El sábado muy temprano me despertó el impertinente chillido del celular (siempre estoy por cambiarlo, siempre lo postergo). Era un parco mensaje de Homero Vivas, avisándome desde el Táchira que acababa de morir, en Barinas Chacao, Jesús Enrique Guédez, un poeta y cineasta cuyo trabajo intelectual era tan vasto como su dimensión humana.
Justamente por el tamaño del personaje me sorprendió que la prensa venezolana prestara tan poca atención a su muerte, de paso nada inesperada si es verdad, como me dicen los amigos, que tenía ya algún tiempo con graves problemas de salud. Apenas El Nacional le dedicó, ayer, este obituario documentado que fue más allá del simple “se murió fulano”. Para mi nota en Letralia tuve que zanquear al viejo Guédez por los escasos pasillos que se le han reservado en Google. Encontrar una fotografía suya —la que encabeza esta nota— fue, ni más ni menos, una odisea, pues el único sitio en Internet que tenía una, Nuestros hacedores de sueños (sobre cine venezolano) no lista a Jesús Enrique Guédez por su nombre, sino mediante un gráfico.
La historia del cine venezolano tiene en Jesús Enrique Guédez uno de sus faros más potentes. Apóstol del cine documental, hizo también lo suyo en la ficción con una película que para mí es inolvidable: El iluminado, con Asdrúbal Meléndez mejor que nunca, en un papel sombrío, perfecto para su cara de desazón perenne.
Comecandela desde siempre, Guédez fue también un gran poeta, cualidad que se entrevé por supuesto en su cine pero que obviamente es en sus textos donde se aprecia a cabalidad. Como el Chino, le escribió tanto al amor:
Naces y desapareces
en mi frágil torrente
nada extraño los vientos
y las caricias en la playa
nací sumergido o ahogado
reflotando en las espumas
en tus mágicas oscuridades,
navegas atada y sin amarras
libre y esclava
adónde van mis aguas sin ti
en este poema.
…como a sus convicciones políticas:
Escribe en los periódicos y se acuesta
Todos los días creyendo que es libre
Y los que los leen pobres ignorantes
Sonámbulos callejeros
Igual que los perros o los indios
Que vienen hambrientos del montePero él escribe en los periódicos
Porque sabe escribir de la vida
O de cosas que le suceden a la vida
Por ejemplo cuánto le costó
A un hombre poderoso ser feliz
Cómo pagan los desempleados
Su ignorancia, cómo llora el niño
Que quedó solo en el hospital
Y ve morir a su lado a otros niños
Cómo los campesinos abandonan ciegos
El “paraíso” del campo para mendigar
En las aceras de las ciudades de los que
Trabajan para que los demás coman
Cómo el delincuente no es personaEscribe de todo en los periódicos
Y después se duerme feliz
Porque él se cree libre y a sus lectores ignorantes.
Desmintiendo aquella conseja de que loro viejo no aprende a hablar, Guédez se metió un día en Predicado y dejó allí casi medio centenar de textos, entre poemas y breves prosas, como esta:
“El zodíaco se volvió loco, padre, se están cayendo del cielo las estrellas”. “No hija, son bombas”. Después no pudieron oírse más, murieron.
Un franco testimonio de un artista que se conformaba, en vida y seguramente también en la muerte, con el sereno homenaje de la amistad y el respeto de los suyos.
Gracias Jorge, por recordar y para siempre al Maestro, al cineasta, al poeta…Su Bárbaro Rivas, de 1967, y El iluminado son una hermosura que volveré a ver, en su memoria…, ojalá la Cinemateca Nacional lo recuerde con sus documentales y películas. Estoy segura de que la Asociación de escritores de su Barinas y los poetas Leonardo Ruiz y Ana María Oviedo, tan activos en todo momento, harán su sueño realidad: convertir su casa en una Casa de la Cultura…que lleve su nombre, donde se vea, lea y oiga su filmografía y su palabra amorosa y política!
Declaro mi ignorancia, no lo conocía 🙁
Hermosísimos los poemas…:)
Hombre noble, de gran corazon, nunca levanto su voz, nunca un mal caracter, siempre buscaba una razon logica a los problemas, sus palabras dejaron mucho en la mujer que soy hoy en dia, sus valores, sus consejos, jamas dejaran de estar presentes en las generaciones venideras, ese hombre de espiritu soñador, que en sus ultimos momentos de vida solo queria regresar a su Puerto de Nutrias donde crecio, y se ispiro tantas veces, que iliciones, que ganas de ver sus sueños realizados, hoy puedo decir con orgullo JESUS ENRIQUE GUEDEZ » MI PADRE» Siempre te amare y jamas dejaras de exitir en mi corazon TE AMO….. Tu Gorda…..
Este siempre Jóven… dejó su belleza en el alma. Como dijo Miguel: vivamos con ella y sobre todo, nosotros amistad de sangre y de cariño! Aqui está tu clavellina, tu grosella y tu araguaney…y tu siempre volando entre ellos! Tu solo descansas…
Siempre tendrè presente la belleza de tu alma y de tu corazòn; y sobre todo la sencillez, paciencia y humildad que te caracterizò. Tus consejos y enseñanzas oportunas que hacen que continues a mi lado, con la fuerza para no desvanecer, sino para seguir adelante y luchar por mis metas deseadas, tus metas. Gracias papi por sentirte siempre presente. Eres mi ejemplo. Betina Guedez de Peña
Las personas importantes son recordadas por muchos, mientras las personas queridas son recordadas por pocos.
Pero esos pocos son los mas valiosos ya que nunca olvidan.