César Aira publica una novela breve cada seis meses, lo que lo califica como un escritor «prolífico», término que detesta. En esta entrevista se burla del tópico del escritor pausado, el que se mantiene presente en la prensa como una forma de conservar el estatus de escritor:
Hay muchas personas que, cuando dicen en su juventud «yo quiero ser escritor», en realidad lo que quieren es funcionar socialmente como escritores, eso es lo que les gusta. Tener el carné como para poder opinar, ir a congresos, tener una figura social profesional. Y encuentran que el problema que plantea eso es que tienen que escribir, cosa que no les gusta. Entonces escriben un libro cada diez años, con un gran esfuerzo, o recopilan artículos de manera que mantienen en vigencia su carné de escritor. Por eso muchas veces he dicho, cuando me preguntan por esto, que no me gustan los escritores que no escriben. Porque veo que hay escritores que funcionan como escritores y que en realidad no son escritores de vocación. Y en mi caso, que he publicado tantos libros, pequeñitos pero tantos, hay como un rechazo contra mí por ser muy prolífico. Un amigo me decía, cuando le dije que venía a México a participar en cosas públicas: «Llevá un revólver, y cuando empieces a hablar, ponelo sobre la mesa y decí: la primera vez que se pronuncie la palabra ‘prolífico’, me pego un tiro. Así los vas a tener controlados». Porque prolífico ahora se ha vuelto un término despectivo. Si es prolífico, no puede ser bueno. Pero eso viene justamente de todos esos escritores que no escriben y que se defienden así.
Mucha sustancia en una sola entrevista, en la que destacan los comentarios del autor sobre sus manías para escribir:
Cuando mis hijos eran chicos, vivíamos en un departamento muy pequeño, me acostumbré a ir a un café y sentarme y escribir ahí. Buenos Aires es una ciudad, bendita sea, que tiene muchos cafés muy acogedores donde uno puede quedarse tranquilamente. En mi caso, nunca mucho. Media hora, una hora, en que me siento a mitad de la mañana. Mis hijos crecieron, se fueron a vivir solos, pero la costumbre mía quedó. Así que todas las mañanas, a media mañana, me voy a un café y hago mi sesión del día: escribir una paginita, porque voy escribiendo muy despacito. A veces he pensado si lo mío no se parece más al dibujo que a la escritura, en el sentido de que soy muy fetichista de lapiceras, tintas, papeles buenos, cuadernos muy exquisitos, y escribo tan despacito y pensándolo tanto. Todo lo mío tiene un componente visual muy grande. Siempre estoy pensando que se vea bien lo que estoy escribiendo, que al final de cuentas me parece que estoy haciendo un dibujo cada día.
Me llamo Rafael Rosselló Cuervas-Mons, soy autor y, ahora, autor-editor y os cuento un poco lo que hago y mi trayectoria por si os pudiese ayudar en algo. En el año 2003/2004 publiqué con el sello Span Ediciones una novela «Los contrabandistas del Estrecho»(La ruta del hachís) que tuvo muy buena acogida. Para escribir sobre este tema, durante más de tres años estuve infiltrado con grupos que se dedicaban al tráfico de hachís entre España y Marruecos. Todo lo que cuento en estas novelas está basado en hechos absolutamente reales. Este año, he constituído una editorial, Ediciones Zeppelin, y he sacado al mercado la segunda parte de «La ruta del hachís» que se titula «traficantes», que es una novela que se puede leer sin haber leído Contrabandistas ya que, aunque es la continuación de las aventuras del protagonista, es independiente.
Por otra parte, Ediciones Zeppelin es una editorial que he creado con idea de que autores que no tienen acceso a grades editoriales puedan ver sus obras publicadas y, lo que es más importante, distribuidas por toda España incluyendo grandes superficies. Ediciones Zeppelín ofrece a los autores hacerse cargo de la maquetación, diseño, impresión, gestiones de ISBN y depósito legal de la obra, asesoramiento y distribución por toda la geografía española. Es decir, el autor se convierte en editor de su propia obra, pero amparado por una editorial que, como es obvio, tiene firmado un acuerdo con una importante distribuidora para que esa obra esté en los principales puntos de venta de España, ya que lo principal es la distribución y a un autor que se auto publiqué no le coge ninguna distribuidora. Lógicamente el autor, al ser coeditor de su propia obra, no se reduce a cobrar los derechos de autor, que como sabéis son mínimos, sino que cobra un tanto por ciento importante del precio de venta del libro al público con lo que se le puede asegurar la recuperación del capital que ha invertido en su edición si la obra se vende normalmente.
Es más o menos, por decirlo con otras palabras, la asociación del autor a la editorial para esa obra determinada.
Si alguno estuviese interesado, puede contactar conmigo por mail a rafaelrossello@hotmail.com ó edicioneszeppelin@gmail.com ó por teléfono al 692035667.
Suerte a todos