El primer procesador de textos que utilicé fue WordStar y ya entonces había quien se quejaba de que las múltiples opciones del programa entorpecían la concentración del escritor. Debo confesar que lo aborrecía: su manía de hacerte pulsar tres o cuatro teclas para una función era una verdadera tortura. Los procesadores actuales tienen más periquitos, cientos de funciones de las que sólo usarás algunas —en atención al viejo adagio: mejor que zozobre y no que fafalte— y decenas de indicaciones visuales cuando cometes un error o cuando al programa se le ocurre que debe hacerte una sugerencia, todo un entramado de bichitos que conspiran contra la concentración del escritor. Es aquí donde entra FocusWriter.
Olvídate de funciones y botones y barras: tú a lo que vas es a escribir. FocusWriter te monta una pantalla gris que ocupa toda la pantalla, para que no caigas en la tentación de ver tu correo o tu Facebook o tu Twitter o cualquiera de esos intrusos que sólo intentan robar tu atención. Y sí, tiene herramientas, algunas de ellas muy interesantes, pero para acceder a ellas —y a la sucinta barra de menús— debes mover el cursor hasta el borde superior de la pantalla. Si ya has escrito tanto que tu texto se sale de la pantalla, puedes acceder a la barra de desplazamiento vertical moviendo el cursor hacia el borde derecho. Y si lo mueves hacia el borde inferior, podrás ver cuántas palabras has escrito, la hora y, fíjate qué interesante, el porcentaje de tu «objetivo diario» que ya has cumplido. En la configuración del programa puedes establecer este objetivo diario en minutos o en palabras.
Lo primero que me preocupó cuando abrí FocusWriter fue en qué formato guardaría lo que escribo. En tecnología una idea puede ser muy buena aunque sea muy simple, pero si no puedo aprovecharla con los estándares no me sirve de nada. Pues cero preocupaciones: además de texto simple (.txt), el programa soporta formato enriquecido (.rtf) y OpenDocument (.odt), que se pueden abrir luego en cualquier otro procesador o compartir en artilugios como GoogleDocs. Eso sí: si tienes un texto previamente redactado en Word, para abrirlo en FocusWriter tendrás que copiar y pegar o, en su defecto, exportarlo a uno de estos formatos.
Tiene también algunas otras cosillas interesantes: por ejemplo, si el fondo gris te parece demasiado aburrido, puedes escoger otro color o cambiarlo por una imagen, como se ve arriba de estas líneas. Puedes también desactivar el modo de pantalla completa, con lo que la ventana del programa se comportará como la de cualquier otro. Dispondrás de herramientas ya conocidas de otros programas como sugerencias y corrección ortográfica, personalización de menús, pestañas para abrir varios documentos o guardado automático, y otras menos frecuentes como la personalización de las estadísticas o la posibilidad de cambiar las comillas habituales por las de tu preferencia. Viene en español, inglés, alemán y otros idiomas. Y si tus orígenes escriturales se pierden en tiempos antediluvianos, el programa emitirá para ti sonidos que te recordarán a las máquinas de escribir de entonces.
Una nota aparte es que el programa carece de una rutina de instalación. Al descargarlo tendrás que descomprimir un archivo .zip y hacerle una carpeta para guardarlo. Esto, me parece, es una debilidad del programa, pero bastará con que envíes esa carpeta a algún lugar seguro —yo la guardé bajo la carpeta «Archivos de programa»— y crees un acceso directo en tu escritorio.
FocusWriter no será seguramente el procesador con el que escribiré el resto de mi vida —estoy demasiado atado a funciones avanzadas de Word como la autocorrección, a la que le saco el jugo de una manera de la que hablé hace tiempo—, pero sí que pone el dedo en una llaga supurante: vivimos en un mundo interconectado y multifuncional, y aunque un procesador superdotado de herramientas puede hacerte la vida más fácil, también necesita de una curva de aprendizaje constante que puede incidir en la calidad de tu trabajo si te descuidas. Si, como la mayoría, usas Word u otros procesadores sólo para escribir y no haces mayor uso de sus herramientas avanzadas, deja de perder el tiempo y descarga ya FocusWriter.
lo probaré y después te cuento…yo el probé y hasta ahora fue el que me resultó más cómodo fue el AMI Pro, creaba imágenes vectoriales, tenía buenos diccionarios, marcos etc etc y un manejo muy bueno de documentos largos… no lo pude conservar..bah lo tengo pero no funciona más en estas maquinas, ahora hay otros mejores que el word pero éste es el popular.. Esperemos la siguiente nota de las aventuras en China, veo que saldrá un lindo libro de viajes…