Directamente del cajón de sastre de la Patafísica llega La Increíble Máquina Aforística, un artilugio de Ginés S. Cutillas que recoge el planteamiento teórico de Georges Perec inspirado en las ideas de Marcel Bénabou, miembros ambos del Ouvroir de Littérature Potentielle —Oulipo— fundado en 1960 por Raymond Queneau y François Le Lionnais. Y aunque ya Paul Braffort había desarrollado una rudimentaria versión de la máquina, Cutillas ha presentado esta revisión, en la que se da más importancia al azar.
La máquina virtual que aquí presentamos modifica el algoritmo original olvidando las relaciones entre palabras para dar aun más libertad al componente azaroso. La parte gramatical sigue siendo la misma: una serie de fórmulas con variables susceptibles de ser sustituidas por valores que el usuario podrá comunicar a la máquina mediante la introducción de sustantivos y adjetivos que pasarán a formar parte del glosario de palabras con el que trabajará el algoritmo. De esta manera, cada vez que un usuario introduzca una palabra, la máquina comprobará si está en el diccionario. Si es así, combinará dicha palabra con las que crea conveniente según la fórmula elegida aleatoriamente. Si no la encontrase, la añadirá y la clasificará como singular/plural y masculino/femenino, dando la posibilidad a los usuarios de rectificar esta clasificación en el caso de que no fuera correcta. Poco a poco, el diccionario irá creciendo de forma fiable y la posibilidad de relacionar dos términos, aparentemente discordantes, será más divertida y asombrosa.
El ingenio permite además guardar los aforismos que, en palabras de la máquina, «tengan sentido». La lista de aforismos guardados contiene algunas verdaderas delicias:
- Lo que es contrario a la indumentaria no es kafkiano
- Cuánta banana descontenta hay en los sindicatos de los mujeres
- Es homogénea la cultura del que llora en moto
- Quien vive sin paz, muere sin hemorroide
- Cuánto géiser escandinavo hay en los portafotos de los elfos
- La felicidad está en el ruido, no en la inocencia
Y si algo saliera mal, el usuario siempre puede sumergirse en la carcasa de la máquina para «engrasarla», indicándole las características de cualquiera de las palabras con las que ha sido alimentada —3.982 para el momento en que escribo esto—: si es un sustantivo o un adjetivo, si tiene género masculino o femenino o si es singular o plural.