El juego de la oca

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OCA

No olviden estas palabras: Open Content Alliance. Una gigantesca iniciativa de documentación del Internet Archive que pondrá a disposición del público todos los libros que digitalice sin el filtro al acceso que sí tiene Google Print, de quien la OCA se convertirá en adversario natural.

La OCA ha logrado ganarse, a buen ritmo, el apoyo de más de veinte organizaciones del calibre de las bibliotecas de la Universidad John Hopkins, los Archivos Nacionales del Reino Unido o las bibliotecas del Instituto Smithsoniano, además de empresas como Adobe, HP, Yahoo! y, desde anteayer, Microsoft.

Danielle Tiedt es la encargada por Microsoft para la captación de nuevos contenidos para su buscador. Ha sido también la encargada de dar la cara por la compañía de Billy en su incorporación a la OCA:

Principally and philosophically, we are aligning with the notion that intellectual property should not be proprietarily owned by any commercial company.

Es obvio que Microsoft no ha pensado philosophically al momento de integrarse a la OCA. Les sale hasta barato: 5 millones de dólares por la digitalización de 150.000 libros (originalmente el proyecto concebía digitalizar «apenas» 18.000).

Pensar que esto tiene que ver con enfoques filosóficos es bastante iluso. Se trata sólo de una batalla más en la guerra económica. No que sea tan malo esto, al final ganamos todos con la digitalización de tanto libro, aunque sea en inglés una retumbante mayoría. Y la Alliance promete cumplir con algunas de las premisas que propone José Antonio Millán:

La fuerza real de la Red es que es una red, con muchos centros. Como señala Le Crosnier, ésta es una estructura muy conveniente para una Europa llena de lenguas y de culturas. Quizás es mejor invertir en coordinar prácticas de digitalización (para evitar que se repitan trabajos ya hechos, o que fondos digitalizados con dinero público no estén accesibles), en sus criterios (no queremos fotos de libros en línea, sino textos buscables), en normas de amigabilidad ante los buscadores (para que nuestros contenidos se abran a los indizadores: hoy Google, tal vez mañana uno europeo con estándares abiertos), en sistemas de interoperabilidad de archivos, descriptores, metadatos (para que desde nuestras redes bibliotecarias y de investigación todo el panorama europeo sea accesible), en trabajos de la Web semántica (para aplicar nuestras categorías culturales a nuestros propios datos), en utilización de licencias (que dejen bien claro qué uso queremos que se dé a nuestro patrimonio), en softwares lingüísticos (que permitan hacer búsquedas usando la lengua natural, y salten las barreras entre idiomas). Todo ello con estándares abiertos, no-propietarios, que permitan que las aplicaciones crezcan a medida que haga falta, y sirvan a los intereses de todos los colectivos, sin pagar royalties al exterior. Y articulando una política que haga real la tesis (contra la que nadie levantará la voz) de que queremos cultura para todos, cultura de calidad para todos y sobre todo para quienes, en España o en Francia, en los países hispanohablantes y en la francofonía, tiene menos medios.

Por supuesto, la entrada de Microsoft al juego es lo que ha convertido esto en noticia, pues la creación de la OCA, semanas atrás, había quedado un poco rezagada en materia de titulares, pese a que fuera concebida por el Internet Archive y Yahoo! a principios de este año —como declaran en la FAQ del proyecto.

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