Tomás Segovia tiene un blog y le gusta

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Tomás SegoviaTomás Segovia, además de tener líos con los Rulfo y tener un busto en bronce, ahora hasta tiene un blog. Hay unas pocas entradas y la más reciente es de noviembre, pero bueno. En esta entrevista explica por qué le gusta esto de tener un blog (también habla de poesía, amor, Bob Hope y machismo):

La idea naturalmente me la dieron, no la inventé yo. Tengo amigos que están muy metidos en las cosas de la red, de la cibernética, ya otros me habían insistido, me habían dicho «yo te ayudo», incluso pensé en hacer una página web pero no entendía la diferencia entre una página web y un blog. Sobre la página web pensé lo que tú me has dicho, si un poeta publica libros para qué quiere otro camino para comunicarse, si ya tengo libros, ediciones y lecturas y conferencias, me parecía un exhibicionismo, pero algún amigo más joven me explicó la diferencia con el blog, un blog es mucho más informal, más simple y accesible para todos. Yo todavía le seguí diciendo no, pero lo que me convenció es que yo a veces he escrito cartas a los periódicos, cartas de lector, de esas al «señor director», y nunca me las publican, y este amigo me dijo ‘si hacés un blog, publicas tú las cartas’ y eso fue lo que me convenció: la idea de que yo no tenía que pasar la humillación de mandar una carta a un periódico y que no me la publiquen. Y dije: «la publico yo y que se vayan por un tubo los periodistas».

En el blog hay un enlace con este pequeño almacén en el que uno puede encontrar poemas, una traducción de textos de Cesare Pavese y unas interesantes lecciones. De una de ellas les dejo aquí esta reflexión de don Tomás sobre el término film:

Si uno lee la definición de este término en cualquier buen diccionario inglés, verá que es exactamente la misma que la de película en cualquier buen diccionario español, incluyendo los sentidos figurados y hasta la etimología (ambos provienen de una raíz indoeuropea que significa «piel»). En el español de los ciudadanos de a pie, uno va a ver una película y no un film, en la que posiblemente se identificará con el malo de la película, nunca con el malo del film; y sería irresistiblemente ridículo oír a alguien decir de una cosa estupenda que «está de film«. Llamar film a una película es pues dar a entender que uno no habla como los ciudadanos de a pie, cosa que uno tiene perfecto derecho a dar a entender, pero preferiblemente siendo consciente de ello. Lo peor del caso es que ese término inglés no lo tomó el español ni siquiera de esa lengua, sino a través del francés. Para colmo, sacamos de él el verbo filmar, cosa que no hicieron los franceses. Tourner, dicen ellos. Y naturalmente el español de España se apresuró a adoptar rodar, que traduce más o menos el término francés (sería más bien girar o dar vueltas, pero se comprende que «girar una película» sería una expresión bastante estorbosa, aunque claro que los que importaron el término tuvieron que hacer transitivo el verbo rodar, que antes era intransitivo. Pero en fin, nadie es perfecto).

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