Filven, Alfadil y la libertad de pensamiento

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Leonardo MillaLa Feria Internacional del Libro de Caracas ya no se llama así. Desde este año se llama Feria Internacional del Libro de Venezuela, Filven, aunque debo acotar que en la provincia venezolana no nos sentimos muy representados por el evento, que tendrá «capítulos» en unas pocas ciudades. Sería más riguroso mantener el nombre y extender actividades a otras ciudades, como hicieron por ejemplo los organizadores del Festival de Poesía de la Universidad de Carabobo. Pero ya se sabe que desde hace tiempo el gobierno venezolano vive con la urgencia de cambiarle el nombre a todo, sólo por cambiarlo, como si con rebautizar las cosas se convirtiera en algo fantasmagórico la conciencia de las personas.

En fin. Uno no puede evitar sonreír con sorna cuando en estos tiempos se habla de una Venezuela de todos, una utopía edénica en la que nadie será excluido por su pensamiento o por otras consideraciones. El mito de la apertura democrática absoluta de estos días no es más que un cuento para mostrar, a quienes quieran creerlo —principalmente fuera de nuestras fronteras—, un rostro de pureza salvífica.

La parrafada es por el caso Alfadil, una de las editoriales venezolanas de más renombre —representante en Venezuela de Tusquets, Anagrama, Trotta, Siruela y otros sellos internacionales—, que ha renunciado a su participación en Filven por las presiones veladas que recibió de parte del Centro Nacional del Libro, ente organizador del evento.

Edda Armas me cuenta la historia ayer por correo electrónico, al tiempo que anuncia el apoyo del Pen Club —organismo que preside ella en Venezuela— a la editorial. De los tres stands que Alfadil reservó originalmente para ofrecer su producción, el Cenal decidió recortarlos a dos y, luego, a uno. Una decisión absurda puesto que otra editorial venezolana (yo casi adivino ya cuál es) y otras extranjeras tienen sus tres stands como les corresponde por haberlos gestionado en idénticas condiciones que Alfadil. Cuando Alfadil solicitó que se reconsiderase la decisión, se les dijo que podían instalar una carpa en las afueras del área de la feria.

Leonardo Milla (en la foto), representante de la editorial, explica en estos términos su posición:

Planteada así la situación teníamos claro que desde el Cenal se juzgaba que nuestros autores y nuestra editorial no tenían el nivel para estar al lado y con el mismo espacio de las editoriales transnacionales, hecho realmente asombroso, abusivo y humillante. Una clara penalización cultural para un grupo de escritores nacionales y una editorial que, entre todos, piensan, crean, laboran y se esfuerzan en el universo cultural nacional.

En Alfadil se publican libros de autores abiertamente contrarios al proceso, como Teodoro Petkoff, Guillermo Morón y Manuel Caballero. No hay manera de obviar este hecho al imaginar las posibles razones por las que esta editorial ha sido prácticamente empujada fuera de Filven, un evento en el que por lo visto no tendrá cabida la libertad de pensamiento.

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7 thoughts on “Filven, Alfadil y la libertad de pensamiento

  1. Decepcionante, pero no sorprendente. Cuando Los Cirujanos del Poder gozan de un control absoluto comienzan los antojos: recetar la autocensura y castigar a los pacientes impacientes… En el caso de Alfadil, se nota que lo de Filven fue la gota que rebosó la jeringa. Sin embargo, a mi parecer, no presentarse en absoluto en la Feria significa una derrota peor. Siempre es mejor resistir desde andentro: los marginados (sea por la fuerza o por su propia decisión, como ultimadamente es en este caso) son a quienes aniquilan más rapidamente, aparte de ser los primeros señalados como locos y rebeldes, adjetivos que significan (en las circunstancias acutales) tener el rabo de paja. La única esperanza es la enseñanza histórica que dice que la cultura de calidad siempre se abre camino, tarde o temprano la verdad literaria prevalece. Han de rodar cabezas, es cierto, porque ahora el poder en Venezuela está en manos de otros, mientras Decepcionante, pero no sorprendente. Cuando Los Cirujanos del Poder gozan de un control absoluto comienzan los antojos: recetar la autocensura y castigar a los pacientes impacientes… En el caso de Alfadil, se nota que lo de Filven fue la gota que rebosó la jeringa. Sin embargo, a mi parecer, no presentarse en absoluto en la Feria significa una derrota peor. Siempre es mejor resistir desde andentro: los marginados (sea por la fuerza o por su propia decisión, como ultimadamente es en este caso) son a quienes aniquilan más rapidamente, aparte de ser los primeros señalados como locos y rebeldes, adjetivos que significan (en las circunstancias acutales) tener el rabo de paja. La única esperanza es la enseñanza histórica que dice que la cultura de calidad siempre se abre camino, tarde o temprano la verdad literaria prevalece. Mientras tanto han de rodar cabezas, porque ahora el poder en Venezuela está en manos de los otros, mientras en Roma se siga comiendo y aplaudiendo… con la ventaja que sólo ellos escogen qué o quién es circo.

  2. Y pensar que el padre de Leonardo Milla, fundó y dirigió MonteAvila y la puso en el mapa editorial mundial… Leonardo contra viento y marea ha sacado adelante colecciones de autores nacionales en narrativa y ensayo contando con uno de los mayores catálogos de las editoriales privadas de Venezuela… No estoy de acuerdo en que se deba estar allí a pesar de todo, es un asunto de respeto a sí mismo y de dignidad. EL que no está quedando bien es el Cenal no Alfadil orque todas las representaciones extranjeras sabrán de lo que pasó allí…

  3. Roberto: a no preocuparse por los problemas de cutypasta. El lector desprevenido recibirá por partida doble tu excelente intervención.

    Fed, ¿no notas cómo todo en estos tiempos tiende a explicarse en los últimos párrafos?

    Kira, despreocúpate también tú de tus gazpos; digo, gazapos. En cuanto al fondo del asunto, habría que preguntarse si realmente las representaciones extranjeras se enterarán del hecho. Concuerdo con tu nota de hoy en que todo en Venezuela se está banalizando, y agrego: hay un interés expreso en que todo se banalice.

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