Google ha terminado convirtiéndose en una máquina hiperactiva cuyos pasos cuesta un poco seguirlos. Tras revolucionar el segmento de los buscadores con qué-sé-yo cuántos gadgets arácnidos para conseguir cualquier cosa que esté disponible en Internet, hoy en día uno puede sacar cuentas, traducir textos, averiguar quién enlaza a un dominio, ver dónde puede uno tomarse un café, tener dos gigas para recibir cualquier cosa por e-mail o crear un blog, todo eso y más, con Google.
Además de todo eso, Google ha probado que puede provocar una guerra. Es, al menos, lo que sugiere la manera como han reaccionado los chivos de diecinueve bibliotecas nacionales de Europa, preocupados por el avance que para la expansión de la lengua inglesa implica la publicación en Internet de quince millones de libros —todos en inglés— por parte de Google. La iniciativa europea consiste en que las bibliotecas nacionales de Francia, España y otros diecisiete países (ya la de Francia había hecho un anuncio sobre esto en marzo), unirán sus esfuerzos —y sus euros, claro— para poner al alcance del público un contingente de libros que, y aquí estoy conjeturando, supere la oferta de Google. Sería la primera vez que una guerra rinda beneficios a todos los bandos en contienda.
Y es que ganamos mucho quienes pensamos que nunca es suficiente el conocimiento disponible en Internet, pero también gana el mercado editorial. En ese maremágnum de treinta millones de libros (sigo conjeturando que Europa al menos deberá igualar la oferta de Google), se espera que haya un respetable porcentaje de obras que no son del dominio público. Esto es, que para leerlas hay que pagar; en estos casos, Google Print proporciona —además de la información solicitada por el usuario— enlaces a las librerías donde puede adquirirse el libro. Es de esperarse que la macrobiblioteca virtual europea tenga la misma funcionalidad.
Hace poco más de un mes Fernando Polo recordaba la idea de Amazon (Search inside the book) y criticaba la operatividad de iniciativas de digitalización de libros que ya funcionan en Europa, como Gallica y la Biblioteca Virtual Cervantes. En cualquier caso, ante el advenimiento de semejante maquinaria para vender libros (coming soon: Google terminará, como Amazon, sirviendo de plataforma para vender de todo), pueden irse a dormir los propulsores de utopías que piensan que con su firma detendrán la conversión de la cultura en «mero elemento de consumo».
Desde que conozco tu blog, no me he perdido uno solo de tus posts. Créeme, siempre es interesante, reflexivo, informativo, suscinto. Tienes una mente de primera. Felicidades
Coincido con Noemí, si tuviera un blogroll, hace mucho tiempo estarías en él. Felicitaciones por tu blog.
Yo también coincido plenamente. Pero sobre todo, con este post… me ha encantado por su sobriedad y por su lucidez!
La noticia es verdaderamente significativa. Este es el comienzo de la masificación del libro electrónico. En cien años nuestros libros actuales van ser objetos de colección.
Pero esto no hará que el libro se convierta en “mero elemento de consumo”.
El libro (o algunos libros) seguirá siendo elemento de consumo para algunos grupo sociales, vehículo de circulación del conocimiento para otros, obra artística para otros.
Lo que cambia son las tecnologías de producción y los mecanismos de distribución, las funciones sociales del libro continúan siendo las mismas.
¿Y para cuándo se supone que sucederá esto? Yo ya estoy cansado de no encontrar en México libros que quiero leer. Creo que será más barato esto que los gastos de envío desde Europa.
UNA GUERRA NECESARIA
Muy apropiada la nota de esta guerra.
Viene al pelo, porque simultáneamente sucede otra guerra en Europa, esta entre lectores y editoriales. Viene definida por:
1. Intento mangoneador de editoriales y distribuidores. Sin más, todas las casetas de una feria del libro tienen la promoción de los mismos 7-8 libros excelsos, con comillas, interrogantes y si quieren pongan tachones. Es difícil encontrar uno muy bueno entre esos excelsos. Eso sí, son los promocionados.
Fuera de esos, la morralla. Como si estuviera prohibida la personalidad de otro tipo de promociones.
2. Es muy evidente otro hecho de la retaguardia, a los pocos años, 2-4 y quizá menos, desaparecen de la circulación aquellos libros no adoptados por los jerifaltes. No sólo es difícil la búsqueda, es el cachondeo a la hora de buscar.
3. Claro está, con esa selección sui generis, los precios toman aire y se elevan. Esto se controla en altas esferas.
Hablar de diversificación, accesibilidad,se convierte en puro cuento.
De ahí que sean bien acogidas todas las iniciativas que faciliten el acercamiento lector-textos. Aunque la ambición de control no tiene límites, intentarlo si que lo van a hacer.
Saludos a todos.
Noemí, Top, Cristina: muchas gracias por sus elogiosos comentarios, magníficos para brindar hoy que es viernes.
Iria, concuerdo contigo en el matiz que mencionas respecto a la particular interpretación que del libro como objeto hace cada conglomerado. Como la buena comida, es preciso apreciar el libro para dejar de considerarlo un «mero elemento de consumo».
Mario, tomo nota de tu blog que ya he incluido en mis favoritos. Cierto eso de que «nadie puede escribir sin haber leído», cuán cierto.
Rafael, agradezco como siempre la densidad de tus comentarios, que ameritan posts y hasta blogs propios. El tan mentado «mercado editorial» es eso, un mercado, y como tal obedece a reglas relacionadas con el dinero, nada honrosas. Los mejores libros pasan por debajo de la mesa; es ahí donde debemos buscar y no en las alturas de los códigos.
Tal vez, siendo una persona harto idealista, me fijo en nimiedades cuando me entristece, sobre todo, tus últimas pero ciertas palabras: que la «cultura» será un objeto de consumo. Pero lo bueno es que la cultura, sin comillas, nunca ha vendido, y siempre se ha divulgado.
Saludos.