Qué tiempos aquellos

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Walter Martínez y Hugo Chávez

Hubo un tiempo en que los venezolanos éramos inocentes (aunque, claro, lo estamos descubriendo ahora). Pero se nos puso a escoger entre un oligarca, una reina de belleza y un militar con golpe fallido, y entre eso y las opciones minoritarias, que incluían brujos, patriarcas religiosos y caudillos de partidos moribundos, elegimos al militar. ¿No es eso inocencia?

Ahora queda poca, pero la que queda hace un daño terrible. De esos resquicios de inocencia salió la peculiar idea de que el presidente Chávez ignora los desmanes que sus acólitos ejecutan por la causa. Un simple pretexto que usan quienes enconadamente se niegan a creer que todo esto esté pasando, los mismos que llevan ya varios días tratando de buscarle una explicación al acto deliberado de censura que se ejerció contra el programa Dossier, de Walter Martínez (quien, a la sazón, era de quienes decían: «Chávez no sabe nada de esto»).

Walter, el «soldado» al que ordenaron silencio, ya seguramente sabe, con la tremenda agudeza que lo caracteriza, que su caso es clave para definir un montón de cosas en relación con la libertad de expresión en Venezuela. Lo manejará con la mano izquierda y quizás tenga la pericia para provocar consecuencias de esta coyuntura. Como bien lo dijo Kira Kariakin en aquel post memorable, fungiendo de pitonisa aunque no quería hacerlo, las presiones a la libertad de expresión vendrán contra la televisión antes que los medios impresos. Y en esto el poder no tendrá miramientos, ni siquiera si la presión es ejercida contra periodistas de su propia tolda. Los mecanismos del poder son, por definición, contrarios a la información transparente, escribí con rabia cuando todo esto empezaba.

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9 thoughts on “Qué tiempos aquellos

  1. A mí me sigue intrigando la contradicción implícita entre la agudeza del periodista y su filiación o sus afectos políticos. Misterios de la naturaleza humana. No ver la viga en el propio ojo, le dicen.

    En fin.
    Saludos.

  2. Gracias, Bogato, MB. Gracias, Fedosy (muy buen trabajo tus posts sobre este tema). Kira, cero depre.

    McC, no veo contradicción. Cada quien es con su circunstancia, aunque tal circunstancia sea contraria a lo que creemos es correcto. Veo a don Walter como un tipo que ha sido atravesado por la viga del poder, para seguir en esto de las vigas, porque de tanta coherencia con su posición política se hizo molesto al poder, aun cuando su posición política es a favor de quien ejerce el poder. Un hombre agudo que en un traspié se convierte en un tonto útil. Ya queda de su parte salir de esta categoría y hacer que algo pase.

  3. ¿Y qué hay de los que no pueden silenciar porque no están a su alcance y por ser críticos y decir lo que piensan (¡A todo el mundo!), acaban siendo acusados o bien de delatores o bien de traidores a la patria (o lo que es más romántico y elegante, de espías)?

    Hace días que me muero de la rabia… desde que los conocí (a los chavistas), desde el golpe no he hecho más que ver a una ristra de aduladores, conspiradores mediocres…SÍ COÑO, PARA QUÉ OCULTARLO, HAY QUE DECIRLO… UNA RISTRA DE CHAPUCEROS ARROGANTES QUE NO ACEPTAN QUE LES SEÑALEN LAS BARBARIDADES, que adulan, adulan y adulan y son recompensados por su lealtad mediocre, por su lealtad de inútil que no sabe otra cosa que ser mala persona, que atrincherarse en la paranoia y hacer mal, hacerle daño a todo aquel que le cuestione o ponga en entre dicho su forma de actuar o amenace su puesto de trabajo.

    Yo no soy Walter, yo no soy chavista, ni me gustan los militares, pero sé, y sé de otros que cuentan, dicen… millones y millones sin factura, operaciones en el extranjero costosísimas en busca de espías y tramas que no existen pero en las que se emplean cantidades de millones inexplicables, operaciones de inteligencia que no se hacen, pesquizas de personas hechas por el google (todo aquel que dice o hace algo públicamente está automáticamente rayado)… he oído, dicen, como roban, como quieren llegar al mundo entero a fuerza de petrodólares y obligarlo a llevar a cabo sus planes sin tomar en cuenta los valores de esas sociedades, en la idea de que todo es una cuestión de precio.

    Siento decirlo pero el presidente, y creo que es verdad, se ha rodeado de una tropa de jíbaros (y tampoco digo que él sea un santo), que blanden el discurso de cierta proveniencia del pueblo que en muchos casos es falsa y que se debe a un ejercicio de camaleonismo… Pero lo triste, es que el presidente, no tiene tanta gente para gobernar… no tiene a tanta gente con sentido común… no lo tiene… no.

    El presidente se ha olvidado, por completo, de que un proyecto de país pasa por el deseo íntimo de toda persona, no solo de tener los servicios básicos de una nación que redundan en el deseo de bienestar, sino que todo ciudadano aspira a la decencia… sí, a que sus hijos crezcan en un mundo de valores que no incluyan el robo, el tráfico de influencia, el abuso, el despotismo… y esto, es un favor “gratis” que le hago al presidente… le advierto de que eso es lo que le va a derrocar…

    Ah, y una última cosa… dígale a los suyos que no vayan acusando alegremente a todo el mundo de chivato o traidor o espía… ordéneselo, limpien a los ciudadanos que no han hecho nada, porque aquí tenemos el país lleno de cubanos, hermanos cubanos a quienes nadie rechaza, y vemos como usted les da nuestro petróleo sin pedir permiso al “pueblo soberano”, y vemos la estrecha relación que tiene con Fidel, y aquí nadie lo ha acusado de ser un agente cubano pro soviético… ni nadie lo ha acusado de servirle en bandeja el país a un tiranuelo, a cambio de protección y asesoramiento gubernamental para mantenerse en el poder…

    Disculpen este anónimo, pero lo prefiero así, de momento…

  4. Tu nota, especialmente tu artículo del 98 induce a la depresión, aunque creo más acertadamente que es a un fatalismo definitivo, inexorable, de callejón sin salida.
    Tu definición de la identificación del venezolano por un partido en una hipotética guerra civil es muy acertada: sólo los pendejos se inmolarán en este yermo ideológico.
    El fatalismo proviene, al menos en mi caso particular, en que no hay en quien creer, salvo en uno mismo… El denostado individualismo, ¿pero un solo palo hace montaña?

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