Hace poco fue presentada la más reciente edición del Quijote, producto de un trabajo en el que participaron más de cien investigadores coordinados por Francisco Rico. Realizada con extremo cuidado tomando como base diversas ediciones anteriores, Rico se precia de que el nuevo Quijote es una
nueva edición rehecha desde la primera hasta la última línea, cotejando cerca de un centenar de ediciones antiguas, algunas de ellas no tenidas en cuenta hasta ahora.
Buscando información sobre ediciones del Quijote me he topado con este interesante artículo de Eduardo San José, en el que se narran las peripecias de Cervantes con sus propias ediciones y las que imprimieron editoriales no autorizadas, incluyendo el Quijote falso que escribiera Alfonso Fernández de Avellaneda en sus Nuevas aventuras…, aquí descritas en su sabroso estilo por mi amigo Carlos Yusti.
San José recuerda que Cervantes, consciente de las falsificaciones y ediciones digamos oportunas, incluye un episodio sobre el particular:
Incluso para la inmortal pareja protagonista era un tema serio el de enmendar a cronistas llevados del error. En la segunda parte, tras evitar el paso por Zaragoza, pues allí los había situado antes el falsario Avellaneda que tanto mintiera acerca de sus aventuras, el de la Triste Figura y Sancho Panza llegan a Barcelona, ya por aquel entonces ciudad de libreros e impresores. Allí entran en un taller de imprenta y descubren, maravillados, sus propias aventuras trasladadas al papel.