Cómo me olvidé del spam

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SpamEl otro día alguien me preguntó cómo hago para trabajar sin que el spam amenace mi salud mental. La verdad es que ya he pasado por todas las instancias posibles ante este problema. Me he sorprendido, me he asustado, me he energumenizado. Ahora simplemente lo he olvidado, y voy a dejar aquí algunas notas al respecto.

Como es de suponer, en el principio no fue un problema tan grave. Pero una mañana desperté y me di cuenta de que había recibido más spam que correo. Tenía que entrar a la aplicación de correo web de Letralia y eliminar manualmente lo que a simple vista era spam. Era un proceso tedioso y repetitivo que debía hacer cada vez que revisara el correo, y además era la época en que empezaba a hacerse realidad algo que yo mismo, en 1997, había calificado de técnicamente imposible: que un virus dañe a una computadora sólo porque el usuario leyó un mensaje de correo electrónico. En efecto, en 1997 era no sólo técnicamente imposible sino que se consideraba como de ciencia ficción; ya arrancando esta década empecé a recibir bofetadas de primitivos pero efectivos virus que entraban al sistema vía ActiveX y que infectaban la computadora, justamente, con sólo abrir un mensaje de correo electrónico.

Un día aprendí a bajar con Eudora sólo las cabeceras de los mensajes. Esto facilitaba un poquito las cosas: se baja sólo el título y otros datos básicos del mensaje, se decide qué se va a bajar completo y qué se va a eliminar del servidor, y listo. El problema es que después de un tiempo ese procedimiento se vuelve también tedioso y, además, si uno se descuida termina llenando de correítos inservibles la bandeja de entrada de Eudora.

Entonces pasé por una etapa de extrañísimos experimentos con programas que prometían no sólo resolver mi problema con el spam, sino también denunciar a los spammers a las autoridades competentes y meterles una zancadilla si llegaban a toparse con ellos en la calle. Con el que duré más tiempo fue con MailWasher, que usa un complejo sistema de filtros para determinar, antes de descargar el correo, qué es spam y qué no. El programa marca en verde los correos buenos y en rojo los de spam, eliminando estos últimos después de enviarle copia a SpamCop y de devolverle a cada spammer una carta intentando hacerle creer que yo no existo («user not found», les dice) para que deje de enviarme ofertas de Viagra.

MailWasherMailWasher trabaja muy bien; de hecho, creo que es lo mejor en su género. Además de lo que ya consigue con sus excelentes filtros (y con los que uno mismo puede crear de acuerdo a sus necesidades), es capaz de «aprender» del usuario. Por ejemplo, si uno ve que ha marcado como spam algo que no lo es, se corrige el problema y ya el programa no volverá a marcar correos provenientes de esa dirección o con más o menos los mismos encabezados. Igualmente, si se nota que ha pasado por alto un spam, uno lo marca y Mailwasher aprende. Cuando terminaba este laborioso proceso de marcado y desmarcado, volvía a Eudora y descargaba mi correo, libre de spam al menos por un momento.

El problema con MailWasher es que agrega una tarea adicional a tu rutina diaria. Un día perfecto es aquel en el que sólo descargas el correo y lo lees. Cuando tienes que entrar al servidor, decidir si esto es spam o no, decidir qué eliminas y qué te bajas, estás perdiendo un valioso tiempo que puedes usar en trabajar, caminar, ver una película o lo que te dé la gana.

La solución definitiva vino después de leer esta nota de Dirson, cuyo blog sobre los servicios de Google es uno de mis dogmas de fe. Gmail tiene unos filtros antispam casi perfectos que se estaban desaprovechando cuando sólo podías recibir correos para tu cuenta de Gmail. Resuelto ese inconveniente, el año pasado me despedí de MailWasher y le confié la gestión del spam a Gmail. Fue también la época en que el volumen de correo que tenía archivado (años de ires y venires) empezó a provocar problemas en los índices de Eudora, lo que me ocasionó la pérdida de algunos correos de épocas diversas. Así que me deshice de Eudora y, como ya era un satisfecho usuario de Firefox, me convertí también en un casi-satisfecho (aún debe madurar en ciertos aspectos) usuario de Thunderbird.

