Ayer fue un día agitado para los libreros españoles, que se reunieron con Carmen Calvo, su ministra de Cultura, para pedirle que se derogue un decreto que estipula la aplicación de descuentos a discreción en los libros, lo que ha permitido a las grandes tiendas y cadenas ofrecer libros más baratos, generando una encarnizada competencia en la que los medianos y pequeños libreros llevan las de perder.
Entre las declaraciones al respecto destaca, por la candidez de su enfoque —por llamarlo de alguna manera—, la de Juan Manuel Abascal, director de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, quien ante la avalancha bibliográfica de Google habla de la urgencia de crear una «Biblioteca Digital Europea» que incluya también material latinoamericano —no olvidemos que el 57% de sus visitas procede de nuestros países. Y dice JM:
No se primará la cantidad sino la calidad. Se ordenará por criterios bibliográficos tradicionales. Será una biblioteca convencional que se podrá ver en pantalla.
No sé exactamente a qué se refiere con lo de una biblioteca convencional en pantalla, pero primar cantidad sobre calidad me parece, en el contexto contemporáneo, además de una tarea ingente —¿cuántos bibliotecarios se necesitan para cambiar ese bombillo?—, una tarea innecesaria. Volvemos a la vieja discusión sobre quién decidirá lo que tiene calidad.
Mucha gente entra en conflicto cuando, en el ámbito de la información, enfrenta los conceptos de cantidad y calidad. La respuesta, claro, la tiene un poeta. Ángel González estuvo el miércoles en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, leyendo sus poemas y hablando con la prensa. Cito al periodista de EFE quien a su vez cita a González:
El poeta Ángel González considera que en España se publica en estos momentos mucha poesía y «en general muy mala», aunque cree que ese es el «humus» del que surgen obras interesantes, de la misma forma que el abono es necesario para que nazca «una bellísima coliflor».
Y es eso: la información genera información. Un dato irrelevante puede producir en un lector avezado lo que Alfons Cornella llamaba, hace algunos años, puentes mentales. En vez de quejarnos por la poca calidad de la información que tenemos enfrente, armémonos con las pinzas que nos permita nuestra inteligencia (sé de buena fuente que quienes entran a leer esto son muy inteligentes).
Quizás debiéramos pensar un poco más en sentido horizontal (una discusión que por cierto cobra fuerza cuando se habla de la información contenida en los blogs y cómo es manejada por los agregadores RSS), y plantearnos una inmensa biblioteca borgiana con todo lo que existe, pero dotada con el bibliotecario correcto. Un robot-bibliotecario —un motor de búsqueda, para quienes no entiendan ciertas metáforas— que me brinde la información que necesito y un poco de datos extra.
De acuerdo con lo de los «puentes mentales» y con lo de las pinzas de la inteligencia. No obstante, no creo que se deba dejar de lado el tema de la calidad, quizá sea un tema espinoso, pero no por ello es un tema del que no deba, o pueda, hablar.
Comparto tu punto de vista. Y si me permites un autolink sobre las bibliotecas, Google y Europa:
http://abladias.blogspot.com/2005/03/google-y-europa-liberalismo-vs.html
El caso, Bogato, es justamente que nuestra valoración sobre el factor calidad es altamente subjetiva. A mí me encanta el jazz, pero conozco gente que detesta esa música, y para ellos el jazz no llena sus expectativas. La calidad es eso, un asunto de expectativas; no existe tal cosa como un índice neutral y objetivo de la calidad. Y de acuerdo contigo, hermano: a por los temas espinosos, los otros aburren. 🙂
Fernando, justamente ese «autolink» que haces lo aproveché anteriormente. Es un tema que nos brindará material para muchos y sustanciosos posts, pues va directo a la médula de Internet como medio, y a la diferenciación del nuevo medio respecto a los anteriores (con los cuales, como creo tú mismo decías ayer o anteayer, no se riñe, sino que se complementa).