Perito en lunas, de Miguel Hernández, uno de los mayores poetas de nuestra lengua, llegará a la luna en una cápsula espacial que será lanzada en 2011, tras la gestión que para ello ha emprendido la Fundación Cultural Miguel Hernández. Se trata de su primer libro publicado, un grupo de 42 poemas en octava real. Son poemas en apariencia sencillos, pero en realidad bastante complejos; a pesar de esto, están escritos con una maestría tal que, aunque el lector no capte su sentido a la primera lectura –quizás tampoco a la quinta o sexta–, igual sentirá la fuerza de una expresión que palpita dentro de ellos. Aquí, de ejemplo, la octava XXXV, que da su título al poemario:
Hay un constante estío de ceniza
para curtir la luna de la era,
más que aquélla caliente que aquél iza,
y más, si menos, oro, duradera.
Una imposible y otra alcanzadiza,
¿hacia cuál de las dos haré carrera?
Oh tú, perito en lunas, que yo sepa
qué luna es de mejor sabor y cepa.
Perito en lunas no irá solo. La empresa Celestis, perita en sacarle dinero a incautos funerales siderales, ya ha vendido reservaciones para poner en la luna las cenizas de once personas. Ojo, esto no es gratis: el precio de poner las cenizas de la abuela en la órbita terrestre es de al menos 2.495 dólares. Puede costar 7.485 si en lugar de un gramo los compungidos deudos mandan catorce gramos. Para poner esas mismas cenizas en la luna, la cosa está entre 10.000 y 30.000 dólares. Me preguntó cuánto pesará Perito en lunas. Me pregunto cómo harán la FCMH y los deudos de los once muertos para corroborar si el paquete realmente llegó. Me pregunto si soy el único aguafiestas –o aguavelorios, supongo– que se pregunta estas cosas.
Cuando Miguel Hernández murió, no había cumplido 32 años. Quizás ni canas llegó a tener. Preso, sufriendo los rigores de la tortura y el abuso, su mayor preocupación no eran sus huesos sino la suerte de su familia. Es realmente triste, más que triste, aterrador, leer la crónica de sus últimos días, un tema del que se puede leer, por ejemplo, en dos trabajos de Ramón Fernández Palmeral, aquí y aquí. Ahora a alguien se le ocurrió que un vuelo snob de su poesía a la luna es un homenaje estupendo.
Siempre he pensado que el mejor homenaje para un escritor es la lectura de su obra. Perito en lunas está en Internet –con ilustraciones del mismo Fernández Palmeral– gracias al buen hacer de un señor que se llama Gome Romero, a quien no conozco pero desde aquí le agradezco que se haya tomado el trabajo. Prefiero que la poesía suba a Internet y no a la luna.
Creo que el ser humano posee una capacidad sorprendente de hacer cosas inauditas e incluso, de lucrar con otras…
Primero, enviar las cenizas de un ser querido al espacio me parece abominable aunque claro, cada uno las esparce en el lugar deseado o que crea conveniente.
Por otra parte, el enviar un libro a la luna ¿se debe a que la fundación tiene un superávit importante? Me parece ridícula esa iniciativa, cuando se podría hacer tantas cosas con ese dinero…
En fin, como no podemos con algunos humanos, vamos a «culturizar» extraterrestres…
Saludos y en cualquier momento, comentaré esta nota en mi blog pues no tiene desperdicio!
Hola, que interesante tu blog y todo lo que compartes con tus lectores. Esta nota es especail, eso de mandar un libro a la luna, para algunos buena para otros mala idea, pero en fin, cada quien hace lo que debe o puede hacer. En lo personal, me parece interesante imaginar, un libro en la luna y nada menos que de Miguel Hernandez. Te dejo un beso, cuidate.