No se sabe con certeza quién es el autor del Lazarillo de Tormes, y diversas fuentes atribuyen tal autoría a personajes como fray Juan de Ortega, Diego Hurtado de Mendoza, Sebastián de Horozco, Lope de Rueda, Pedro de Rhúa, Hernán Núñez de Toledo, Juan de Valdés, Francisco Cervantes de Salazar y Alfonso de Valdés.
Francisco Calero, un filólogo que le ha dedicado varios años al estudio de esta obra, se lanza contra todas las atribuciones de autoría anteriormente mencionadas y, enfocándose en la que se refiere a A. de Valdés, afirma en este completo trabajo, publicado en la más reciente Espéculo, que a quien debemos reconocer como el auténtico autor es a Luis Vives, un humanista valenciano que vivió entre 1493 y 1540. El artículo resume varias de las pruebas de que Calero cree disponer para afirmar que su tesis es la correcta. En total son más de 150 pruebas. Vean la primera:
Para escribir una obra maestra como el Lazarillo se necesita un escritor genial. Ahora bien, tenemos testimonios contemporáneos de que A. de Valdés no sólo no fue un gran escritor sino que su latín provocaba la risa en los círculos cultos. Así se lo dijo el cardenal García de Loaysa, confesor de Carlos V, a Francisco de los Cobos:
suplico á vuestra merçed tomeys un gran latino y no lo es Valdés, porque aca se burlan de su latinidad y dizen que se atraviesan algunas mentiras en el latín que por aca se enbia escryto de su mano.
Rosa Navarro pretende quitar fuerza a este testimonio por el hecho de que García de Loaysa fuese enemigo de Valdés. Pero no lo consigue, porque el cardenal lo que hizo fue atacar a Valdés en su punto débil, en lugar de propalar calumnias. De hecho, a partir de entonces Valdés no escribió las cartas latinas sino sólo las castellanas.
Aunque no se puede decir que esta sea una prueba concluyente, vale la pena leer el artículo completo y conocer todo el esquema argumental de Calero. Autor de una reciente edición del Lazarillo (Editorial Blázquez, 2004), Calero ha publicado su tesis completa en el libro Juan Luis Vives, autor del Lazarillo de Tormes, que acaba de publicar el Ayuntamiento de Valencia. Además otro artículo suyo en Espéculo, anterior al que me ha inspirado esta nota, toca el tema de la interpretación del Lazarillo. Todo un banquete.
Siempre me ha gustado le teoría de que el anonimato del Lazarillo se debe no al miedo a la Inquisición o al escándalo, sino al deseo del autor de hacer pasar por verídica la historia y presentar como verdadero autor de ella a Lázaro. Que fuese Alfonso de Valdés o Luis Vives el que ideó esta falsificación no me importa tanto. Creo que es muy difícil hallar pruebas definitivas de la autoría. Prefiero las polémicas que se centran en otros aspectos de la obra.
Encuentro muy interesantes los artículos que colgaste. De todos modos estoy de acuerdo con Paco. Buscarle el autor debe ser una curiosidad humana, pero después de todo creo que ya no importa. A mí lo que más me gusta del Lazarillo es justamente su anonimato.
La verdad es que el erasmismo que se evidencia en toda la obra,el buen ejemplo de «estilo natural», propio del Renacimiento, el conocimiento de la cultura grecolatina, de «El Asno de Oro» de Apuleyo, podrían ser razones para atribuirlo a humanistas como los Valdés o J.L.Vives…, pero no hemos de olvidar el extraordinario conocimiento que el autor tiene de los itinerarios greográficos de tierras castellano-leonesas y toledanas, de ese hidalgo que tiene unos palomares derruidos en tierras vallisoletanas…,de la dura represión que recibió el Movimiento Comunero, social, en ese área geográfica, y de la importancia que El Erasmismo también tuvo en el Movimiento Comunero…
Son datos que también nos podrían llevar a situar a ese autor en Castilla y León o en Toledo