío
que produce tu silencio

Los poemas de amor
viven del lugar común

De ti guardo
un hilo de oro escondido
pequeña flor de tu piel

Pero bueno, no digo más. La idea es que compren, lean y compartan el libro, que ya está en las Librerías del Sur de todo el país.

Un lento deseo de palabras ya fue presentado en Caracas, y ahora viene a los predios aragüeños. Se realizará mañana a las 6 de la tarde en el Ateneo de La Victoria como una actividad conjunta entre Monte Ávila y el Gabinete de Cultura de Aragua.

Enhorabuena, Manuel.

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