En julio del año pasado, Letralia publicó este extenso reportaje en el que el antropólogo argentino radicado en Bolivia, Pablo Cingolani, denunciaba por plagio a la escritora española de best-sellers Matilde Asensi. La semana pasada, acompañado por el etnógrafo boliviano Álvaro Díez Astete, Cingolani interpuso en la Corte Superior de Distrito de La Paz una denuncia penal contra Asensi, por lo que se prevé que la escritora deba trasladarse en algún momento a Bolivia para declarar en su defensa. Sobre los motivos de la denuncia, ha dicho Cingolani:
Los motivos de fondo son el cinismo de la autora que aún reconociendo de manera privada en una comunicación telefónica con Álvaro (Díez Astete) que se había inspirado en nosotros, no fue capaz de hacerlo de manera pública y, por otro lado, las amenazas de la Editorial Planeta de iniciar acciones judiciales contra mi persona, lo cual era una bravuconada sin sentido. Nos costó mucho tiempo, mucho esfuerzo, mucho sacrificio preparar la causa judicial pero finalmente lo hemos logrado y el 24 de marzo la hemos iniciado.
Para los que llegaron tarde, la historia es así: Cingolani y Díez Astete realizaron, desde septiembre de 2000, una larga expedición en tres etapas dentro del Parque Nacional Madidi, que tenía como principales objetivos averiguar qué ocurrió con el expedicionario noruego Lars Hafskjold y determinar si existen supervivientes de la etnia toromonas.
El Madidi es uno de los sitios con mayor biodiversidad en todo el mundo. La expedición se inició con fondos aportados por el Estado boliviano, la Fundación II Centenario y otras fundaciones privadas, la empresa privada e instituciones como Care o el Rotary Club. Con todo y que estas entidades aportaron recursos, Cingolani y Díez Astete han visto cómo su trabajo se ha entorpecido por, adivinaron, el asunto económico.
Datos y textos incluidos en los documentos producidos por la expedición aparecen, como por arte de magia, en la novela El origen perdido, de Asensi. Sólo que Asensi no parece atravesar por dificultades económicas, ya que la novela ha sido un éxito editorial. Por ello, Cingolani y Díez Astete han reclamado que la autora sea juzgada por “apropiarse en su novela ilegítimamente de un bien mueble ajeno de valor histórico, arqueológico y científico” y de alteración, acceso y uso indebido de datos informáticos.
La cosa tiene su dosis de humor negro: Asensi ha ganado mucho dinero con una novela ambientada en la selva de Bolivia —Planeta la califica como su “fichaje más rentable de los últimos años”—, pero su primera visita a Bolivia será para responder por los cargos que se le imputan.
Se encuentran vivos a cada vuelta de esquina…. Mi mamá dice que sería más fácil poner a los honestos en las cárceles porque tanto delincuente no cabe en ellas mientras que sí alcanzan para los pocos honrados que quedan (¿quedamos?)
¿Seguro que aparecerá por Bolivia?
Bueno, Mauricio, te aseguro que hay ya bastantes delincuentes en la calle. ¿Será que han escuchado a tu mamá?
Luis, quién sabe. Hablé con Pablo y está bastante esperanzado. De cualquier manera, nos mantendremos a la expectativa de este caso, que venimos siguiendo desde hace meses.
Pablo Cingolani es un vivo. Se muestra en Bolivia como «defensor de los indios» y como buen aventuraro ha sabido coger amparo en los actuales círculos del poder en Bolivia. Con esta protección quiere «descubir» a los Toromona, pueblo aun no contactado en este país, con motivos de ego, prestigio y lucro. Esto lo confirma el juicio que lleva a cabo contra la escritora española. Cuando se piensa sacar rédito es necesario ser precavido y evitar que otro lo haga. La naturaleza de este personaje es abominable, sin embargo en Bolivia muy pocos protestan. En realidad a a Pablo Cingolani lo veneran varios bolivianos. Él, como extranjero -dicen- conoce más de Bolivia y ha hecho más para difundirla y hacerla conocer que nosotros. Se sacan reverentes el sombrero porque un extranjero ha hecho lo que no pueden hacer los nacionales. Sin embargo esto es grave, porque eso se llama colonialismo y actitud servil colonial. Cingolani no es el único. En el ala derecha están todos los empresarios serbio croatas de Santa Cruz. En el ala izquierda están todos los misioneros de izquierda que nos inundan creendo que Evo Morales va a hacer la revolución. En el ambiguo ala «centrista», oportunista, ecológico o comunicacional, están los oportunistas como el padre Pérez y el mismo Cingolani. Lo grave de esto es que quienes lo alaban tienen razón. Son viejos extranjeros que alaban a uno nuevo. ¿Y los originarios en todo esto? Cuando los indígenas de expresan es para botar a patadas a toda esta casta colonial, vieja o antigua. Como sucedió recientemente cuando los indígenas de las áreas protegidas expulsaron a Herland Flores Soruco, ex director de áreas protegidas de Bolivia y protector de aventureros como Cingolani.
Me parece que un escritor tiene la libertad,el permiso general ajeno, e incluso el derecho, de apropiarse pedazos de realidad para hilvanar una buena historia.creo que este pablo cingolani,que por otra parte no dudo que sea defensor de lo que el cree justo,se ha propasado en sus pretensiones egoistas.¿no creo que este trabajando sin cobrar verdad don pablo? la señora matilde asensi tambien cobra por su trabajo,que aparte de crear una buena historia mediante su creatividad y dotes de invención,consiste en documentarse de manera fidedigna para dotar de credibilidad a su obra.deberia sentirse honrado. ¿le pica? se rasque usted a gusto.
Julio Ticona es un personaje virtual creado por Asensi. No existe en la realidad ni el «Ticona» ni un «Centro Amautico».
Las «crîticas» al honesto investigador Pablo Cingolani de parte del personaje virtual se estrellan contra una muralla.
En vez de opacarlo, lo engrandecen a él y todo el equipo Madidi.
Mientras tanto la Asensi sigue llenando sus bolsillos con ideas ajenas……