Primero que nada abrí una cuenta nueva en Gmail y entré a su configuración. En la pestaña «Reenvío y correo POP/IMAP» marqué la opción que habilita el correo POP para los mensajes que se recibieran desde ese momento, de manera que pudiera descargar con Thunderbird todo el correo que llegara a esa cuenta. Igualmente, lo configuré para que los correos que descargara con Thunderbird se mantuvieran archivados en la cuenta de Gmail:

Habilitando el correo POP en Gmail

Luego configuré a Thunderbird para que pudiera descargar el correo de esa cuenta de Gmail, de acuerdo a las instrucciones correspondientes. Volví a la configuración de Gmail y en la pestaña «Cuentas» fui a la opción «Recibir mensajes de otras cuentas» e hice click en «Añadir otra cuenta de correo».

Añadiendo una nueva cuenta de correo electrónico en Gmail

Se abrió una ventana emergente en la que escribí mi correo en @letralia.com. Gmail me pidió los datos del caso: nombre de usuario, contraseña, servidor POP y otros detalles de configuración que dejé intactos salvo uno que sirve para archivar los mensajes entrantes, de manera que no aparezcan en la bandeja de entrada de Gmail. Luego recibí un mensaje en mi cuenta en @letralia.com para confirmar que realmente era mía, y listo.

Como dato adicional, diré que hice lo mismo con otras cuentas POP que uso. Ahora todo el correo que llega a esas cuentas (la de @letralia.com y dos más) es recogido diligentemente por Gmail, que filtra el spam y me deja sólo el correo que me interesa, que es luego descargado y nuevamente filtrado por Thunderbird. Éste marca como spam lo poco que Gmail pase por alto, sin que yo tenga que participar en el complicado proceso.

Claro que, como dije más arriba, los filtros de Gmail no son perfectos, por lo que a veces queda marcado como spam algo que no lo es. Es por ello que cada cierto tiempo reviso la carpeta de spam y hago una búsqueda por términos que rara vez me dirigiría un spammer, como mi nombre completo, la palabra «revista» o cosas que tienen que ver con mi trabajo, como «relato», «poema», etc. La forma de hacerlo es escribir, antes de cada término, in:spam. Gmail arrojará resultados referidos sólo a correos que hayan sido marcados como spam.

Buscando en Gmail correos marcados erróneamente como spam

Cuando consigo correos buenos en la carpeta de spam, simplemente los selecciono y pulso un conveniente botón «No es spam» que trae Gmail. Con más de 1.200 correos diarios, al principio Gmail se equivocaba con bastante frecuencia y hasta llegué a pensar en desarmar todo el tinglado. Pero con el tiempo ha ido aprendiendo qué es lo que me interesa y qué debe ser marcado como spam, y mis incursiones a la carpeta de spam se han hecho cada vez menos frecuentes.

La cosa se ve enredada, pero después de hacer esto no he tenido que volver a tocar la configuración de Gmail ni la de Thunderbird. Las ventajas son enormes. Además de olvidarme del spam, ahora dispongo de un archivo de mi correo que puedo consultar con facilidad. De hecho, no suelo buscar información en Thunderbird; cuando necesito localizar algún correo lo busco en Gmail, que es mucho más rápido. Desde el 7 de julio del año pasado hay poco más de 10.000 correos archivados allí y estoy ocupando el 40% de los 6.405 Mb de espacio que Gmail me da gratuitamente en este momento. El espacio en Gmail aumenta minuto a minuto, pero igual algún día esa cuenta se copará. En ese momento, de todas formas, no tendré que preocuparme, pues me bastará con abrir otra cuenta y seguir el mismo procedimiento.

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7 thoughts on “Cómo me olvidé del spam

  1. Solo hay una pega, cuando le das a reenviar no envio con tu cuenta lo hace por la de gmail, por mas que he mirado no encuentro manera de solucionar esto.

    Por lo demas bien, pero esto en la empresa es una pega gorda.

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