Más sobre el tema de los nacionalismos y las trifulcas que genera por doquier. En 2002 Eugenio Montejo decía:
Uno sintoniza más con sus contemporáneos que con sus paisanos o con sus coetáneos. Yo tengo menos que ver con un venezolano del siglo pasado que con alguien de otro país pero con las preocupaciones de hoy. Las familias poéticas no siempre coinciden con las fronteras geográficas.
Categoría: Siendo un escritor
Lo conocí durante las Jornadas de Poesía patrocinadas por el Centro Cultural Español de Miami y me pareció un tipo simpático, de una alta inteligencia literaria. Su comportamiento seguía la misma línea de las palabras citadas sobre el nacionalismo: se le veía muy contento y satisfecho por ser el poeta venezolano invitado para las jornadas poéticas. Se codeaba de maravilla con los otros poetas convocados, así como con su editor, Manuel Borrás, de la editorial Pretextos. Imagino que recibir el importante galardón mexicano que le fue otorgado en el 2004 lo separó aun más de sus “paisanos o coetáneos” para definitavemente unirlo al selecto grupo de los, digamos, ungidos, seres que adoptan la literatura como su pasaporte y que no se molestan con asuntos tan frívolos como las fronteras. De haber sido una habitación llena de venezolanos, otra hubiera sido la cara y la actitud de Montejo, es de suponer. Pero en el fondo de trata de haber experimentado vivencias en el extranejero, donde te das cuenta, sea en Barcelona o en New York, que Venezuela no lo es todo, que no hay por qué conformarse. La verdadera unión latinoamericana, por ejemplo, no es económica, y mucho menos política. La unión la produce el lenguaje y el abanico abierto de nuestras culturas. De la misma forma, la poesía y los “current affairs” que más nos inquietan, como es la opinión de nuestro Montejo, son más que suficiente para confraternar, sin importar el color del pasaporte. Parafraseando el libro de Vargas Llosa, el pez debe estar donde esté el agua.
NO SE PORQUE ES ENEMIGO DE LA PATRIA Y ESO ES MALO.