Mala semilla, drogadicto impenitente, alborotador del periodismo, esclavo del whisky, suicida: son sólo algunas de las virtudes que distinguieron al periodista estadounidense Hunter Stockton Thompson. O, para los amigos, Gonzo, palabreja que, según el implicado, era usada por uno de sus compañeros de farra y significa «esas personas que tienen la mente peor que los locos».
A mediados del siglo XX, el tópico del periodismo objetivo, asépticamente distanciado del hecho noticioso, es revuelto por las nuevas firmas que salen al ruedo. García Márquez en Latinoamérica y Tom Wolfe en Estados Unidos son dos de los nombres más descollantes de una fulgurante corriente periodística en la que el reportaje se nutre de las técnicas de la creación literaria. Esta corriente terminaría llamándose, hacia los sesenta, Nuevo Periodismo, etiqueta que por cierto al mismo Wolfe no le gustaba.
En este contexto, Thompson viene siendo algo así como la oveja negra de la familia. Como Wolfe, Thompson descubre por casualidad, hacia los 70, las bondades que para el reportaje encierra la irrupción del hombre en la escena periodística. La historia es clásica: Thompson y su fotógrafo se están fumando un porro durante la cobertura del Derby de Kentucky, al que han sido enviados por la revista Scanlan’s Monthly. De pronto el porro se le cae a uno de los dos y va a dar sobre un sorprendido político, cuyas ropas empiezan a arder. Thompson y el fotógrafo huyen, y una semana después el editor está espoleando a aquél para que entregue el reportaje, que, por supuesto, no está redactado. Thompson necesita cobrar, así que le da alguna forma a las notas que alcanzó a tomar, las titula «The Kentucky Derby is decadent and depraved», las entrega y hace sus maletas para darse a la fuga. Pero el resultado de aquel extraño reportaje fue exactamente opuesto al que él temía: todo un éxito.
Antes que un periodista soy alguien, un ser humano, parece gritar a quien quiera escucharlo. La galería añade: eres un ser humano que se droga, quizás, demasiado. Se involucra con las bandas de motociclistas, se droga mientras vive diversas situaciones con ellos, y produce un reportaje delirante que luego se convierte en un libro: Hell’s Angels: A Strange and Terrible Saga. El Periodismo Gonzo, el niño problema en la familia del Nuevo Periodismo, había nacido.
El último deseo de Thompson antes de suicidarse en febrero pasado fue, literalmente, ser disparado al cielo. Y se le cumplió, gracias a la diligencia de sus amigos, quienes ayer en su casa de Aspen dispararon sus cenizas con un cañón, que ubicaron sobre una torre coronada por el puño rojo con dos pulgares, el icono de Thompson, el cual ha sido utilizado para hacer desde pines para la solapa hasta, como puede verse, torres de lanzamiento de restos mortales.
Dos millones de dólares fue el costo de la última bouttade de Hunter Thompson. La estimación no incluye los gastos de la fiesta que sus amigos —entre los que se encontraban Jack Nickolson, Sean Penn, Lyle Lovett y el grupo de rock Nitty Gritty Dirt Band— hicieron luego de dispararlo. El financista fue, ni más ni menos, el clon de Thompson: el actor Johnny Depp, quien lo interpretó en la versión fílmica de su libro Fear and Loathing in Las Vegas, una de las mejores películas de Terry Gilliam —aunque no tanto como para decir que es su «obra maestra», como ha escrito algún entusiasta cronista— y a su vez una de las mejores actuaciones de Johnny Depp. Tanto, que hasta le mereció un homenaje por parte de Ren & Stimpy.
Como Bukowski, y unas décadas atrás como Vian, Thompson escoge el extremo más políticamente incorrecto para ejercer su oficio. No se equivoca Alber Vázquez cuando admira la capacidad de Thompson para alcanzar la alta literatura por el camino más torcido. Un camino decadente y depravado en el que se convirtió en su propio personaje. Hasta más allá de la muerte.
¡Bien por Hunter! El adiós a un verdadero maestro de la prosa periodístico-literaria, y un adiós muy digno de él.
No deja de deslumbrarme tu blog, Jorge. Cada «articulo» desglosa, resume y abarca el tema con madera periodistica, para hacerle honor la resena de Thompson, y chispa literaria, por ponerlo de alguna manera refrescante, como lo es leer religiosamente este blog a diario desde mi apretado cubiculo en Miami.
Saludos.
si , la verdad es que es un periodismo saludable, sin distorciones, ni pensaderas. a la ves de simple concreto.
La virtualidad de este post disparó sobre mí lo que necesitaba: refrescarme,sacudirme y mirarme. Es que leer sobre el gran gonzo, entrando a los enlaces, saliendo, leyendo lo que escribe Jorgeletralia, meditando, volviendo, respirando hondo, escribiendo ahora: es una manera de reconsiderar la existencia y de acometer en la ruta individual, encaminada en otras rutas, y con miradas disímiles que armonizen y estallen sucesivamente. Posts con la fuerza que contiene ‘El último viaje de Hunter Thompsom’ son imprescindibles.
Muy agradecida Jorgeletralia, en especial por este post.
Xenia, ciertamente, no podía esperarse menos del Gonzo.
Gracias, Roberto y Vir, por tales flores. El mérito se lo dejaremos a Hunter, un tipo que en sí mismo fue todo un tema.
Sebastián, ciertamente el «periodismo gonzo» (y cualquiera de sus derivados contemporáneos) de alguna manera establece un modus operandi similar al de los blogs: el que escribe es el protagonista. Periodismo en primera persona, pues.
trabajo para una revista en Colombia y deseamos poder contactarte para publicar este artículo sobre Hunter Thompson, a la espera de una respuesta, abrazos cordiales…
un grande de verdad. por si les interesa aca dejo una link d una nota k hice de hunter
http://www.confinesdigital.com/confines/confines-4.pdf