Este señor tan risueño es nada más y nada menos que Saparmurat Niyazov, el presidente de Turkmenistán, quien fue electo en 1990 y estas son horas cuando permanece en el poder (fue declarado presidente vitalicio en 1999). La oposición en Turkmenistán no existe, un canal de televisión creado por Niyazov presenta constantemente, por toda programación, propaganda oficial (y, claro, reportajes sobre la vida de Niyazov), Internet está controlada y es provista completamente por el Estado, y la mención pública al presidente debe hacerse llamándolo Turkmenbachi, «padre de todos los turcomanos».
Ególatra y megalómano, Niyazov es famoso por sus bouttades, su absolutismo delirante, sus fanfarrias mesiánicas. De cuando en cuando su nombre salta a las noticias, y estamos en una de esas ocasiones: el padre de todos los turcomanos acaba de prohibir la música grabada, en eventos públicos y privados, a fin de «proteger la verdadera cultura, incluyendo la tradición musical y vocal de Turkmenistán».
La exacerbación del nacionalismo es una de las características del mesianismo absolutista. Lean esto:
Es primordial investigar los efectos de la cultura de masas de tendencia globalizadora. En tal sentido, el Estado pondrá en práctica acciones permanentes y sistemáticas para combatir las consecuencias de la referida cultura que atentan contra la identidad, la dignidad, el honor, la reputación, la propia imagen, la confidencialidad y la vida privada de las personas.
El destacado es mío. Y no, no se trata de un párrafo del decreto de Niyazov. Es un fragmento del artículo 10 del proyecto de Ley Orgánica de Cultura que acaba de ser aprobado, en primera discusión, en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. Las similitudes asustan.
ya como que perdí mi capacidad de asombro con cada proyecto de ley que me toca leer. Este no lo había visto en detalle, voy a verlo. De esto era lo que hablaba yo cuando citaba a García Lorca el otro día en mi blog.
Muy buen cometario, Jorge. Moriré pensando que la salvación es individual, que las utopías redentoras sólo traen males mayores y que la cultura se alimenta, se muta y sigue viva, como los organismos vivos. Pero eso no lo entiende quien sólo tiene ánimo de controlar. Por eso están los intelectuales. Y ahora con los globalizados blogs, tenemos más herramientas para el debate de altura. Gracias por este excelente blog, de verdad.
Triste, lamentable y aislante, si acaso se pasa una ley como esa, en cualquier lugar del globo. Completamente anacronístico. Defiendo las culturas locales pero no que se usen cortinas artificiales.
Hola Jorge.
Demasiada simlitud. Por un lado el bombardeo ideológico, y por el otro, las leyes que lo sustentan. Lo más irónico es que para los tiempos que corren, toda esta ola absolutista y extremista, bien pudiera parecer un chiste obsoleto. El asunto es que, parece mentira, pero es real.
Saludos.
Además es increíble pensar que alguien pueda tener semjante rollo mental para pensar que una cultura extranjera pueda atentar contra la confidencialidad y la vida privada. Ah, se me olvidaba que existe el caso del DIRECTV, pues todos los clientes de esa empresa están siendo observados por el imperialismo. Aquí lo que necesitamos son más psiquiatras y después la cultura viene solita.
Es de esperarse (temerse) que un día de estos nos sacuda la noticia de una quema de libros «globalizantes» en una plaza revolucionaria…
Visto desde fuera se ven más aun más similitudes.
RR, va en la misma tónica de todo lo anterior. En una aparente defensa del ímpetu popular se convierten en leyes demasiados desaguisados. Y muy buena que estuvo esa cita tuya del Fede.
Héctor, es la estética y la ética de los procesos en los que se tiende a la centralización del poder. Normalmente las leyes se escriben tomando en cuenta que serán las leyes que regirán aun después de que el gobierno que las sanciona sea historia. Pero en estos procesos, existe la convicción de que la realidad se volverá un momentum eterno y para ello deben contar con leyes perfectamente amoldadas a sus intereses.
Luis, ten por seguro que esa ley dejará de ser proyecto muy pronto.
Edén, de acuerdo contigo en todo, excepto en el uso del término ideológico para definir lo que está ocurriendo aquí. Esto no es más que una autocracia plutocrática. No hay ideologías. La ideología, en un proceso como el que vivimos, es una molestia.
Caporal, la inclusión de los apartados «confidencialidad» y «vida privada» en este caso podrían ser un muro de contención futuro para el contacto del ciudadano con medios de comunicación personalizables… como Internet, por ejemplo.
Jorge, ya tuvimos demolición de estatuas. No falta mucho. Paciencia.
Miguel, y ni te imaginas desde adentro. Ni te imaginas.